Socialización
en redes sociales, avances digitales y violencias en nuevos entornos: Revisión
de la literatura y análisis
Socialization in social networks, digital
advances and violence in new environments:
Literature review and analysis
Antonia
Rodríguez Martínez |
Universidad de Jaén - España |
Recibido: 07-03-2024
Aceptado: 18-06-2024
Resumen
En una sociedad inmersa en la era digital, las redes sociales tienen gran
importancia en la vida cotidiana. La socialización traspasa las pantallas,
especialmente en adolescentes y jóvenes, y con ello una nueva educación que
alimente hábitos saludables y elimine estereotipos marcados hacia el sexo
femenino y diferentes formas de violencia. El objetivo es analizar el uso de
redes sociales como medio de socialización, incidiendo en la coeducación. Utilizamos
una metodología cualitativa, mediante análisis documental y revisión de
literatura. Los resultados manifiestan que estamos experimentando nuevas formas
de violencia, especialmente, las mujeres perciben acoso por sus parejas,
ciberviolencia, control y aislamiento. Sumando escasa educación digital y uso
masivo de redes sociales en procesos de socialización actuales.
Palabras clave:
redes sociales, educación, coeducación, violencia de género, socialización,
adolescentes y jóvenes.
Abstract
In a society immersed in the digital
age, social media plays a significant role in daily life. Socialization extends
beyond screens, especially among adolescents and young people, bringing with it
a new education that fosters healthy habits and eliminates entrenched
stereotypes about women and different forms of violence. The aim is to analyze the use of social media as a means of
socialization, emphasizing coeducation. We employ a qualitative methodology,
through documentary analysis and literature review. The results indicate that
we are experiencing new forms of violence, particularly, women perceive
harassment by their partners, cyber violence, control and isolation. This is
compounded by a lack of digital education and massive use of social media in current
socialization processes.
Keywords: social
media, education, coeducation, gender violence, socialization, adolescents and
young people.
En los últimos años, el uso de recursos y servicios
digitales se ha extendido, especialmente entre las personas jóvenes y
adolescentes que hacen un uso cotidiano de ellos. El uso de herramientas
digitales se ha generalizado en todos los sectores de población, generando una
nueva revolución tecnológica que nos afecta como sociedad.
Las tecnologías, y con ellas su uso y las situaciones
de dependencia que puedan generar, se encuentran en un momento de gran
esplendor, especialmente entre las personas jóvenes y adolescentes, que las
utilizan de forma habitual en sus prácticas de socialización y relación para
con sus iguales y con el resto de la población, no llegando a plantearse
contextos más allá de las pantallas y viviendo en muchos casos, realidades
cuasi paralelas o situaciones ideadas desde la pantalla. Esta problemática
conlleva no solamente escasa socialización, o exclusivamente socialización a
través de las redes sociales, sino que deriva en escenarios de vulnerabilidad y
exclusión en muchas situaciones. Y en casos de violencia de género, acoso y/o
ciberacoso e insuficiente educación en el uso de los recursos tecnológicos.
Actualmente vivimos en una sociedad interconectada
donde las tecnologías, los recursos digitales y la digitalización, en todos los
aspectos de nuestras vidas, son una parte indisolublemente unida al desarrollo
de la persona. Y en concreto, de las personas jóvenes y adolescentes, que ya
vienen desarrollando un bagaje formativo y tecnológico en sus vidas diarias
desde pequeños. Son los denominados “nativos digitales” (Prensky,
2001). Podríamos decir que un alto porcentaje de la población está creciendo
junto al desarrollo de estas herramientas tecnológicas y de mejores productos a
menor coste.
En general, el avance en el desarrollo de las tecnologías digitales ha
supuesto grandes beneficios para nuestra sociedad, facilitando en gran medida
las relaciones y los procesos laborales en sí mismos, compartir y manejar gran
cantidad de información a través de las redes y de los propios equipos
informáticos, agilidad e interacción en actividades formativas, facilidad en
actividades lúdicas y de ocio, así como en las relaciones personales a través
de la red con personas de todo el mundo (Chóliz,
Villanueva y Chóliz, 2009; Pérez-López y Rivera, 2017;
Prieto Andreu, 2018).
Hasta el momento, la relevancia de las investigaciones
en esta línea argumental es escasa, debido a lo emergente de la temática. Sin
embargo, es relevante que se comience a trabajar en las líneas que derivan del
uso excesivo de las redes sociales, entendidas estas como plataformas digitales
diseñadas para la creación, intercambio y consumo de contenido generado por las
propias personas usuarias, cumpliendo principalmente el propósito de socializar
y entretener. Así mismo, es importante poner de relieve el comportamiento
desigual observado en entornos digitales entre el sexo masculino y el sexo
femenino en sus relaciones, tanto de pareja como sociales, siendo el ciberacoso
por motivos de género una práctica habitual en la sociedad actual. Sin embargo,
un tema de singular relevancia para ayudar a mitigar todas estas situaciones de
conflicto en las relaciones sociales y entre sexos es la educación y
especialmente la coeducación en entornos familiares y académicos.
