El
hexagrama de la continuidad (II Parte)
The hexagram
of continuity (Part II)
|
Lucy Garrido |
|
AFM - Articulación Feminista Marcosur
- Uruguay |
Resumen
Este artículo no es estrictamente
académico en el sentido de que su autora no es sólo profesora de literatura, es
también periodista y algo parecido a una creativa publicitaria. El objetivo es
dar cuenta de un panorama sobre las últimas décadas de lucha feminista en
América Latina y Caribe. Soy consciente de que este relato, escrito por alguien
diferente a mí, enfocaría otros temas, relataría otras acciones y lo haría en
otro estilo. La metodología se ha basado tanto en fuentes secundarias como en
la observación participante. Es entonces un relato en que prima la
subjetividad, pero como tanto ha sostenido la Academia en las últimas décadas,
el conocimiento feminista es un conocimiento situado, y esta es la perspectiva
situada del devenir de aquello que arrancó en la Cuarta Conferencia Mundial de
la Mujer en 1995.
Palabras clave: movimiento feminista, feminismo,
América Latina, conocimiento situado, subjetividad.
Abstract
This article is not strictly
academic in the sense that its
author is not only a literature
professor but also a journalist and something of an advertising creative. The objective is
to provide an overview of the last few decades
of feminist struggle in Latin America and the Caribbean. I am aware that this
account, written by someone other
than myself, would focus on
other topics, recount other actions,
and do so in a different style.
The methodology was based on
both secondary sources and participant observation.It is, therefore, an account
in which subjectivity prevails, but as the Academy has so consistently maintained in recent decades, feminist knowledge is situated knowledge.
Keywords: feminist movement, feminism, Latín America, situated knowledge, subjectivity.
1. Introducción: ¿Por que hablar de algo que sucedió
en 1995?
En el
artículo “El hexagrama de la continuidad” -
que escribí a pedido de Cladem y Cotidiano Mujer al
finalizar la IV Conferencia Mundial de la Mujer que tuvo lugar en Beijin, en 1995 - decía que al regresar a nuestros países,
las latinoamericanas probablemente estuviéramos repitiendo
“En mi vida vuelvo a comer arroz”. “Basta de calor, de lluvias, de barro […]”. “Estoy harta de ir de Beijing a Huairou,
¿sabés a qué hora tengo que levantarme?”; “¡Otra vez reunión de las agencias y no nos enteramos?”;
“Haber llegado hasta acá y ni siquiera pude ver el Templo del
Cielo”; “Con todas estas batas de seda ¿qué hago? ¿pongo una
boutique?”; “Deliro por una costilla jugosa […] ”; “Al final ¿valió la pena?” (Garrido, 1995: 8).
Y agregué
que cuando la señora que limpiaba en el liceo donde yo daba clases, sabía que
en el Foro de Huairou la Confederación
Latinoamericana de Empleadas Domésticas había organizado un taller, y cuando
mis estudiantes querían saber cómo habíamos hecho para ocupar y copar las
escaleras mecánicas en las Naciones Unidas se me fueron las dudas: valió la
pena.
Porque para
nuestra región, que para ese entonces ya había tenido su VI Encuentro Feminista
de Latinoamérica y el Caribe (los EFLAC nacieron en Colombia en 1981 ) la
Conferencia de Beijing fue el “pretexto” para generar un proceso de
coordinación regional que fuera más allá del “texto” - la Plataforma de Acción-
en el que queríamos incidir. Cuando llegamos a Beijing ya habíamos pasado por
la Conferencia Regional sobre la Mujer ( CEPAL 1994, Mar del Plata, Argentina )
y se habían armado grupos de comunicación, redes, coordinaciones nacionales y
subregionales que se encargaron de que en el Foro de Huairou,
la Carpa de las latinoamericanas y caribeñas,
“[…] con su
Frida de madera articulada […] daba la bienvenida no
sólo a la diversidad, también al despelote: por ejemplo, unas disertaban
adelante sobre “los procesos de integración” y otras discutían atrás, sobre
si el espacio para exponer los materiales de las centroamericanas era más chico
o más grande que el de las andinas. O llegaba Rigoberta Menchú sin que nadie
estuviera enterada y entonces nos perdíamos la oportunidad de avisarle a la
prensa. O alguien traducía al inglés justo cuando no había nadie del Caribe
anglófono” (Garrido, 1995: 9).
