De las aulas a las hormonas.
El secuestro de la coeducación por el patriarcado neoliberal
From classrooms to hormones. The hijacking of
coeducation by neoliberal patriarchy
Silvia
Carrasco |
Ana Hidalgo Urtiaga |
Universitat Autònoma de Barcelona - España |
Docentes
Feministas por la Coeducación - España |
Resumen
Desde la aprobación de la Ley Orgánica 3/2007, de 22
de marzo, de Igualdad entre Mujeres y Hombres, las leyes educativas deben
incluir explícitamente la Coeducación o educación para la igualdad en
todas las etapas del sistema educativo y en la formación del profesorado como
herramienta para lograrla. Sin embargo, no solo no se ha consolidado, sino que
en 2014 empezó a ser suplantada por nociones basadas en la teoría queer ajenas y contrarias a sus objetivos. El artículo
expone este proceso y su impacto en la salud de la población menor, con una
incidencia desproporcionada entre las adolescentes, ante la inacción política y
el silencio informativo, a pesar de la preocupante evidencia disponible en
España y a nivel internacional.
Palabras clave: coeducación,
igualdad, teoría queer, transgenerismo, modelo
afirmativo, menores, feminismo.
Abstract
Since the adoption
of the Spanish Equality Act (Organic
Law 3/2007, of 22 March, on Equality between
Women and Men), the education laws
must include Coeducation, or education for equality at all stages of the education
system and in teacher
training as a key tool for achieving it.
However, not only has it never
been developed, but in 2014 it began to be supplanted by notions inspired
by queer theory, at the far end of its
goals. The paper unveils this
process and its impact on the
health of underage children, where adolescent girls are overrepresented, amidst political inaction and media silence despite the worrying evidence
available in Spain and internationally.
Keywords:
coeducation,
equality, queer theory, transgenderism, affirmative model, minors, feminism.
1. Introducción
La coeducación entró
por la puerta grande en las políticas progresistas en España, al menos sobre el
papel, fruto de la presión política y el trabajo ingente de investigación y
reflexión de las educadoras feministas de la transición y el primer período de la
recuperación democrática (ver, por ejemplo, Subirats
y Brullet, 1988; Barrio, 1996; Abad, 2020; Subirats
y Tomé, 2007; Simón, 2008). La
profunda reforma educativa progresista que supuso la LOGSE en los noventa no
solamente amplió la educación obligatoria desde las primeras etapas hasta la
instauración de una educación secundaria obligatoria, sino que introdujo un eje
transversal que debía impregnar de educación para la igualdad la
totalidad del currículum en todos sus niveles de concreción.
La LOE, aprobada por
el sector conservador y conocida como “ley de calidad”, si bien no abjuró de la
formulación teórica de la coeducación sí la dejó en papel mojado, sin recursos
y sin llegar a desarrollarla. El siguiente impulso a la coeducación vino de la
mano de un nuevo gobierno progresista y de las políticas de igualdad, con la
aprobación de la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, de Igualdad entre
Mujeres y Hombres, cuyo objetivo era hacer real y efectiva aquella igualdad
proclamada por la Constitución Española de 1978 en todos los ámbitos de la
sociedad.
Según dicta la ley,
en España, la coeducación, o educación para la igualdad, debe estar
integrada en todas las etapas del sistema educativo, en los contenidos
curriculares y en las prácticas escolares, así como en la formación del
profesorado, como herramienta clave para lograrla. Este mandato se concreta en
cuatro artículos del Capítulo II del Título I de la ley: el artículo 23, donde
se menciona explícitamente la coeducación como educación para la igualdad; el
artículo 24, que establece la igualdad como objetivo esencial en todas las
políticas educativas; el artículo 25, que extiende explícitamente la igualdad
como eje en la educación superior y objeto de la investigación educativa; y el
artículo 26, que va más allá de las etapas educativas, introduciendo el
objetivo de lograr la igualdad en la creación artística e intelectual, es decir,
las proporcionar oportunidades y afianzar la consideración de las mujeres como
pensadoras y creadoras.
A diferencia de las
legislaciones de otros países, en los que el concepto de coeducación se asimila
aún hoy a la escuela mixta (reunir en las mismas aulas y exponer a los mismos
contenidos al alumnado de ambos sexos), la ley de igualdad española -orgánica
y, por lo tanto, del más alto rango- establece la obligatoriedad de llevar a
cabo una completa transformación de la educación para transformar la sociedad:
superar la educación androcéntrica en todos los contenidos y el modelo de
escuela creada y pensada para los hombres.
Aunque ha habido
innegables avances en igualdad en el sistema educativo[1]
y se impulsaron múltiples iniciativas para conocer con detalle las
desigualdades experimentadas por niñas y jóvenes en su paso por las
instituciones educativas[2],
las resistencias para llevar la coeducación a la práctica han sido recurrentes,
en gran parte debidas a la falta de un apoyo político real y sostenido en el
tiempo ante tan ambiciosos objetivos. Objetivos, por otra parte, simplemente
justos y lógicos en una democracia. Han sido las maestras y profesoras
feministas de todas las etapas educativas quienes han tenido que hacer frente
con su trabajo a entornos profesionales hostiles a una verdadera educación para
la igualdad entre mujeres y hombres. Una labor aún más difícil porque en
paralelo se ha ido desarrollando una reacción antifeminista en la sociedad, con
la proliferación de discursos y comportamientos abiertamente retrógrados y
machistas entre el alumnado, así como de discursos culturalistas ante el
menoscabo de los derechos educativos de las alumnas de ciertos entornos. Basta
recordar la popularización de términos como feminazi,
que tantas profesoras feministas empezaron a escuchar en sus propios puestos de
trabajo además de en los medios de comunicación en los años noventa. El
Instituto Nacional de Estadística reveló en 2019 que los delitos sexuales les
cometidos por adolescentes entre 14 y 17 años habían crecido un 70 % en cuatro
años. El barómetro Juventud y género 2021 realizado por el Centro Reina
Sofía indicó que está creciendo el porcentaje de chicos entre 15 a 29 años que
niega la violencia de género o le resta importancia.