El uso de nuevos recursos, dispositivos y plataformas
tecnológicas, ha ido creciendo exponencialmente y con ello la facilidad en el
acceso, en su uso y manejo. Esta facilidad en su acceso y uso generalizado han
propiciado usos problemáticos (Echeburúa, 1999; Soto,
Miguel de y Pérez Díaz, 2018), que derivan en utilización inadecuada, en muchos
casos por una escasa educación y desconocimiento. Puede llegar a convertirse en
casos de acoso, violencia, agresión, exclusión, vulnerabilidad a través de las
redes, en la mayoría de los casos ante el desconocimiento, tanto para la
víctima como para las personas agresoras. Por tal motivo, consideramos que es
importante visibilizar conductas desiguales que se muestran en los entornos
online, y especialmente los relacionados con las diferencias entre sexos, tanto
en las relaciones de pareja como de forma generalizada en las relaciones sociales,
ya que la violencia de género y la violencia a través de las redes, en la
sociedad actual, se han convertido en una práctica habitual.
En este sentido, podríamos decir que la violencia de
género es una forma de violencia cultural, derivada de las tradiciones,
costumbres y creencias que forman parte de un sistema social patriarcal que
promueve el derecho del sexo masculino sobre el femenino a la dominación y
control. Ello conlleva la promoción de la desigualdad entre hombres y mujeres,
y la manifestación de una forma de violencia contra la mujer por el hecho de
serlo.
Centramos este trabajo en diferentes formas de
violencia que generan exclusión, vulnerabilidad y desigualdad entre sexos en
una sociedad interconectada, de la que forman parte fundamental las personas
jóvenes y adolescentes que están creciendo y siendo educadas en entornos virtualizados que los alejan de las realidades e
interconexión sociales y de entornos físicos que no llegan a poder controlar y
ante los que se encuentran desconcertados. Para las personas jóvenes y
adolescentes, el uso de las redes sociales conlleva mantener e interactuar con
sus grupos de iguales desde la pantalla, limitando sus relaciones físicas y
dificultando en general sus relaciones sociales.
En este trabajo, aportamos un estudio acerca de las
violencias a través de las redes sociales, debido a que actualmente vivimos en
una sociedad interconectada, de la que son una parte fundamental personas
jóvenes y adolescentes. En dicho contexto, el uso de las tecnologías, los
recursos y herramientas digitales y las redes sociales son importantes para
relacionarse e interactuar con los grupos de iguales, y especialmente
importante es la educación en su uso. A este respecto, tenemos que destacar que
las tecnologías digitales incrementan de forma sustancial la posibilidad de
control y presión, y por tanto las consecuencias de sus usos, favoreciendo
nuevas formas de violencia psicológica y de control, bajo falsos mitos y
normalización de comportamientos abusivos. Ello vendrá a derivar en otras
conductas de violencia a través de las redes, o conductas de violencia sexualizada en línea (Pérez Vallejo, 2019). En este aspecto,
plantemos el objetivo de analizar el uso de las redes sociales como medio de
socialización en la era de la posmodernidad, incidiendo en el debate de la
coeducación y la violencia de género entre personas jóvenes. Para ello, nos
centramos en una metodología de investigación cualitativa, mediante el análisis
documental y la revisión de la literatura, en la que finalmente se han
analizado un total de 13 documentos. Su revisión en profundidad manifiesta en
los resultados que las dinámicas que se generan en las relaciones sociales
entre personas jóvenes y adolescentes se caracterizan por situaciones de
violencia, indefensión y escasa educación, que atenta contra la privacidad, la
intimidad y la libertad de muchas personas. Ocurriendo en muchos casos, que la
naturalización de estos fenómenos, provoca efectos minimizadores
en las consecuencias y en los riesgos que puede provocar el hecho en sí.
2. Objetivos
Este trabajo se centra en realizar una revisión de la
literatura y analizar los resultados obtenidos, relacionados con el uso de las
redes sociales como medio de socialización. Como objetivos específicos se
plantean:
· Identificar
el impacto de las redes sociales en las relaciones sociales entre personas
jóvenes y adolescentes.
· Reconocer
nuevas formas de violencia que surgen en los entornos virtuales.
· Incidir
en el debate de la coeducación y la violencia de género entre
personas jóvenes y adolescentes
y su relación en entornos virtuales.
3. Metodología
La metodología de este trabajo ha sido diseñada de
manera integral, para obtener una comprensión profunda y multifacética del
impacto que están generando las relaciones sociales a través de las redes en
las personas jóvenes y adolescentes. Se busca realizar una síntesis de la
evidencia sobre el tema objeto de estudio.
En su conjunto el enfoque metodológico es de corte
cualitativo, dividido en diferentes fases, cada una de las cuales contribuye a
la construcción de un marco holístico que aborda tanto la eficacia técnica como
las necesidades de la población.