Diversa y
desordenada - como nosotras mismas - la carpa fue convocante tanto de las
especialistas en lobby como de las especialmente basistas,
y pasaron por ella desde delegaciones oficiales hasta Amnistía Internacional o
las mujeres saharauis, mixes y mapuches. Desde UNIFEM y UNICEF hasta “el Instituto de la Mujer de España y unas cuantas españolas que
estaban en contra del Instituto […]” decía ese mismo artículo.
Escribe
Virginia Vargas (2024: 163) “50 años de feminismos en América Latina y el Caribe:
Reflexiones a 30 años de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing”
que “Este
acercamiento a la enorme diversidad de mujeres fue una de las contribuciones
más contundentes a la IV Conferencia. No era solo de la mujer a secas. Era de
las mujeres diversas que, desde allí, aportaban y alimentaban otras formas de
ser mujer.”
No nos
bastaba con las reuniones de los colectivos feministas para analizar al
patriarcado, comentar a Simone de Beauvoir, o
aprender a usar el especulo para encontrar el Punto G. Quienes fuimos a la IV
Conferencia en Beijing lo hicimos porque queríamos, desde la autonomía del
movimiento feminista, incidir en los Estados, conquistar derechos y exigir
políticas públicas que acabaran con la discriminación y tuvieran la igualdad
como horizonte concreto. Teníamos que lograr una Plataforma de Acción Mundial
que levantara la mayoría de los corchetes que el Vaticano había conseguido
ponerle al texto y se transformara en un instrumento político para la lucha a
nivel nacional.
La
estrategia del “texto como pretexto”, en síntesis de Cecilia Olea, nos
fortaleció como región, y el Foro de Huairou fue el
espacio que nos dio capacidad para realizar dos acciones políticas muy
difundidas por la prensa y televisión extranjeras. La primera consistió en que
Virginia Vargas, quien debía leer el discurso de la región ante la Asamblea General,
luego de saludar a las delegaciones dijera
“[…] parecería que en
este concierto de palabras todo está dicho. Casi todo, menos cómo lograr la
justicia económica. Casi todo, menos con que mecanismos y recursos implementar
la Plataforma. En estos casos tal vez el silencio sea más elocuente.” y acto seguido se callara. Y se
calló. Se calló durante dos minutos interminables mientras desplegaba la
pancarta “Mecanismos claros. Recursos adicionales. Justicia
económica” (Vargas, 2024: 171).
Esos mismos
textos generaron la segunda acción: fueron levantados en pequeños carteles por latinoamericanas
y caribeñas cuando decidieron subir y bajar continuamente por las escaleras
mecánicas impidiendo que las delegaciones gubernamentales pudieran pasar de un
piso a otro. Ambas acciones terminaron con la guardia de las Naciones Unidas
impidiéndonos continuar.
Además de
un jet lag que no se acababa nunca, de infinidad de anécdotas y paisajes
increíbles, Beijing nos enseñó dos cosas fundamentales: por un lado, que la PAM
no era un techo sino un piso que debía funcionar como herramienta política para
utilizar en nuestros países e ir más allá de lo que el documento decía; y por
otro, que aún con nuestras diferencias y discrepancias, las redes y
articulaciones éramos capaces de trabajar coordinadamente, acordar estrategias
e incidir en los espacios intergubernamentales de la región.
2. Diversas pero no dispersas
Cada uno de
los 15 encuentros feministas regionales que llevamos realizados en estos 40
años tuvo características y énfasis distintos, pero hay algo de lo que no se
salvó ninguno: más allá del tema que trataran todos fueron atravesados por el
debate sobre autonomía, diversidad, inclusión, racismo. Y por las eternas filas
para el almuerzo. Y por la confusión de las inscripciones. Y por aquello y lo
otro. Por eso
cada tres
años me digo que al próximo sí que no voy a ir.
Sin
embargo, vuelvo, porque los EFLAC son el espacio en el que entre 1200 y 2000
feministas de todos los países se dispone al análisis del contexto regional y
de los escenarios, al intercambio de información directa, a la articulación de
estrategias conjuntas y a la disputa y el diálogo entre las viejas y nuevas
generaciones.