Estas eran las preocupaciones
más recurrentes entre las profesoras que intentaban educar para la igualdad
entre mujeres y hombres en las etapas educativas no universitarias y entre las
investigadoras feministas en educación. Sin embargo, ya desde antes de la
pandemia Covid-19 empezamos a ser conscientes de un nuevo fenómeno que
planteaba una resignificación completa de los principios y los objetivos de la
coeducación, las ideas transgeneristas, que se presentaban como un avance
indiscutible utilizando su nombre y venían respaldadas por las autoridades
educativas en muchas Comunidades Autónomas.
En
el curso 2019-2020 nos pusimos a investigar y documentar su origen, estrategias
y consecuencias para el alumnado y, en 2021, nos adentramos en el análisis de
su impacto en la salud de la población menor, alertadas por los datos y las
reacciones que ya se estaban dando a conocer sobre la situación en otros países
de nuestro entorno. Fruto de estas investigaciones se publicaron en noviembre
de 2022, con apenas días de diferencia, el libro La coeducación secuestrada.
Crítica feminista a la penetración de las ideas transgeneristas en la educación,
coordinada por Silvia Carrasco, con Ana Hidalgo, Araceli Muñoz y Marina Pibernat, y el informe De hombres adultos a niñas
adolescentes: cambios, tendencias e interrogantes sobre la población atendida
por el Servei Trànsit en
Cataluña (2012-2021), elaborado por un equipo multidisciplinario[3]
de la asociación Feministes de Catalunya, también
coordinado por Silvia Carrasco. Los resultados de ambos estudios nos permiten
reconstruir el itinerario que induce y conduce de las aulas a las hormonas
a un número creciente de niñas, niños y adolescentes en España, convertidos de
por vida en dependientes de fármacos que no necesitan y los llevan incluso a
mutilar sus cuerpos, a partir de una supuesta y muy dañina transgresión o huida
identitaria. Y ello a partir de contenidos anticientíficos que se presentan
como “coeducación” y que sirven, como veremos y entre otras cosas, a un nuevo
nicho de mercado a costa de su salud.
Ambos
textos fueron inmediatamente difundidos en ruedas de prensa y presentaciones, y
enviados a diputadas y diputados, a la presidencia de la Comisión de Igualdad
del Congreso de los Diputados, institutos de la mujer, consejerías de
educación, consejos escolares, colegios profesionales del sector sanitario,
sindicatos y partidos, así como a los medios de comunicación, mientras se
estaba tramitando por una injustificable via de
urgencia (Domingo, 2022) la Ley 4/2023 para la igualdad real y efectiva de
las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas
LGTBI, conocida como “ley trans”. A pesar de las evidencias que muestran
las consecuencias negativas para los derechos de las mujeres y de la infancia,
pero también para las personas homosexuales y las que sufren disforia y
rechazan su cuerpo sexuado, y de la protesta continuada del movimiento
feminista, la ley se aprobó el 28 de febrero de 2023. A diferencia de lo que ha
ocurrido con investigaciones similares en otros países, en España el silencio
político y mediático ha sido y sigue siendo absoluto. Pero unos meses más
tarde, en septiembre de 2023, fuimos invitadas a presentar nuestras
investigaciones en un Coloquio internacional en París organizado por el Observatoire de la Petite
Sirène, con especialistas mundiales como el
británico David Bell, exdirector y principal denunciante de la mala praxis de
la unidad de tratamiento de la identidad de género para menores de la Clínica Tavistock-Portman de Londres, o el canadiense Kenneth Zücker, uno de los mayores especialistas mundiales en
disforia de género infantil. También formamos parte entonces del grupo de 67
expertos que comparecieron en el Senado francés[4]
mientras se debatía la oportunidad de legislar en un sentido parecido al de España.
El texto de este artículo esencialmente reproduce aquella contribución que, de
forma resumida, señala los resultados más importantes de las investigaciones
que hemos realizado[5].
2. El desarrollo legislativo: de la
ficción medicolegal a la imposición de la “realidad
trans”
Entre
2007 y 2023 se produjo una transformación crucial en la legislación española
que empezó con la aprobación de la Ley 3/2007, del 15 de marzo, reguladora de
la Rectificación Registral de la Mención relativa al Sexo de las Personas
(ahora substituida por la actual “ley trans”), una ley inicialmente pensada
para dar salida o aliviar la situación de un colectivo minoritario, aquellos
casos de personas adultas, mayoritariamente hombres, con severa disforia de
género (malestar producido por el rechazo de sus atributos sexuales y fuerte
deseo de pertenecer al sexo contrario) que podrían constar a todos los efectos
como mujeres sin serlo. Pero también fue la primera vez que se interpretó el
género como una identidad, siguiendo los objetivos de los llamados principios
de Yogyakarta, sin valor jurídico alguno y fruto de una reunión privada
financiada por una gran empresa transhumanista, la
Fundación ARCUS. Una semana más tarde, se aprobó la importante ley de igualdad
entre mujeres y hombres ya mencionada y plenamente vigente que, como era de
esperar, adoptó la definición de género como opresión patriarcal contra las
mujeres contenida en el Convenio de Estambul, tratado internacional vinculante
suscrito por España cuyo objetivo es erradicar todas las formas de violencia
contra mujeres y niñas por el hecho de serlo. Y aunque debería haber
prevalecido esta última definición, lo cierto es que el desarrollo de leyes,
normativas y protocolos autonómicos y estatales posteriores en los ámbitos de
la no discriminación, la educación y la sanidad fue consolidando la primera
acepción. Así, la ficción medicolegal adoptada para
un colectivo minoritario ha acabado substituida por el relato contrario: el de
la supuesta existencia real de una “identidad de género” al margen de la realidad
biológica. La contradicción frontal de estas ideas con la ley de igualdad entre
mujeres y hombres es que esas identidades de género definidas como “realidad”
reproducen completamente los estereotipos sexistas construidos por cada
sociedad de lo que considera propio de niñas y mujeres o de niños y hombres que
pretende abolir la coeducación.