Comenzamos con una revisión de la literatura existente
sobre el uso de redes sociales en las relaciones sociales como medio de
socialización entre personas jóvenes y adolescentes. Paralelamente, se revisó
la literatura relacionada con la educación y la coeducación, la violencia de
género entre personas jóvenes y la influencia en los desarrollos sociales en
nuestros entornos, unificando después los criterios de búsqueda para el logro
de los objetivos planteados. Posteriormente, se realizó el análisis de la
literatura y agrupación de la misma en base a los resultados y semejanzas en
las temáticas y dando respuesta a los objetivos perseguidos.
La combinación de estas fases proporciona una visión
integral, abordando tanto la eficacia técnica como descriptiva. Este enfoque
metodológico busca no solamente identificar mejoras en las prácticas educativas
y coeducativas en diferentes entornos, sino en el
diseño, uso y aplicación de las redes sociales para las personas jóvenes y
adolescentes. Así, pretendemos brindar recomendaciones prácticas y éticas para
el desarrollo e implementación exitoso de tecnologías apropiadas en entornos
del mundo real. A continuación, se detalla cada uno de los aspectos
metodológicos asociados a las fases mencionadas.
El objetivo de esta la investigación fue identificar
la evidencia existente sobre el uso e impacto de las redes sociales entre
personas jóvenes y adolescentes, reconociendo nuevas formas de violencia que
surgen en los entornos virtuales Nos centramos en identificar tendencias,
enfoques previos, situaciones percibidas y desafíos asociados, así como la
eficacia de las tecnologías en la difusión y promoción de nuevas formas y situaciones
de violencia y acoso en diferentes ámbitos y entornos.
En este trabajo se han seguido pasos de revisión
sistemática, si bien no se ha llegado a cumplir con todos los criterios,
centrándonos en recopilar información de respaldo a través de un enfoque
narrativo y temático. Por tanto, el enfoque utilizado ha sido el de una
revisión narrativa (Grant y Booth,
2009), sobre tendencias, enfoques previos y lagunas identificadas, de estudios
relevantes para el contexto más amplio de esta investigación.
Se realizaron búsquedas exhaustivas en bases de datos
académicas, relacionadas con ciencias sociales, salud y género, en revistas
especializadas y congresos relevantes. Se utilizaron las bases de datos Scopus, ProQuest y Dialnet Plus (resultados reflejados en la tabla 1). Las
búsquedas se realizaron utilizando términos y combinaciones como “violencia de
género”, “redes sociales”, “jóvenes”, “adolescentes”, “violencia”, “educación”,
“coeducación” y sus descriptores. Se establecieron filtros para incluir solo
estudios escritos en inglés o español, sin restricciones temporales (debido a
la escasez de documentos localizados en una primera búsqueda, ya que se
realizaron búsquedas con limitación temporal y el número de documentos
obtenidos fue insuficiente, motivo por el cual se decidió no limitar
temporalmente el proceso de búsqueda).
Tabla 1. Bases de datos, resultados obtenidos
Bases
de Datos |
Resultados obtenidos |
Scopus |
10 |
ProQuest |
32 |
Dialnet
Plus |
732 |
Fuente: elaboración propia.
Los estudios incluidos cumplieron con los siguientes
criterios de elegibilidad: (1) Centrarse en redes sociales para las personas
jóvenes y adolescentes, (2) Las personas jóvenes y adolescentes como población
objetivo, (3) Relevancia para la violencia de género y otros tipos de violencia
contra la mujer, (4) Metodologías variadas, incluidos ensayos clínicos,
estudios cualitativos, diseños cuasiexperimentales y
revisiones sistemáticas.
Después de eliminar duplicados, se realizó la
selección y el cribado de estudios que cumplían los criterios de elegibilidad,
resultando un total de 13 documentos que formaron parte del estudio. Se realizó
una revisión inicial por título y resumen, eliminando estudios irrelevantes.
Posteriormente, se llevó a cabo una revisión exhaustiva de los textos completos
de los estudios restantes, determinando su inclusión final. El resultado del
proceso de selección de estudios queda reflejado en la figura 1.
Posteriormente, en el análisis de la literatura y
agrupación de los resultados, se extrajeron las características de los estudios
analizados y el resultado principal de cada estudio seleccionado. Para
completar esta etapa, se generó un formulario de recogida de datos siguiendo
las recomendaciones metodológicas propuestas por (Butler, Hall
y Copnell, 2016). La síntesis de datos se realizó a través de un
enfoque narrativo y temático, identificando patrones emergentes en los
resultados de los estudios incluidos y agrupando la información según temas
clave. Una vez seleccionados, se realizó un análisis temático empleando el
protocolo “Thematic Synthesis”
(Thomas y Harden, 2008) para identificar los
principales temas y subtemas relacionados con las prácticas de violencia en
redes sociales como forma de violencia de género.