Los EFLAC
han contribuido enormemente a la fuerza que los movimientos de mujeres y
feministas adquirieron en la región. Como dije en “Diversas
pero no dispersas”[1] alcanza con ver las multitudinarias
marchas de los 8 de marzo, para darse cuenta de la acumulación política
lograda.
“Tanto denunciar,
explicar, proponer, organizar, salir a la calle, dieron su fruto. Va quedando
claro que cuando las feministas hablamos del derecho a decidir sobre el propio
cuerpo, sobre no ser ciudadanas de segunda categoría, no estamos hablando solo
de nosotras y del aborto. Estamos diciendo no a la discriminación contra las
mujeres pero también contra los pueblos indígenas, contra las poblaciones
afrodescendientes [...] estamos hablando de la igualdad de derechos y de la
libertad de todos y todas. Estamos debatiendo sobre que tan profunda queremos
que sea la democracia” (Garrido, 2018a) .
Fue en los
EFLAC donde surgieron y se nutrieron varias de las organizaciones que hacían comunicación
feminista ( FEM, Fempress, Isis Internacional, Debate
Feminista, Estudos Feministas, Cotidiano Mujer, Radio
Fire, Radio Tierra, etc. ) así como los encuentros
regionales de mujeres negras y de mujeres lesbianas, y casi todas las redes
temáticas o identitarias de un movimiento que logró regionalizar el 28 de
Setiembre como Día por la Despenalización del Aborto y universalizar el 25 de
noviembre contra la violencia sobre las mujeres.
Son
innegables los avances logrados en gran parte de la región en cuanto a
ampliación de derechos, legislación contra la violencia y el feminicidio,
igualdad salarial, paridad, salud sexual y reproductiva, despenalización del
aborto, mecanismos de género, etc. Egresan más mujeres que hombres de las
universidades e ingresan muchas más que antes al trabajo profesional, en un
continente que supo tener 6 Presidentas al mismo tiempo.
En las
últimas décadas el activismo de las organizaciones de mujeres y feministas ha
ido creciendo hasta volverse imparable y las inmensas manifestaciones
callejeras por toda nuestra región, incluidas las pequeñas localidades donde
antes ninguna mujer se atrevía a abrir la boca, lo demuestran. La
despenalización del aborto en la Ciudad de México en el 2007 fue seguida por la
despenalización en Uruguay en el 2012. Y la marea siguió avanzando hasta
hacerse pañuelo verde en Argentina, mano naranja en Chile y despenalización
hasta la semana 24 en Colombia, empujado por el movimiento Causa Justa. Y continúa,
porque 18 años después (pese al retroceso de Roe vs. Wade
en los Estados Unidos ) en la mayoría de los Estados mexicanos el aborto ha
sido despenalizado.
En este
contexto regional y global donde políticos ignorantes y vendidos van de la mano
con el fanatismo religioso y el capital transnacional, gritar la consigna “América
latina será toda feminista” es la provocación de una lucha contra hegemónica
que implica trabajar en conjunto con otras expresiones del feminismo y desde
allí en alianza con otros movimientos.
3. El Consenso de Quito
La experiencia acumulada en los
encuentros feministas y en el proceso del pre y post Beijing desembocó en un
fuerte trabajo de incidencia hacia las conferencias sobre la mujer que la CEPAL
organiza cada tres años, enfocadas en una agenda regional por la igualdad y la
autonomía de las mujeres.
En el prólogo del libro “Apuntes sobre el pensamiento y la acción feminista en la
región: la AFM en la CEPAL” dice Line Bareiro
que la CEPAL, que había nacido en 1948 a instancias del Consejo Económico y
Social de las Naciones Unidas, “con los años se convirtió
en un gran referente para el desarrollo produciendo una visión regional en
diversos campos y su Unidad de la Mujer” (ahora División de Asuntos de
Género, gracias a la lucha de Sonia Montaño, y la secretaria ejecutiva que
ejerció Alicia Bárcena en la CEPAL) “fue fundamental para
que se escucharan las voces de las latinoamericanas y caribeñas, tanto de las
delegadas gubernamentales como de las integrantes de la sociedad civil, y para
la construcción de una agenda por la igualdad y la autonomía de la mitad de la
población de la región […]” (Bareiro, 2019: 5).