Según estas ideas, el
sexo no se observa, sino que se asigna al observar el cuerpo y se impone
arbitrariamente sobre las personas sin contemplar su identidad sentida. Esta
supuesta “realidad trans” implica la existencia de una “infancia trans” y,
consiguientemente, de un “alumnado trans”. En su lúcido análisis de la
construcción de la infancia y la adolescencia trans, Heather
Brunskell-Evans y Michèle
Moore (2017; 2019) sostienen que defender la existencia de una infancia trans
es el pretexto perfecto del transactivismo adulto
porque permite fundamentar la reclamación de normativas legales que “reduzcan
su sufrimiento cuanto antes”. Además, el relato se instala en las siglas del
colectivo LGB, que defiende los derechos basados en la orientación sexual,
convirtiéndolo en un conjunto de identidades, como “personas LGBTIQ+”.
Este
es el planteamiento que lleva finalmente a la aprobación de la Ley 4/2023,
para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la
garantía de los derechos de las personas LGTBI el 28 de febrero de 2023.
Los tres ejes de esta ley son claros: 1) la autodeterminación, es decir, la
elección del sexo legal, en el censo y en el documento de identidad a todos los
efectos, porque se elimina la categoría objetiva del sexo y se substituye por
la categoría subjetiva de identidad de género, lo que convierte en papel mojado
las políticas de igualdad entre mujeres y hombres en todos los campos; 2) la
prohibición del diagnóstico y el abordaje psicoterapéutico del malestar con el
cuerpo por considerarlo terapia de conversión, en favor de la llamada “despatologización” de la disforia de género; 3) la
criminalización de la discrepancia respecto a esta creencia, que pasa a ser
considerada delito de odio, transfobia, y se invierte la carga de la prueba,
contra el principio fundamental de un Estado de Derecho, que es el
mantenimiento de la inocencia y la obligación de demostrar con evidencias la
culpabilidad. Esto incluye multas y sanciones de inhabilitación a los
profesionales de la salud que no sigan el llamado “modelo afirmativo”.
Al empezar a
investigar sobre las nuevas ideas que se presentaban como nuevo impulso a la
coeducación en los centros y en la formación del profesorado, pudimos constatar
que, en realidad, la “ley trans” española solo iba a introducir una novedad, la
elección legal del sexo en el censo, una competencia exclusiva del Estado. El
resto de los contenidos ya se encontraba en las más de cuarenta normativas y
protocolos “trans” aprobados desde 2014 por las puertas de atrás de los
parlamentos autonómicos, con plenas competencias en educación, salud, deporte,
justicia, etc. Sin información pública ni debate social en los medios de
comunicación y con el consenso de partidos políticos de todas las ideologías.
Las únicas menciones que se difundían presentaban inequívocamente las nuevas
normativas como avances en derechos humanos.
3. La seducción transgenerista
en las aulas y su legitimación académica
Como hemos señalado,
se observaba entre las profesoras una seria preocupación por el aumento de la
violencia contra las alumnas y el negacionismo de la
violencia entre los alumnos desde edades cada vez más tempranas. Por esta
razón, vieron con alegría, pero también con sorpresa lo que parecía un mayor
compromiso de las autoridades educativas con la coeducación –es decir, con la
educación para la igualdad entre mujeres y hombres, que nunca se habían tomado
muy en serio. Sin embargo, el relato recurrente entre profesoras de todas las
etapas y de distintas comunidades autónomas que participaron en la
investigación fue su sorpresa al descubrir que los contenidos impartidos no
tenían nada que ver con las bases de la educación para la igualdad sino con la
introducción de los conceptos identidad de género y diversidad sexual. Se
presentaba como la toma de conciencia y la necesidad de formación y adaptación
escolar a la “realidad trans” en los centros educativos, es decir, la
existencia de alumnas y alumnos que sufren porque su verdadera identidad no se
corresponde con las características sexuales masculinas o femeninas de su
cuerpo. Una supuesta realidad que se presenta como largamente ignorada y que
reclama urgentemente atención e inclusión, aunque en todas las experiencias
compartidas por el profesorado los casos de alumnado que se declara trans se
disparan a partir de dos situaciones: la exposición a los contenidos de
talleres que promueven ideas transgeneristas para autoexplorar
la identidad del alumnado y a los de una cultura audiovisual y unas redes
sociales que se centran en presentar lo trans como transgresor.
Además de la
recopilación de casos y de testimonios de profesorado y familias, en las fases
preliminares de la investigación se lleva a cabo un análisis de los programas
educativos y de los materiales y documentos de las asociaciones a las que son
derivados los y las menores y sus familias, acudiendo a “talleres de formación”
dirigidos a profesorado y familias por parte de autoridades, sindicatos y
asociaciones. La creación de la asociación de Docentes Feministas por la
Coeducación, DoFemCo, que reúne profesoras de todas
las etapas educativas y de muchas comunidades autónomas permite ampliar la base
de datos y analizar recurrencias y singularidades en una multiplicidad de
contextos. Estos materiales se ven enriquecidos por los más de cuarenta
testimonios que participan en el primer congreso internacional online que
realiza la asociación, con familiares y profesorado de distintos países que
muestran trayectorias y efectos similares de la propagación de las ideas
transgeneristas en las instituciones educativas. Esto incluye el impacto y la
aceleración de estos cambios en la universidad, cuyas unidades y observatorios
de igualdad, dispositivos claves para el desarrollo de una universidad más
igualitaria que fueron impulsados a raíz de la ley de igualdad, se convierten
en los principales propagadores de la nueva hegemonía “transinclusiva”
y queer que transforman normativas,
formularios y objetivos de los planes de igualdad.
La investigación
realizada con nuestras compañeras Araceli Muños y Marina Pibernat,
que contó con la colaboración de otras integrantes de DoFemCo,
publicada en La Coeducación secuestrada, nos permite reconstruir y
mostrar el contexto, la estrategia y el impacto de la penetración de las ideas
transgeneristas en el alumnado y la fabricación de la infancia y la
adolescencia trans.