4. Resultados
Históricamente, hablar de violencia de género no ha
supuesto un problema, ya que no se consideraba como tal, hasta la firma del
Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia
hacia las mujeres y la violencia doméstica, firmado en Estambul en el año 2011
y ratificado por España en 2014. Sin embargo, es en los años 90 cuando se
convierte en un tema de gran preocupación y debate a nivel internacional. Es en
1993, la Asamblea Nacional de las Naciones Unidas aprobó la Declaración sobre
la eliminación de la violencia contra la mujer. En el caso de España, fue
necesario esperar a la aprobación de la Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de
Protección Integral contra la Violencia de Género (Atenzia,
2022). Así mismo, otra normativa estatal que ampara la lucha contra la
violencia de género son la Ley Orgánica 10/2022 de 6 de septiembre de garantía
de la libertad sexual y la Ley orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la
igualdad efectiva de mujeres y hombres.
En el momento actual, las personas jóvenes y
adolescentes ven en las redes la oportunidad de mostrar una imagen de sí
mismos, de sus hobbies, de sus gustos, etc., con la intención de encontrar
aceptación y sentirse integrados en otros grupos de iguales (Martín, Pazos,
Montilla y Romero, 2016, 2016).En este sentido, las redes sociales han crecido
rápidamente en los últimos años y ofrecen un medio perfecto para conectar a
personas de todo el mundo, convirtiéndose los espacios virtuales en entornos
donde transcurre una parte importante del tiempo y de la vida social de las
personas. Las redes sociales, presentes en esta sociedad, definen en cierto
modo la forma de ser y de aprender, siendo especialmente relevantes en la etapa
adolescente (Villar, Méndez-Lois y Barreiro, 2021) y llegando a
convertirse en un medio fundamental para la socialización de las personas
jóvenes y adolescentes (Del Prete y Redón Pantoja, 2020), influyendo en sus comportamientos y
actitudes. Teniendo en cuenta estas situaciones, comportamientos y actitudes,
la idea no debe sacrificar las redes sociales y las tecnologías, sino partir de
actuaciones importantes de educación, entendiendo que disponemos de grandes
herramientas tecnológicas que utilizadas correctamente permiten interacciones
que, hasta hace escaso tiempo, eran implanteables
(Corro Borrero y López Rodríguez, 2021).
Derivado del uso de las herramientas tecnológicas y
digitales, uno de los principales riesgos que se pueden plantear es la difusión
de la desigualdad de género, que mediante el uso indebido refuerza las
estructuras sociales y culturales ya existentes y ayuda a normalizar los roles
de género. Las redes sociales y las aplicaciones móviles no provocan
desigualdades ni violencia de género por sí mismas, sino que reproducen la
realidad social existente entre mujeres y hombres. Chicas y chicos hacen un uso
diferente de las redes sociales basado en prejuicios, estereotipos y actitudes
sexistas que provocan nuevas formas de violencia de género en estas edades, o
consolidan las ya existentes en la realidad offline (Estébanez y Vázquez, 2013;
Oberst, Chamarro y Renau,
2016)
En esta línea argumental, esta revisión de la
literatura abarca estudios sobre nuevos delitos de violencia de género como
consecuencia del uso de las tecnologías y la difusión por las redes sociales de
forma ágil y rápida. Así mismo, obtenemos datos sobre nuevas expresiones de
violencia en redes sociales. En concreto, el proceso de búsqueda bibliográfica
y selección de estudios se muestra en el siguiente diagrama de flujo (Figura
1):
Figura 1: Diagrama de
flujo del proceso de selección de la literatura
Fuente: Elaboración
propia.
Tras el análisis de
los documentos obtenidos, disponemos de 13 documentos que abordan la temática
de investigación y el objetivo planteado en este trabajo, susceptibles de ser
analizados, y agrupados según análisis de la temática que aborda, reflejados en
la siguiente tabla (tabla 2).
Tabla 2. Análisis temático de estudios
que cumplen criterios
Fuente: elaboración propia.
En los documentos analizados, las fechas de
publicación se encuentran entre el año 2016 y 2022, siendo en 2022 el año que
mayor número de publicaciones refleja (gráfico 1). Esto podría ser debido a la
relevancia que se está manifestando en esta temática y la importancia en
sectores sociales, sanitarios y académicos o educativos que están haciendo
saltar muchas alarmas en comportamientos y conductas de nuestras personas
jóvenes.
Gráfico 1. Publicaciones por año
Fuente: elaboración propia.
5.1. Análisis temático de los
estudios incluidos.
5.1.1. Estudios teóricos
Esta agrupación se ha
centrado en tres documentos de corte teórico. El trabajo de Bueno Benedí (2021), pretende estudiar el surgimiento de nuevos
delitos de violencia de género como consecuencia de las nuevas tecnologías y
los medios de prueba para ello en el proceso penal, teniendo presente que
internet, y con ello las redes sociales, es una herramienta totalmente
accesible a cualquier persona. Esto hace que su uso sea intensivo, junto con el
uso de otras herramientas como las redes sociales, aplicaciones como la
mensajería instantánea o los servicios de geolocalización, y que ello propicie
la aparición de comportamientos relacionados con la violencia de género. El
autor expone en este trabajo que, con el fin de dar una mayor protección a las
víctimas de violencia de género y adaptar el propio Código Penal a las nuevas
circunstancias sociales, la reforma de la LO 1/2015, de 30 de marzo, por la que
se modifica el Código Penal, afectó a varias materias relacionadas con la
violencia contra la mujer. Se tipificó así los delitos de “stalking”,
“sexting” y “grooming”, que
surgieron como consecuencia del uso de las nuevas tecnologías, pero que no
tenían representación jurídica antes de la reforma. Anteriormente, era común
que estas conductas quedaran en la impunidad y encontráramos sentencias
absolutorias por atipicidad al no estar contempladas en el Código Penal.