La X
Conferencia de la Mujer de América Latina y el Caribe realizada en Quito en
2007 fue un antes y un después en la historia de los consensos regionales .
Entre otros avances, se resaltó la importancia del carácter laico de los
Estados y se consideró que los derechos sexuales y reproductivos eran condición
indispensable para la participación de las mujeres tanto en el trabajo
remunerado como en la toma de decisiones y la vida política. Hubo consenso en
igualar los derechos y las condiciones del trabajo doméstico con los demás
trabajos remunerados, en lograr la paridad en las instituciones del Estado y en
desarrollar los sistemas de cuidado.
Así como las organizaciones
feministas fueron clave en la incidencia hacia las delegaciones nacionales y en
el trabajo que desplegaron para obtener una declaración conjunta ( además de la
de la que, por su parte, tuvieron las mujeres jóvenes, las mujeres negras y las
mujeres indígenas ) también lo fueron a la hora de monitorear los resultados
del consenso. La Articulación Feminista MARCOSUR ( AFM ) generó el ISOQuito: una herramienta cuantitativa, técnica y política
que hasta el día de hoy, presentándose conferencia tras conferencia, produce un
ranking integrado por indicadores fiables que dan cuenta de los avances y retrocesos
sobre lo consensuado en las conferencias respecto a la igualdad y la autonomía
de las mujeres.
El Consenso de Quito y los que le
siguieron - fuertemente acompañados por la incidencia de las redes y
organizaciones feministas, incluidas las de los movimientos indígenas,
afroamericanos, jóvenes y de la diversidad sexual - fueron acordando que si “La igualdad es el horizonte” (Bárcena, 2014: 2) el
reconocimiento de la autonomía política, económica y física de las mujeres,
debía ser central. La pandemia demostró hasta qué punto lo era, y se hizo
evidente lo que varias académicas feministas - empezando por la pionera María Angeles Durán - estaban sosteniendo desde varios años antes
sobre el uso del tiempo, el trabajo no remunerado, y el cuidado como derecho.
Así llegamos hasta el Consenso de Buenos Aires que acuerda el rumbo en toda la
región hacia la sociedad de los cuidados.
Dice la AFM (Articulación Feminista
Marcosur) en sus “10 Tesis
para abordar los debates y las políticas hacia la sociedad de los cuidados”
que:
“[…] las políticas sobre el cuidado desafían tanto una ética
social y ecológica como una ética de la vida humana. […] (AFM, 2022: 2).
“No hay política de cuidados sin cambio cultural. Para transformar la injusta división sexual de los trabajos que
sostienen nuestras economías y la reproducción de la vida es necesario un
cambio cultural en las relaciones sociales entre mujeres y hombres y también
entre generaciones, de manera que el cuidado haga parte del universo de todos
los seres humanos en la sociedad (Ibídem: 7).
4. El Consenso de Montevideo
En el 2013 durante la I Conferencia
Regional de Población y Desarrollo, América Latina y el Caribe produce el Consenso de Montevideo (Celade,
CEPAL ), el documento intergubernamental mas avanzando del mundo en términos de
derechos, incluidos los derechos sexuales y reproductivos.
Cinco años después, en la III CRPyD realizada en Lima, Perú, los oscurantistas de siempre
habían recrudecido sus ataques, golpe a golpe, en todos los foros regionales.
Dije en esa ocasión, invitada a participar de una de las mesas,
“No es por
casualidad que cuando las calles de nuestro continente se llenan de mujeres y
de jóvenes que se saben titulares de derechos conquistados verso a verso en las
ultimas décadas, ellos, golpe a golpe, apuñalen muchachas que marchan por la
legalización del aborto en Chile, o que en Nicaragua salgan golpe a golpe,
contra las feministas y los estudiantes que verso a verso, denuncian a un
gobierno traidor, corrupto y asesino” (Garrido, 2018a: 2)
En Colombia
y Perú, después del Consenso de Montevideo, los aprendices de Torquemada pretendieron
derribar las guías de educación integral en sexualidad, sin lograrlo. Pero
pudieron prohibir la palabra “género” en Paraguay, que fue borrada de los
textos y comunicaciones del sistema educativo. No es por casualidad que al
impulso de los derechos y de las luchas por la igualdad, se le quiera imponer
este freno retrogrado y medieval.