El contexto:
Como investigadoras
feministas constatamos que nos hallamos ante una ofensiva muy bien financiada
por el capital de las grandes corporaciones farmacéuticas contra los derechos
de las mujeres y de la infancia porque nos hemos convertido en la materia prima
de lo que podemos denominar el mercado de la vida (Carrasco, 2022), en esta
nueva fase del capitalismo neoliberal que dispone de nuestros cuerpos. Y se
lleva a cabo un perfecto ejercicio de resignificación de la agenda feminista
para lograrlo: la explotación sexual se convierte en trabajo sexual liberador,
la explotación reproductiva se convierte en una retórica altruista para
satisfacer el derecho a ser padres, la violencia machista ya no se ejerce
contra las mujeres sino contra colectivos oprimidos por su identidad
sexualmente disidente del patriarcado, etc. Así, para hacer no solo aceptable,
sino también deseable convertirse en “trans”, la ideología transgenerista
que convierte a miles de menores sanos en enfermos crónicos y dependientes de
hormonas y otros fármacos durante toda su vida, esta se beneficia
fundamentalmente de dos nociones queer: 1) la
reducción de toda la realidad del sexo a la performatividad, aquello que se
actúa y se construye socialmente, rechazando criterios objetivos y
materialmente definidos de lo real; y 2) la disociación del yo respecto al
cuerpo, como si existiera una identidad inmaterial completamente ajena al
mismo. Ambas ideas se presentan como transgresiones liberadoras y
contestatarias muy atractivas para la adolescencia.
Las esferas de
penetración son tres: 1) las leyes y protocolos que se van aprobando sin ruido
y mezclados con derechos, como los protocolos educativos trans vigentes en 14
de las 17 CCAA; 2) los medios de comunicación y la industria cultural que
consumen la infancia y adolescencia; 3) la escuela, que es un acceso asegurado
a toda la generación menor a través de cambios en los contenidos curriculares y
una legitimación académica y social de la “nueva verdad”. El proceso de
seducción y reclutamiento tiene lugar a través de cinco fases que hemos
identificado: 1) la disociación cuerpo / identidad como realidad; 2) el sexo
como espectro para “superar el corsé represor del binarismo”; 3) el proceso de
descubrimiento de la propia identidad; 4) la transgresión que supera el
binarismo y su celebración social entre pares y entorno como nueva identidad;
5) la toma de conciencia, falsa toma de conciencia, de pertenecer a un
colectivo oprimido que se enfrenta al sistema por el hecho de “ser trans” o de
asumir la ideología transgenerista.
Gráfico 1. Las fases de la seducción transgenerista en la adolescencia
Fuente: elaboración propia.
La estrategia:
Realizamos asimismo
un análisis pormenorizado de los medios y productos audiovisuales que consume
la infancia y la adolescencia y comparte en la escuela como espacio de
socialización prioritario, así como de las leyes y protocolos educativos en sus
contenidos y redefiniciones.
Observamos cómo se
multiplica la propaganda mediática de la “nueva realidad trans” en todos los
medios de comunicación y en la industria del entretenimiento, que llega incluso
a la programación de dibujos animados infantiles además de las noticias y
documentales continuos, las reintepretaciones de la
historia, la inclusión de personajes trans siempre positivos incluso en
adaptaciones audiovisuales de obras literarias que no tenían ningún personaje
trans. La creación de iconos trans y la influencia de los youtubers más
seguidos muestra la captación a través de las redes, de la que más adelante
veremos un ejemplo del impacto en cifras. No hace falta decir que la exclusión
de debates y, por lo tanto, de voces críticas que expresen dudas tanto en la escuela
como en los medios no solo es absoluta, sino que se presenta a menudo como la
fuente principal de opresión.
Los protocolos
educativos, con pocas variaciones entre sí, introducen ideas anticientíficas en
las asignaturas y, progresivamente, en libros de texto, como las siguientes: se
puede nacer en un cuerpo equivocado, la especie humana no es binaria, el sexo
es un espectro y se puede cambiar, el género es una identidad, se asigna un
sexo al nacer erróneamente “solo mirando los genitales”, la orientación sexual
es como la identidad de género, hay cerebros de chicos y cerebros de chicas y,
según las preferencias en juegos, vestidos y amistades se sabe si una criatura
es niño o niña. De hecho, al menos seis de las características que describían
en el DSM-5 el cuadro de disforia -ahora incongruencia- de género en la
infancia se basa en indicadores socioculturales de este tipo, lo que no resiste
el más mínimo análisis comparativo entre distintas sociedades.
En los protocolos y
orientaciones, se anima a las instituciones educativas a exponer al alumnado a
ejercicios de “sensibilización” para descubrir su verdadera identidad,
ejercicios que imparten asociaciones transactivistas
directamente dentro de la escuela, que a su vez figuran en la mayoría de los
protocolos como coautoras de estos y consultoras prioritarias para los casos
que surjan. Y también se anima a adaptar las instalaciones de los centros, por
ejemplo, los llamados baños inclusivos (aunque la investigación sintetizada por
DoFemCo en 2022 muestre el grave peligro que
suponen), actividades deportivas según el género o el sexo sentido (el uso de
términos varía), normativas y formularios para que la identidad sentida se
pueda expresar, etc. Pero lo más graves es que en los protocolos se pide al
profesorado que informe si las familias aceptan o no la “auténtica” identidad
de género de sus hijos e hijas, porque si no es así y, por ejemplo, proponen
una exploración psicológica, se puede abrir un expediente por maltrato con
serias consecuencias. Lo mismo se aplica al profesorado que no “afirma” la autoidentificación del alumnado o que se hace preguntas
sobre el origen de su malestar.
Todo ello contribuye
a la tergiversación y la suplantación de la Coeducación; ya no se trata de
superar el androcentrismo en el currículo, ni de promover el conocimiento de
las contribuciones y las experiencias de las mujeres en la historia de la
humanidad, ni de educar para prevenir la violencia contra las mujeres, sino de
reconocer y descubrir personajes trans que fueron reprimidos (en esta categoría
puede entrar todo personaje femenino que sobresaliera en cualquier campo) y
prevenir la lgtbifobia. En la universidad y en el
resto de las instituciones educativas ya es indisociable la expresión
“violencias machistas y lgtbifóbicas” y la hegemonía
de las nociones queer en un número cada vez mayor de
disciplinas, desde las ciencias sociales a las ciencias biomédicas.