Atendiendo a estas
nuevas circunstancias sociales y generacionales, surgen nuevas evidencias sobre
el ciberacoso en redes sociales e internet, contemplando, en este sentido, la
violencia de género (Pérez Vallejo, 2019). Según el autor, debido a que bajo el
mito ficticio del "amor romántico" se están normalizando conductas
abusivas o excesivamente controladoras, este es un nuevo tipo de violencia
psicológica o de control, sin otra razón que la de imponer su voluntad (la del
agresor) y seguir controlando a la víctima. Estas conductas en la red pueden
derivar en otros actos de ciberviolencia sexualizados, teniendo en cuenta que la violencia de género
puede tomar formas psicológicas en el mundo digital mediante el uso de tácticas
como el aislamiento, el control y la manipulación emocional. Por otro lado, un
dato importante en este estudio es que más de la mitad de las mujeres (55,3%)
no emprenden ninguna acción tras ser sujetos de violencia y esto se debe a la
normalización, a través del mito del amor romántico, de acciones de violencia
que están interiorizadas dentro de una relación, como los celos, el cibercontrol o el aislamiento digital. De esta forma, las
mujeres, pese a saber que son sujetos de violencia, consideran que no hay
motivos para emprender alguna acción contra este hecho (Pérez Vallejo, 2019).
Por su parte, Flores
y Browne (2017) pretenden transformar las
representaciones de violencia de género (propias del patriarcado) en una
sociedad influida por las tecnologías de la información y la comunicación,
traducido en nuevos espacios de comunicación. Es decir, Internet, las redes
sociales y su usabilidad pueden presentarse como un mundo interactivo donde se
hacen visibles los mecanismos simbólicos que perpetúan la violencia de género o
amenazan la igualdad. Esto se debe a que la red ya no se expresa sólo como un
elemento material o como un fin en sí mismo. En Internet, el paisaje parece
reflejar la realidad e incluso refuerzan ciertas conductas. Esto se debe a que
la conectividad constante da cabida a conductas como el control, la intromisión
en la privacidad, el acoso, la violencia psicológica y las amenazas que de ella
forma parte. Así, micromachismos como
“por qué tienes de amigo/a a tu ex”, “con quién estás
hablando”, “dame tu clave de Facebook”, “por qué estas conectado/a a esta hora” y expresiones de violencia explícita como los
mensajes públicos denostando al otro, o mensajes directos con carga de
violencia explícita, perpetúan el modelo de dominación hegemónica que afecta a
los géneros.
Con todo ello, las
personas jóvenes y adolescentes no son conscientes del valor de la privacidad y
la intimidad. Y sobre todo del valor de sus datos al compartirlos en las redes
sociales e internet. Viven conectados y esto hace que las personas tengan una
sobrexposición en las redes sociales. Los datos y la información que
suministran (voluntariamente) pueden ser usados por terceras personas para
quebrantar gravemente sus derechos fundamentales, su intimidad y su privacidad.
La escasa y deficiente formación digital, afectivo-sexual y en igualdad de
género, impide identificar tempranamente señales de alarma, poniendo freno a
conductas de ciberacoso y ciberviolencia de género, necesitando estrategias
transversales y multidimensionales para abordar y tomar conciencia de esta
problemática (Pérez Vallejo, 2019). La falta de madurez y la búsqueda de la
validación social hacen que las personas jóvenes y adolescentes tomen
decisiones impulsivas respecto a lo que comparten en las redes, exponiéndose a
riesgos de privacidad y seguridad que pueden tener consecuencias a largo plazo
en su bienestar emocional y social. Tales son los motivos de una buena
educación manifestando la importancia de proteger la privacidad y desarrollar
una comprensión crítica de los potenciales peligros asociados con la
exposición, y en muchos casos sobre-exposición, en las redes sociales.
5.1.2. Nuevas expresiones de violencia de género.
Actualmente, el mundo
vive en una sociedad en red, lo que ha provocado que la realidad offline y online
se interconecten, formando una sola entidad. Las líneas que separan ambas
realidades se han vuelto cada vez más difusas y, en algunos casos, inexistentes
gracias a las tecnologías digitales en general y a la red de redes en
particular. Las actividades diarias que se desarrollan en la realidad fuera de
línea se han ido introduciendo en las realidades virtuales. Surgen así
diferentes formas de violencia, digitalizada en el contexto online.
Las personas jóvenes, y adolescentes son usuarias activas
de plataformas digitales y aplicaciones a través de diferentes dispositivos,
constituyéndose un entorno digital en espacios para la sociabilidad que han
integrado múltiples fenómenos vinculados a la discriminación y la desigualdad
por razón de género, y violencia de género adaptada a las características del
uso de las redes sociales (Andrade, Guadix, Rial y Suárez, 2021).