No tienen
nada de nuevo, son los mismos que antes estuvieron contra el divorcio, contra
el voto femenino, contra la emancipación económica de las mujeres. Están contra
las feministas y están en contra de la idea misma de igualdad, de libertad,
justicia, solidaridad, democracia. Son las Naciones Unidas, el multilateralismo
y la propia Declaración de los Derechos Humanos la que está siendo atacada.
Gracias a
las crisis del sistema capitalista, a su alianza con las transnacionales de la
comunicación y a su poderío económico, a la manipulación de la gente por el
miedo, ahora, en el 2025 la derecha más retrógrada podrá estar gobernando en
varios países, si, pero está desesperada porque sabe que perderá la batalla por
la hegemonía cultural. Si el campo de los derechos humanos, los derechos de las
mujeres, de los pueblos, de las juventudes, no se hubiera ampliado y estuviese
avanzando, ¿para qué tomarse tanto trabajo en destruirlo? ¿En pretender
erradicar, incluso, las palabras?
Ahora es
cuando más se necesita que los gobiernos democráticos y las Naciones Unidas
respondan, no con obediencia a los bravucones sino desde la ética más laica y
republicana.
5. Tu boca fundamental
En enero
del 2002, en pleno Foro Social Mundial, se lanzó la campaña “Contra los fundamentalismos, lo fundamental es la gente”, un
muy buen ejemplo para ilustrar los avances que las feministas hemos logrado
hacer respecto a los mensajes, a los soportes comunicativos y a la forma misma
de relacionarnos con los y las periodistas, los propios medios de comunicación
y las agencias publicitarias.
Realizada por la AFM, la campaña fue original en denunciar a “los”
fundamentalismos en plural en una coyuntura en la que el atentado contra las
Torres Gemelas ponía en la mira a toda la población musulmana, olvidando que
existía el fundamentalismo económico y político y que todos ellos tenían algo
en común: el pensamiento único. Naciera este de un libro religioso o de un
acuerdo con el FMI.
La
campaña se animó a utilizar tanto en el contenido como en sus imágenes,
herramientas que venían del mundo publicitario, al que el movimiento feminista
no estaba acostumbrado. Gigantografías con rostros
evidentemente diversos y sonrientes cuya boca aparecía tapada por una banda
negra, tarjetas con esos mismos rostros invitando a borrar la banda para que
apareciera la frase “Ganamos otra boca más contra los fundamentalismos”,
antifaces que emulaban la boca, camisetas y polos con el lema “Tu boca
fundamental”, videos, etc. Los rostros de la campaña sonreían porque los
fundamentalistas condenan la risa, por eso el humor se transformó en uno de los
principales recursos para lograr la empatía en la recepción del mensaje. Eso
nos ayudó a difundir la campaña de manera que pudiera ser utilizada por las
organizaciones de mujeres y de jóvenes tanto en Asunción como en Nueva York, en
Bombay como en Bilbao o Montevideo.
En casi
toda la región y aunque a distinto ritmo, la comunicación feminista fue
cambiando el lugar desde el que hablaba. No dejamos de hacer talleres sobre la
violencia sexual, sino que empezamos a acompañar las denuncias de pedofilia en
la Santa Madre Iglesia. Seguimos reclamando que había pocas mujeres en los
medios y la publicidad nos trataba como a objetos. Pero nos atrevimos a hablar
desde la fuerza que, sin saberlo, estábamos creando. Hasta que con las
feministas también cambiaron los equipos creativos y unos cuantos periodistas y
medios de comunicación. Desgraciadamente (o no) aún hay quienes siguen usando
la viñeta aquella con la brujita y la escoba, pero ya las feministas somos
fuente de información veraz, generamos noticias, muchas están dirigiendo secciones,
revistas y periódicos, y varias son jefas de cuenta o dueñas de agencias de
publicidad.