El impacto:
Siguiendo los que
establecen los protocolos y las leyes autonómicas, todo este ideario debe ser
aplicado en los centros educativos por parte del profesorado y acatado por las
familias. Analizamos, para ello, el impacto que todo esto tiene en escuelas,
institutos y universidades y en las familias a partir de casos reales de todas
las etapas educativas, así como los libros de texto, actividades en las aulas,
cursos y talleres de “sensibilización” del profesorado, contenidos de la
formación del profesorado en las universidades, temarios de oposiciones para
acceder a plazas públicas de profesor en las etapas de educación
preuniversitaria, etc.
Por ejemplo,
mostramos cómo esta imposición ideológica atenta contra el derecho a la
libertad de expresión y de cátedra y pone en riesgo derechos laborales del
profesorado, ante el silencio o la colaboración de los sindicatos. Se trata de
una verdadera instrumentalización y censura del profesorado, que se convierte
en el principal vehículo involuntario del ideario transgenerista.
Y también hay que contar con un número súbitamente importante de profesorado
activista pro-trans que se presenta a los cargos de “coordinación de igualdad”
en los institutos. Por otra parte, las autoridades educativas recomiendan al
profesorado que dirija al “alumnado que cree que puede ser trans” a las
asociaciones trans, como ya hemos mencionado más arriba.
También a través del
análisis de las asociaciones de “familias trans”, financiadas con fondos
públicos y privados, observamos la presión y el chantaje que se ejerce sobre
las familias ante la disyuntiva entre “afirmación de la nueva identidad” de su
hija o de su hijo o “alto riesgo de suicidio”. En esta línea, se ha recopilado
información sobre las actividades que realizan para crear “comunidad trans”,
como charlas y excursiones, incluso campamentos para infancia trans que llevan
años organizándose en muchas ciudades. Por ejemplo, solo en la ciudad de Málaga
se realizaron 4 campamentos trans en verano de 2022. Y en una población de
200.000 habitantes cercana a Barcelona, existen 3 asociaciones trans, para
padres, jóvenes y pequeña infancia, que reciben subvenciones y a las que son
derivados los casos que acuden a consultar dudas en el hospital local.
En las redes, los
adolescentes reciben instrucciones sobre cómo tratar con sus familias, que
frases y argumentos utilizar, y cómo unirse a “otra familia” que les va a querer “tal como son”, con personajes como el
conocido caso del transactivista Jeffrey Marsh que se presenta como la mamá de internet y
ayuda a conseguir binders (fajas ultracompresivas que aplastan el pecho) y hormonas sin que
las familias lo sepan. Este proceso contribuye a la reinterpretación de la
información necesaria para un correcto diagnóstico a partir del ideario,
substituyendo a los profesionales de la salud mental y favoreciendo el
“autodiagnóstico” de cada menor después de los ejercicios de inducción a
“explorar la propia identidad de género” que complementan la “sensibilización”
escolar.
El número de casos
aumenta exponencialmente en la adolescencia, seducida por las ideas queer y, finalmente, cautiva del Big Pharma.
En muchos casos de los analizados se puede observar la existencia de
situaciones de vulnerabilidad psicosocial, por cuestiones coyunturales,
familiares o bien de personalidad (abusos, violencia, separaciones, existencia
de otros problemas mentales, etc.), que típicamente encuentran un relato y una
propuesta como respuesta a múltiples malestares difíciles de gestionar en la
adolescencia[6].
Pero las cosas a menudo ocurren de forma muy sencilla y rápida porque todas las
esferas de propaganda confluyen. Aitor, el nombre actual de una niña que
“descubrió” en clase a los 5 años que era un niño al hacer los ejercicios
sumamente sexistas de exploración de su identidad de género -les gustaba
trepar, jugar al fútbol, llevar pantalones y pelo corto como su hermano, no
quería ser como su hermana mayor…- se lo dijo a la profesora, que celebró ante
toda la clase su “coming out”,
su salida del armario. Llamó a su familia, firme creyente en la
autodeterminación, llevaron a la niña a Naizen,
asociación vasca de familias trans, y de ahí a la unidad de tratamiento de la
identidad de género del hospital de referencia para estimar cuándo se le podría
iniciar el tratamiento con bloqueadores de la pubertad, que finalmente empezó a
los 9 años, al inicio de la fase Tanner 2, que tendrá
afectaciones graves en su desarrollo general y le impedirá experimentar placer
sexual cuando sea mayor. También llevaron a cabo los rituales de “donar toda su
ropa de niña” y cortarse el pelo (como ejemplos paradigmáticos de estereotipos
sexistas) y cambiar de nombre. Pero también empezaron a dar entrevistas a los
medios, porque realmente estamos ante un trasfondo problemático en las
dinámicas familiares que queda camuflado con estos procesos.
Por otra parte, son
numerosos los casos de chicas adolescentes que han sufrido algún abuso sexual
y/o que empiezan por declararse no binarias, huyendo de la feminidad, de la
condición de ser mujer, y se declaran trans. Hemos observado a chicas que al
empezar a vivir como chicos trans y empezar a tener una novia, incluso se
comportan de forma machista y despreciativa con ella, imitando el lamentable
comportamiento de muchos chicos. Este es un aspecto aún nada estudiado en este
ámbito que nos atañe especialmente por lo que respecta a la coeducación.
En cualquier caso, el
recorrido es claro: de los medios y las redes, a través de las aulas, a las
hormonas, con una sobrerrepresentación de chicas sobre chicos y sin que nadie
se haga preguntas.
Nuestra investigación
muestra de forma clara la necesidad urgente de recuperar la verdadera
Coeducación, una educación feminista y una reflexión sobre la importancia del
feminismo como crítica y como resistencia política ante el avance de esta
ofensiva del patriarcado neoliberal. No es por azar que nuestro trabajo no
pueda estar expuesto en los escaparates de las librerías, que muchas se nieguen
a hacer presentaciones y que tenga que venir la policía a protegernos cuando
nos invitan a hacerlo. De hecho, hacer callar a las mujeres es una consigna
clásica del patriarcado de todos los tiempos, ¡al menos ahora no nos cortan la
cabeza como a Olympe de Gouges!