La digitalización ha
propiciado la aparición de fenómenos relacionados con la desigualdad y la
violencia de género contra las personas jóvenes y adolescentes que en esencia
diseminan y generan actuaciones de control, intimidación y abuso hacia las
mujeres. Destacan el sexting (envío de fotos y vídeos
con contenido sexual a otras personas de manera consentida), el ciberacoso, la estereotipación y sexualización de la imagen de la mujer en
las redes sociales, difusión de información personal sin consentimiento,
recibir amenazas, suplantación virtual, difamación virtual, ciber
persecución, sextorsión, entre los más destacables.
No se puede negar que
los avances tecnológicos presentan a la sociedad una gran cantidad de
oportunidades, pero también plantean amenazas y riesgos, en particular para las
personas jóvenes. Desafortunadamente, una
creciente contrariedad es que muchos de los problemas que afectan a la sociedad
offline (como el abuso, la violencia y las adicciones) se han abierto camino en
la vida virtual. De esta forma, el bullying se
transforma en cyberbullying y el abuso en las
relaciones románticas se convierte en ciberacoso en la pareja. Siendo
destacables algunas características en el desarrollo online, como la facilidad
con la que se puede acceder desde cualquier lugar o dispositivo, el anonimato
que permite y su inmediatez vienen a agravar los problemas anteriormente
mencionados, y facilitan la aparición de nuevos problemas que son exclusivos
del entorno digital. Así mismo, se hace necesario exponer las diferencias y
posicionamientos de la población joven y adolescente en torno a las ciberagresiones y violencias de género en las redes sociales
(Esteban Ramito y Gómez Medrano, 2022).
Las situaciones de abuso de poder
(amenazas, vejaciones o control) podrían mitigarse con herramientas digitales
que ofrecen las propias plataformas webs siempre que los medios digitales sean
efectivos para impedir el acoso, el abuso, y cualquiera de los fenómenos que
tienen efectos sobre la desigualdad y la violencia de género (Larrañaga,
Monsalve, Núñez-Gómez y Rángel, 2022).
En este espacio,
hemos identificado bibliografía que da a conocer la percepción de las personas
y la visión de diferentes formas de ciber-violencia y
cómo afecta a mujeres de diferentes grupos de edad. Los tipos de ciberviolencia
que más reciben las mujeres en Instagram por sus parejas o exparejas están
ligadas a mecanismos de ciberacoso, control, privación de libertad y
aislamiento digital, teniendo como objetivo principal la dominación, la
discriminación y la perpetuación de la asimetría de poder entre mujeres y
hombres en una relación afectiva (Bajo-Pérez, 2022). Por su parte Corro Borrero
y López Rodríguez (2021) realizan el análisis del ciberacoso como expresión de
violencia de género. En esta línea, la naturalización de este fenómeno, en
determinadas ocasiones, puede tener un efecto minimizador de las consecuencias
y los riesgos que la violencia puede provocar, no solo cuando es ejercida
contra terceros, sino también cuando la violencia es recibida en primera
persona. Aunque se reconoce vivir situaciones de violencia de género, no por
ello se es más conscientes de que ésta es una forma de expresión de la
desigualdad en el uso y aprovechamiento de las nuevas tecnologías. Parece que
los actos de violencia se sitúan más como una molestia ‘propia’ de las redes.
Esto no solo expone mayormente a las victimas a sus agresores/as, sino que
refuerza la tendencia a situar la responsabilidad de los actos de violencia
hacia las personas que se atreven a desafiar las normas y que, haciéndolo,
estarían provocando y exponiéndose a determinados tipos de reacciones (Del Prete y Redón Pantoja, 2022).
5.1.3. Tecnologías, redes sociales y nuevas
violencias.
El Instituto Europeo
de la Igualdad de Género (2017) indica que existen diversas formas de
ciberviolencia entre las que figuran el ciberacoso, la pornografía no
consentida, los insultos, el ciberhostigamiento y el
acoso por motivos de género, la práctica de “tildar de prostituta”, la
pornografía no solicitada, la “extorsión sexual”, las amenazas de violación y
de muerte, el “doxing” (reunir y difundir
públicamente datos privados de alguien por internet) y la trata de seres
humanos facilitada por medios electrónicos. Además, no debe excluirse la
posibilidad de que se produzcan manifestaciones psicológicas de violencia en el
ciberespacio. La violencia en todos sus aspectos se manifiesta en los entornos
virtuales asemejándose y produciendo mayores efectos negativos en las chicas
jóvenes y adolescentes que en los casos de violencia física, ya que a través de
las redes su difusión y alcance es mucho mayor y a un ritmo mucho más ágil y
acelerado.