6. El violador eres tú
En el 2015,
en Brasil, el abuso sexual hacia una muchacha se viralizó
en las redes que se llenaron de testimonios contra la violencia machista. El ciberactivismo se combinó con las calles y plazas
abarrotadas defendiendo el derecho a decidir y desencadenando lo que se dio en
llamar la “primavera de las mujeres”. A su
vez, miles de mujeres negras confluyeron en Brasilia después de un año de
preparación, Estado por Estado, en la “Marcha contra el racismo, el machismo y
por el buen vivir”. Sin embargo, dice Lilian Celiberti
que:
“Las fuerzas desplegadas
por esa maravillosa primavera de voces y rostros, de ocupaciones de centros de
estudio por parte de adolescentes y movimientos como “Lute como
una minina”, encontraron una respuesta brutal en el golpe parlamentario contra
la Presidenta Dilma Rousseff y el desmontaje
progresivo de políticas públicas destinadas a garantizar derechos sociales a grandes mayorías. Los asesinatos
de lideresas sociales como Marielle Franco, en
el marco de un despojo brutal de dignidad y derechos que abre paso al racismo
desembozado y los más rancios discursos de odio homofóbicos y fascistas” (Celiberti, 2019: 122).
En Chile,
por la misma época, y precediendo “la revuelta social” del 2019, generaciones
de feministas jóvenes visibilizan la violencia, el acoso y abuso sexual en las
universidades con denuncias masivas contra profesores y estudiantes. En mayo
del 2018 se suceden las marchas “contra la cultura de la violación” y “por una
educación no sexista” a las que se suman las feministas de generaciones
anteriores. En junio ya sumaban 32 las universidades ocupadas. Poco tiempo
después el colectivo de Valparaíso “Las Tesis” con la performance “Un violador
en tu camino” daba la vuelta al mundo: “Y la culpa no era
mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía. El violador eres tú”.
En Uruguay,
en pleno COVID pero contagiadas por el entusiasmo y la fuerza feminista de la
región, nació el hashtag Varones Carnaval, un sitio que en pocos días recibió
cientos de testimonios que fueron levantados por la prensa dando lugar a
grandes debates sobre la cultura que contribuyeron a democratizar espacios
públicos, concursos y desfiles carnavaleros.
En el 2019
miles de mujeres indígenas amazónicas marcharon hacia Brasilia bajo la consigna “Territorio: nuestro cuerpo, nuestro espíritu”. Dos
años después lo hicieron bajo el lema “Mujeres
Originarias: reforestando mentes para la cura de la Tierra”. Tenían
distintas nacionalidades, venían de diferentes pueblos y culturas, “[…] todas con la misma convicción de que para rescatar la Amazonía
devastada por la deforestación, la minería, la tala, la pandemia, no basta con
reforestar los territorios sino unirse entre pueblos y “reforestar” el planeta con nuevos pensamientos y
sentimientos, vinculándonos a todos los que lo habitamos con su cuidado” (Celiberti,
2023: 39).
7. Una de cal y otra de arena
IDEA
Internacional sostiene en el informe de 2019 que en varios países: “los gobiernos han regulado el registro, el funcionamiento y
el acceso al financiamiento de las organizaciones de la sociedad civil […]”
(IDEA Internacional, 2019: 62), además de haber regulado, con la
excusa de la pandemia, las manifestaciones. Hay una larga lista de asesinatos
de activistas, defensores y defensoras de derechos humanos, líderes sindicales,
militantes locales y periodistas. El asesinato de Berta Cáceres en Honduras, el
de Marielle Franco en Brasil, el de 14 estudiantes de
Ayotzinapa, las violaciones a las jóvenes
manifestantes por parte de la policía en Chile, los 300 jóvenes asesinados en
Nicaragua, son algunas muestras de las estrategias de represión de la ultra
derecha contra la movilización social.
Sin
embargo, la movilización feminista en América Latina y el Caribe no paró,
incluso, en países en los que había las peores condiciones.