Veamos qué ha
ocurrido mientras tanto en la atención sanitaria en los casos de “menores
trans”.
4. El acceso a las hormonas, la
consolidación del reclutamiento vitalicio
Mientras estábamos
analizando y redactando los resultados de la investigación sobre el contexto
educativo, desde la plataforma de asociaciones feministas estatal Confluencia
Movimiento Feminista decidimos solicitar los datos de tratamientos hormonales y
cirugías por edad, sexo y año a todas las consejerías de sanidad autonómicas y
también al Ministerio de Sanidad, que debería centralizarlos. Durante meses no
obtuvimos respuesta alguna, pero desde la asociación Feministes
de Catalunya apelamos a la Comisión de Garantía del Derecho de Acceso a la
Información Pública de la Generalitat, que debe facilitarlos, con el debido
anonimato, con fines de investigación. Tras varias reuniones logramos una base
de datos que nos permitió realizar un tratamiento estadístico descriptivo
inédito en España. Nuestro objetivo era conocer el alcance el alcance y las
características del “fenómeno trans” desde la implantación del llamado “modelo
afirmativo”, que los protocolos sanitarios habían convertido en obligatorio, en
la única respuesta posible.
Como toda la legislación basada en la
ideología transgenerista, la ley trans catalana
aprobada en octubre de 2014 propugna el llamado “modelo afirmativo” de
tratamiento de la disforia de género, que se basa en el autodiagnóstico de la
persona, tenga la edad que tenga, en la creencia de que se puede nacer en un
cuerpo equivocado, y en el derecho al tratamiento hormonal y quirúrgico para
adaptar el cuerpo a la “identidad de género sentida”.
Los datos fueron proporcionados por el Departament de Salut de la
Generalitat de Catalunya sobre los casos atendidos por el Servei
Trànsit cuya misión es la “atención a las personas
trans”, entre 2012, año en el que empezó a funcionar, y 2021. Aunque los datos
presentaban algunas irregularidades y no se proporcionaron con el nivel de
desagregación que necesitábamos, la explotación pudo reconstruir la evolución
del número de casos y las tendencias por edad, sexo y tipo de tipo de intervención
o tratamiento (consulta psicológica, hormonación o cirugía) cuando fue posible.
El informe está disponible en catalán, castellano, inglés y francés (ver
Referencias) y fue registrado en el Parlament de
Catalunya para poder presentarlo en la Comisión de Salud el 8 de noviembre de
2022 (algo que no se ha producido) y enviado a todos los miembros del Congreso
de los Diputados tres meses antes de la aprobación de la “ley trans”.
Conocíamos lo que estaba ocurriendo en los
países de nuestro entorno. En septiembre de 2018, el ministerio de igualdad del
Reino Unido ante el aumento del 4400% de niñas solicitantes de tratamientos de
transición en menos de una década encargó una investigación independiente y
exhaustiva. Ya con las conclusiones del informe inicial (Cass
interim report) de la
primavera de 2022, se intervino de forma inmediata en la unidad de identidad de
género de la clínica Tavistock-Portman que atendía a
la población menor, se anunció su cierre y se revisó su modelo de atención.
Entre otras cosas observaron que no había registro ni evaluación fiable de los
resultados obtenidos con los tratamientos aplicados, que carecen de consenso
médico y cuyos protocolos habían sido denunciados por parte de su personal, y
no se había aplicado un abordaje psicológico prioritario a partir de las
preguntas clave ante cualquier intervención: la primera, qué les pasaba a estas
niñas, y por qué y, la segunda, por qué había una sobrerrepresentación de
menores con vulnerabilidades psico-sociales entre
quienes se declaraban “trans” y solicitan transiciones de género.
En Suecia, en 2021, el Hospital Karolinska decretó la finalización de los tratamientos a
menores con bloqueadores de la pubertad y hormonas cruzadas tras un estudio
longitudinal que mostraba que la salud mental de los menores no mejoraba con el
tratamiento y, en cambio, sí causaba graves lesiones. Desde entonces apuestan
por un abordaje psicológico y ético de la angustia de los menores que rechazan
su cuerpo, según su propia formulación. En Finlandia, desde 2020 y a partir de
estudios con resultados similares de los servicios de atención a menores con
disforia de género, decidieron aplicar medidas aún más drásticas, desmarcándose
de los estándares marcados por el WPATH (World
Professional Association for
Transgender Health) y
apostando por la psicoterapia por encima de cualquier tratamiento hormonal o de
cirugía a los menores de 25 años. En cambio, los protocolos españoles, que
siguen el “modelo afirmativo”, lo prohíben lo prohíben de forma explícita.
Los resultados de Cataluña son inapelables.
El volumen total de casos atendidos entre
2012 y 2021 es de más de 5500 personas, con un aumento exponencial, de
más del 7000%: los nuevos casos anuales se han cuadruplicado entre 2016 a 2021
y solo los del año 2021 ya suponen el 25% de los casos de los 10 años
analizados. Solo este dato ya permite establecer una conexión entre el aumento
de la exposición de la población menor a redes por el confinamiento y cómo se
ha disparado el número de “casos trans”. Porque la media de edad ha caído 12
años de 2012 a 2021, pasando de 34 a 22 años de media y observamos cómo el Servei Trànsit atiende cada vez a
más mujeres y a más menores, con un patrón de edad y sexo claramente
diferenciado, que revela casuísticas muy dispares
- Entre los menores de 0 a 9 predominan los
niños
- En los grupos de edad de 10 a 14 y de 15 a
25 predominan las chicas
- En el grupo de edad de mayores de 30 años
predominan los hombres, siendo más del 70%
Existe, por lo tanto, un cambio acelerado en
el patrón demográfico de la población atendida: de hombres a mujeres y de
adultos a menores. La mayoría de los casos de menores de edad son niñas y la
mayoría de los casos de mayores de edad son hombres. Pero el aumento es
alarmante entre las niñas preadolescentes y adolescentes: el 70% de los casos
en los grupos de edad de 10 a 14 años y de 15 a 18 años son mujeres y, aunque
el incremento es también alarmante en el caso de los niños, solo entre 2015 y
2021 se ha producido un incremento del 5700% de niñas de 10 a 14 años entre los
casos tratados por el Servei Trànsit.