Esta agrupación se
centra en la violencia de género en el entorno digital y cómo afecta a
diferentes grupos de personas, en particular, mujeres y jóvenes, en sus
relaciones y experiencias en Internet (Martínez Pérez, 2017), especialmente en
el contexto de las relaciones de pareja y en el entorno de las redes sociales,
y en cómo identificar factores para su prevención (Larrañaga, Monsalve,
Núñez-Gómez y Rángel, 2022). Cada una de las
investigaciones abordan aspectos diferentes de la violencia de género digital,
como la prevalencia (Salgado-Espinosa y Salgado-Espinosa, 2022), las emociones
experimentadas, las diferencias en las conductas de violencia según variables
específicas (Villar, Méndez-Lois y Barreiro, 2021),
las experiencias de ciberacoso, la influencia de las redes sociales en
relaciones de pareja (Martín, Pazos, Montilla y Romero, 2016), la percepción de
los adolescentes sobre la violencia digital, y la prevención (Larrañaga,
Monsalve, Núñez-Gómez y Rángel, 2022) y reducción de
la violencia de género en las redes sociales.
Los principales
resultados manifiestan que la gran mayoría tratan conductas relacionadas con la
violencia de pareja en el contexto de las redes sociales (Martín, Pazos,
Montilla y Romero, 2016) incluyen intercambiar contraseñas, publicar imágenes
comprometedoras o datos perjudiciales sobre la pareja o ex pareja, usurpar
claves de correo electrónico, amenazar con revelar información privada, videos
o fotografías, y controlar las amistades y las publicaciones en redes sociales.
Muchas personas jóvenes tienen dificultades para identificar estas conductas
como violentas, ya que las consideran normales a pesar de constituir señales
claras de violencia en la pareja (Larrañaga, Monsalve, Núñez-Gómez y Rángel, 2022). Es importante destacar que el uso abusivo de
las redes sociales puede convertirse en una fuente de violencia durante
momentos de crisis o finalización de la relación (Martín, Pazos, Montilla y
Romero, 2016).
A medida que los
estereotipos de género siguen normalizándose en los entornos digitales, siguen
surgiendo desigualdades estructurales que en ocasiones pueden conducir a la
violencia, incluso en las redes sociales (Martínez Verdú,
2022). Así, la violencia virtual asume unas dimensiones y formas de expresión
invasivas, donde el cuerpo no está de una manera presente, pero sí el género;
este es un género heteronormativo, en el que los sujetos que conviven en un
mundo patriarcal son “objetos” de vulnerabilidad y de agresividad (Martínez
Pérez, 2017). Por tanto, establecer espacios sociales y comportamientos de
género, romper con los patrones establecidos, las asimetrías y el
androcentrismo existente son necesarios para adoptar un enfoque de género en la
detección de ataques en Internet (Martínez Pérez, 2017).
Por otra parte, es
necesario destacar el contenido de los ataques que las chicas jóvenes y
adolescentes reciben principalmente en redes. Ello confirma la misoginia que
existe en la red, la amplia capacidad de difundir información a través de las
redes sociales, la convierte en un factor que contribuye a la permanencia y
difusión de creencias e ideas de odio y desprecio hacia las mujeres que
alimentan preceptos machistas y conforman un discurso violento y sexista hacia
el sexo femenino (Villar, Méndez-Lois y Barreiro, 2021).
Ante estas situaciones, es
necesario seguir investigando la ciberviolencia de género que tiene lugar en
las redes sociales, focalizando el estudio en las causas y las consecuencias
para poder implantar medidas de prevención e intervención eficaces que
contribuyan a minimizar, y ayudar a erradicar la violencia contra las mujeres y
las secuelas posteriores en redes sociales (Larrañaga, Monsalve, Núñez-Gómez y Rángel, 2022).
Está claro que los riesgos en Internet no se mitigan
reduciendo la exposición pública de las adolescentes, sino favoreciendo una
educación en valores que refuerce patrones y capacidades para enfrentar los
riesgos digitales y la tranquilidad en un uso coherente de las redes sociales.
La conclusión es que este problema no afecta sólo a las adolescentes por el
hecho de ser personas jóvenes y adolescentes, sino a toda la población que hace
uso de las redes sociales y que un momento determinado puede llegar a sufrir la
vulneración de su intimidad y de su vida privada.
Por ello es necesario realizar acciones educativas
para sensibilizar, concienciar, actuar y prevenir sobre situaciones de ciberbullying, la heteronormatividad,
la ciber victimización, y todos aquellos actos
relacionados con violencia en Internet y redes sociales. Para ello, los centros
educativos juegan un papel fundamental, junto a otros agentes e instituciones,
y son piezas clave facilitando al alumnado los mecanismos esenciales en la
detección y denuncia de casos, offline y online, sobre violencia en cualquier
vertiente (Martínez Verdú, 2022; Martínez Pérez,
2017).
6. Conclusión
A lo largo de los años, la violencia de género ha sido
y sigue siendo uno de los ejemplos más evidente de superioridad, subordinación
y desigualdad entre sexos. La diferencia subjetiva entre los sexos sirve como
fundamento y medio de este tipo de violencia. En otras palabras, las mujeres
son víctimas de la violencia simplemente por ser mujeres, independientemente de
su condición social, nivel educativo, cultura o posición económica. Esta es
fruto de la ejecución y manipulación psico-emocional,
mediante la seducción y/o conquista de la víctima, lo que permite accionar el
maltrato de forma paulatina, gradual y constante, empleando la intimidación y
culpabilidad como medios para restringir a la mujer la libertad y el uso de sus
derechos (Macias-Bowen y Macías-Bowen,
2022). En este mismo sentido cualquier otro tipo de violencia, incluida la
violencia a través de redes sociales, como nuevas formas de violencia.
En la era de la posmodernidad en la que prima el
individualismo, en una sociedad egocéntrica, el culto a la perfección, al
cuerpo perfecto, se difunde por redes sociales, comunicando a la sociedad el
ideal de persona física, sin tener en cuenta la diversidad del individuo, las
diferencias en opiniones y en pensamiento y el respeto a cada una de esas
opiniones y pensamientos. En este sentido, la escasa educación en relación a la
violencia de género en cualquier entorno es extrapolable a los entornos en red,
llegando a ser visto como algo normal que no infringe reglas, ni vulnera los
derechos de otras personas. Por ello hay que adoptar una estrategia integral y
multidisciplinaria para enfrentar la desafiante tarea de erradicar la violencia
contra las mujeres de las familias, las comunidades y los Estados. Todas las
fases del proceso de socialización deben caracterizarse por la igualdad entre
las personas y el respeto a la dignidad humana. Los sistemas educativos deben
fomentar el respeto por uno mismo, el respeto por los demás y la cooperación
entre mujeres y hombres, tanto en entornos físicos como en los virtuales.
Los nuevos espacios comunicativos (ahora digitales) se
presentan como escenarios donde las expresiones violentas siguen teniendo
cabida. La hegemonía de género puede mantenerse sin esfuerzo en Internet debido
a su potente efecto masificador y desenfrenado. Este fenómeno ocurre como
resultado de las raíces que sustentan los pilares de la sociedad, arraigados en
estereotipos sexuales y violencia simbólica entre hombres y mujeres. El tiempo
ha demostrado cómo la violencia de género se reinterpreta en la cultura digital
y adquiere nuevas formas de expresión, pero sigue existiendo en la vida
cotidiana gracias a la normalización que se hace de ciertos fenómenos, sobre
todo a edades cada vez más tempranas. Con ello la violencia, de forma general,
está omnipresente en la sociedad, manifestándose a veces de forma obvia y otras
veces, menos detectable.
En el momento actual, la comunicación en redes
sociales se está acrecentando de forma vertiginosa y de manera exponencial, y
la violencia creciente en la misma medida puede llegar a dar pánico. Internet,
las redes sociales y las nuevas realidades comunicativas controladas por las
personas jóvenes y adolescentes pueden contribuir a provocar un cambio de
paradigma y una evolución en el desarrollo y en el propio uso. Sin embargo, no
deja de tener importancia que las personas son más violentas en espacios
virtuales que en situaciones presenciales, gracias al anonimato que otorgan las
tecnologías y los recursos digitales, teniendo especial relevancia el impacto
de los dispositivos tecnológicos en personas y parejas cada vez más jóvenes.
Especialmente preocupante es el patrón reiterado en
las relaciones de pareja, que han llegado a convertir las redes sociales en
foco de violencia de género entre personas jóvenes, amistades y en la propia
pareja, principalmente en momentos de crisis o al final de una relación. Han
llegado a convertirse en relevantes los insultos a través de las redes
sociales, el hostigamiento virtual, la exclusión social, la difusión de
contenido íntimo sin consentimiento de la víctima, la sextorsión,
sexting y el grooming.
Todo ello viene generado por los estereotipos que
prevalecen en nuestra sociedad y que se acrecientan en las redes sociales y se
difunden a través de Internet, dando importancia a las características físicas
de las mujeres, discriminando a aquellas personas que no cumplen con los roles
y estereotipos asignados socialmente, ayudando así a perpetuar las violencias
en todos sus sentidos. Ante todas estas situaciones, las vivencias y emociones que
más se experimentan son impotencia, ansiedad, desesperación, miedo, vergüenza,
tristeza, angustia y depresión.
En este sentido, es necesario en primer lugar tomar
conciencia de las nuevas situaciones que acontecen a nuestro alrededor y los
nuevos escenarios que plantea el paradigma digital. Siendo conscientes de ello
podremos afrontar, actuar y prevenir situaciones de desventaja, de
vulnerabilidad y de exclusión de población especialmente desfavorecida a lo
largo de la historia, podremos educar en educación para la libertad de
expresión, podremos educar con sentido de igualdad entre personas y con
conciencia de desarrollo personal, previniendo situaciones de violencia entre
personas, y no teniendo que hacer discriminaciones por violencia de género
cuando la educación se realice en igualdad y respeto. Es necesaria una
regulación integral en materia digital, y sobre todo centrar la importancia de
la educación digital, de la educación afectivo-sexual y de la igualdad de
género y la concienciación sobre este fenómeno, identificando de forma temprana
las señales de alarma y actuando de forma activa y regulada contra la
ciberviolencia, y específicamente contra la ciberviolencia de género.
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