Por si esto pareciera poco, existe un
porcentaje igualmente alarmante de casos en los que no se registra el sexo de
las personas atendidas -algo insólito en una actuación médica-, que llega a ser
de más del 10% en estos mismos grupos de edad. Por las tendencias observadas y
la triangulación con datos de otras fuentes (que hablan de “personas no
binarias”), se puede inferir que se trata de chicas.
Finalmente, aunque los datos por tratamiento
y edad nunca se facilitaron (tampoco per sexo, pero las intervenciones permiten
lógicamente deducirlo), la mayoría de los casos atendidos reciben tratamiento
hormonal; de hecho, en un informe de 2016, el propio Servei
Trànsit reconoce sin problemas que en el 87% de los
casos se proporciona la receta de las hormonas en la primera visita.
De estos alarmantes resultados se desprenden
muchos interrogantes. Sintetizamos aquí los que plantea el Informe:
·
¿Por qué hay un número creciente de casos en
los que no se recoge el sexo? ¿Es el Departament de Salut el que fija los criterios para recoger datos o es a
discreción de cada unidad? ¿Cómo es posible que no se registre el sexo de la
persona atendida en un acto médico que, además, está centrado en los caracteres
sexuales?
·
¿Tiene el Departament
de Salut datos sobre el alcance del modelo afirmativo
en pediatría, sin pasar por Trànsit? ¿Y en la sanidad
privada? ¿Cuántos niños, niñas y adolescentes están recibiendo tratamientos
hormonales? ¿A cuántas adolescentes se les están practicando mastectomías?
·
¿Cuál es la evidencia científica que apoya
estos tratamientos? ¿Se están investigando los efectos secundarios en los y las
menores tratados por Trànsit?
·
¿Cuánto tiempo pasa desde la primera visita
hasta que se inicia un tratamiento hormonal en menores?
·
¿Cómo se producen las derivaciones, es decir,
cómo acaban acudiendo al Servei Trànsit
las y los menores atendidos? ¿Qué papel juegan los centros educativos? ¿Y las
entidades transactivistas?
·
¿Cuáles son las trayectorias de tratamiento?
¿Qué seguimiento se realiza después de recetar el tratamiento hormonal y hasta
cuándo se hace seguimiento?
·
¿Hay
personas que, una vez iniciado el tratamiento, hayan querido abandonarlo? ¿Cuál
es el protocolo de actuación en este caso?
·
Pero, por encima de todo, ¿a qué atribuye el Departament de Salut el cambio
tan marcado en la composición demográfica de las personas atendidas por el Servei Trànsit, y este aumento
exponencial tanto del volumen global, como de menores como, muy especialmente,
de niñas adolescentes?
Cuando empezamos a
tener datos de otras CCAA observamos que describían las mismas tendencias
alarmantes. De hecho, aunque al final recibimos datos dispares y difícilmente
comparables sin un gran trabajo de depuración, logramos realizar el informe El
impacto del modelo afirmativo en la salud de personas adultas y menores en
España en enero de 2023 basándonos en los que nos remitieron 13 CCAA,
también enviado a todas las autoridades y medios de comunicación.
También en enero de
2023 el Consejo que reúne a todos los colegios profesionales de médicos en
Cataluña presentó un documento de posición alertando sobre la prescripción de
fármacos off-label (fuera de ficha técnica) a menores
físicamente sanos. De hecho, ningún fármaco destinado a alimentar un malestar
psíquico reducir el sufrimiento que provoca, este planteamiento sería
inaceptable en cualquier otro ámbito médico. Este documento cita como
referencia nuestro estudio elogiando el rigor de su elaboración, pero nada de
ello pudo frenar la aprobación de la ley que, como ya hemos mencionado,
consolida ideas y planteamientos de intervención directamente contrarios a la
educación para la igualdad y prescinde del primer principio del juramento hipocrático
propio de la profesión médica: Primero, no hacer daño (primum
non nocere).
No podemos aceptar que cada vez más menores
rechacen su cuerpo sexuado y, muy especialmente, que cada vez más niñas,
adolescentes y jóvenes no quieran ser mujeres, sin que nuestra sociedad les
preste atención que les debe, mientras se destroza su salud de forma
irreversible y son abocadas a la dependencia farmacológica de por vida, lejos
de resolver las razones de su malestar. El aumento exponencial de la presión
estética y la hipersexualización, paralela a la búsqueda de aprobación en redes
a través de la imagen, el aumento de la violencia sexual, el mensaje y el
mandato de género por complacer y al mismo tiempo, para mercantilizar su
“capital erótico, parecen resultar insoportables para tantas niñas y
adolescentes. También son ellas las que desbordan las estadísticas de salud
mental que se observa en los centros educativos que vemos, por ejemplo, en la
incidencia de las autolesiones. En paralelo, es necesario prestar igualmente
atención al número creciente de chicos que no parecen identificarse con los
modelos reforzados de masculinidad adolescente basados en la violencia y
afectado por la pornificación, también perjudicado por esta falsa huida que
proporcionan las ideas transgeneristas.
Se trata todavía de hipótesis, pero es
imprescindible poder formular las preguntas clave para investigar estos
malestares y recuperar la coeducación, que es una herramienta emancipadora para
ellas y también para ellos frente al patriarcado neoliberal.
5. Algo se mueve en la sanidad, pero la
coeducación sigue secuestrada
En febrero de 2024, la Organización Mundial
de la Salud (OMS), a raíz de las presiones de asociaciones médicas y
organizaciones feministas lideradas por la Society for Evidence-Based Gender Medicine (SEGM) se vio obligada a modificar sus
nuevas orientaciones sobre la “salud transgénero” en el caso de los menores.
Declaró que no iba a incluir ninguna recomendación sobre infancia y
adolescencia ni sobre el impacto a largo plazo del “modelo afirmativo” con
bloqueadores de la pubertad y hormonas cruzadas porque la evidencia sobre sus
supuestos beneficios es diversa y limitada. Este mismo mes, el modelo
afirmativo, también llamado modelo holandés, fue puesto en cuarentena en el
país que le da nombre.
En marzo de 2024, se desvelaron varias
conversaciones privadas entre el personal sanitario del World
Professionals for Transgender Health (WPATH) que
demostraban una negligencia profesional escalofriante en el tratamiento con
bloqueadores de la pubertad y hormonas cruzadas: de nuevo, ni los menores ni
sus familias fueron informados adecuadamente de sus riesgos y efectos a largo
plazo. Efectos que incluyen, según la investigación más reciente: atrofia del
crecimiento, falta de maduración sexual, futura anorgasmia e impotencia,
aumento del colesterol, osteoporosis, infertilidad, depresión o fatiga crónica,
entre otros. Medios y periodistas se hicieron eco de ello fuera de España, por
ejemplo, en el medio crítico con la ideología de la identidad de género UnHeard, y la revelación se hizo viral en pocas horas.
Por último, ya en abril de 2024 se publicó la
versión completa del Informe Cass, dirigido por la
prestigiosa pediatra Hilary Cass, que ha trabajado
durante cuatro años sobre el impacto del “modelo afirmativo” y el tratamiento
hormonal de menores con disforia de género. Sus conclusiones son demoledoras y
todos los periódicos importantes del Reino Unido y de otros países lo
publicaron en portada. El informe demuestra que el tratamiento proporcionado
durante años a los menores con bloqueadores de la pubertad y hormonas cruzadas
carece de fundamento, se ha aplicado de forma negligente, sus efectos son
nocivos e irreversibles (además de conducir a cirugías como la amputación de
mamas, pene, etc.) y no hay evidencia de posibles beneficios para su salud
mental.
Resulta satisfactorio para nuestro doble
análisis que el Informe Cass también señale el impacto del entorno educativo y
mediático que ha contribuido al aumento exponencial de casos de disforia de
género en la infancia y la adolescencia, aunque no exista en el Reino Unido ni
en ningún otro país una investigación específica como La Coeducación
secuestrada. Así, corrobora la existencia del trayecto que sostenemos que
empieza suplantando legalmente la educación para la igualdad en las aulas y
acaba conduciendo a las hormonas a un número creciente de menores. Este
trayecto solo enriquece a la industria médico-farmacéutica de la identidad de
género que, evidentemente, persigue objetivos en las antípodas de la ampliación
de derechos humanos.
La práctica docente
coeducativa no puede prescindir de este análisis (Hidalgo, 2022: 219) hoy en
día. En los últimos párrafos de La Coeducación secuestrada, sosteníamos:
“Sheila Jeffreys (2014) evoca el optimismo de los años setenta del
pasado siglo cuando las asociaciones y sindicatos de profesoras emprendieron la
labor de erradicar de roles de género sexistas de los libros de texto y lo
contrasta con el «giro de ciencia ficción» a medida que avanza el siglo XXI, en
el cual el Gobierno es quien parece proteger y preservar tales roles,
elevándolos a la categoría de identidad. Lejos de lograr una sociedad más
igualitaria, con este giro, los privilegios de los hombres permanecen intactos
mientras se produce la contraofensiva patriarcal contra los derechos de las
mujeres y contra la agenda feminista”.
Nuestro reto más
importante es, en estos momentos, acabar con el secuestro de la coeducación,
porque parece que la evidencia médica está empezando a socavar la hegemonía del
modelo afirmativo de tratamiento de la disforia de género. Un reto que empieza
por la toma de conciencia y al que sin duda contribuye este monográfico.
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transmisión de los géneros en la escuela mixta. Madrid: Instituto de la
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Subirats, Marina y Tomé, Amparo (2007). Balones fuera:
reconstruir los espacios desde la coeducación. Barcelona: Octaedro.
[1] Según el informe Igualdad en
cifras 2021 del Ministerio de
Educación y Formación Profesional, el 84 % de las alumnas titula en ESO y el 63
% en Bachillerato, frente al 74 % y el 48 % de los alumnos. Su presencia es
menor en Formación Profesional básica y de grado medio, pero se iguala en grado
superior. Son mayoría entre el alumnado universitario (55,6 %) y muestran un
mayor sentimiento de pertenencia a la institución educativa que los chicos (el
73 % frente al 62 %). Su tasa de abandono escolar temprano se sitúa en la media
de la UE, por debajo del 10% (Eurostat 2022).
[2] Creación de la Colección Mujeres en la
Educación, colaboración entre el Instituto de la Mujer y el Centro de
Investigación y Documentación Educativa (CIDE) del Ministerio de Educación, de
colecciones sobre coeducación o género y educación en editoriales (Graó y
Narcea, entre otras), de talleres y seminarios en los Institutos de Ciencias de
la Educación en las universidades y en los centros de formación del
profesorado, así como de convocatorias oficiales específicas de investigación e
innovación.
[3] Equipo de investigación cuyas componentes deben mantener
su identidad en el anonimato para evitar serios perjuicios en sus puestos de
trabajo y en el desarrollo de sus carreras.
[4] La senadora Jacqueline Eustache-Brinio fue la responsable del Groupe de travail sur la transidentification des mineurs. Agradecemos a las profesoras Céline Masson y
Jacqueline Eliacheff, del Observatoire de la Pétite Sirène, a quienes se
encargó la lista de expertas y expertos, la invitación a participar en ambos
eventos.
[5] Las referencias de este texto se limitan a las que se
han añadido al texto original. El resto exhaustivo de referencias se encuentran
en las dos publicaciones que se resumen aquí.
[6] La asociación AMANDA, de familias con adolescentes que se
declaran súbitamente “trans”, como síntoma de la llamada Disforia de Género de
Inicio Rápido descrita por la Dra. Lisa Littman, es un referente para las
asociaciones que se organizan en otros paises: https://www.amandafamilias.org/ [25/06/2024].
En Francia, existe la asociación equivalente
Ypomoni: https://ypomoni.org/ [25/06/2024].