No paró en
Nicaragua donde las feministas fueron punteras en las protestas contra el
orteguismo. No paró en la Rep. Dominicana donde durante dos meses levantaron un
campamento en plena capital para demandar la despenalización del aborto. No
paró en El Salvador, donde las campañas “Historias que nos
cambian” y “Justicia para Beatriz” fueron
un fuerte apoyo para lograr que la Corte Interamericana de Derechos Humanos
condenara al Estado. No para en Perú, cuando pese al autoritarismo
gubernamental las feministas continúan acompañando a familiares de víctimas de
feminicidio, u organizando encuentros regionales con delegadas de colectivas y
gremios de mujeres. No paró en Guatemala, cuando con el movimiento indígena y
popular defendieron el gobierno elegido en las últimas elecciones. No paró en
Bolivia donde conquistaron la paridad y la alternancia política en los procesos
electorales. Ni paró en Ecuador, cuando se movilizaron hasta lograr la Ley
orgánica integral para prevención y erradicación de la violencia; donde
generaron la Alianza Nacional Transfeminista que
incorpora a jóvenes e indígenas del campo y la ciudad. Y ahora mismo, no para
en Paraguay, como se demostró en el 2024 presentando ante el Comité CEDAW el
caso de Alexa Torres, víctima de acoso sexual por parte del sacerdote Silvestre
Olmedo. El movimiento está expandido no solo territorialmente sino en cuanto a
su llegada con las mujeres campesinas e indígenas organizadas, pobladoras
populares, y una nueva generación feminista llenando las calles.
Nunca como
ahora fue tan importante la perspectiva y el lugar desde el que nos
posicionemos para interpelar, exigir, avanzar. Y hay que hacerlo partiendo de
la acumulación política que hemos logrado. Como dice Guzmán, Infante Erazo y
Ramírez Palominos (2024: 9) “[…] el feminismo, en tanto
movimiento político y social de larga data, es un campo en permanente
construcción colectiva en el que interactúan diferentes generaciones. Nada parte desde cero sino que cada momento recoge y reconfigura
una genealogía de luchas y resistencias previas”.
8. ¿ En que feminismo estás?
Una vez
escribí que ahora que miles de mujeres inundan las calles de toda la región
gritando “América Latina va a ser toda feminista” - aunque va a tardar un poquito -
debíamos recordar lo difícil que había sido, años atrás, llenar apenas unas
pocas calles con nuestras consignas. Decía que por ese entonces,
“[…] soñábamos
con que alguna vez se diera el “cambio cultural”. No nos
fijábamos mucho en cuántos feminismos había y nos llamaba la atención que en
España discutieran tan encarnizadamente sobre si el feminismo “de la igualdad” o el “de la diferencia”. Creo
que esas discrepancias las fuimos olvidando mientras participábamos de la
reconstrucción de democracias que, otra vez y hasta tanto el cambio cultural no
llegara, dejaban afuera a las mujeres” (Garrido, 2018b: 169).
A lo
mejor por eso, nuestras estrategias se dedicaban a “visibilizar” lo que
nadie veía ni tenía ganas de ver: como la entonces llamada “violencia
doméstica” - de la que no se reconocía su
existencia y mucho menos la necesidad de votar una ley en su contra- ;
“[…] a denunciar el acoso callejero, el abuso sexual y la violación en el
matrimonio. […] al prostituyente […]. A demandar que egresaran más mujeres de
la universidad” (Ibídem: 169-170). A que la igualdad ante la ley fuera de verdad y obligara a
gobiernos y empresarios.
Hasta hace
muy poco todo eso era invisible. Tanto como el cambio cultural que seguía sin
llegar. O las tareas del cuidado que ningún hombre asumía. Invisible como los
derechos de las trabajadoras rurales y domésticas cuando el Convenio 189 de la
OIT era aún una entelequia. Como no estar representadas en la política ni en
ningún otro espacio de poder. Invisible como la discriminación de las mujeres
negras y las mujeres indígenas. Tan invisible como era en ese entonces el
derecho a decidir sobre nuestro cuerpo.
En “Notas
para la memoria feminista” dice Lilian Celiberti (2018: 5) que nosotras:
“Venimos de un feminismo nacido de
la resistencia al terrorismo de estado, al autoritarismo y a la vejación del
cuerpo en la tortura y la cárcel. Un feminismo que tenía escasos conocimientos
teóricos pero mucha rebeldía antiautoritaria y que asumió la escritura de un
texto con borrones, con tachaduras, con diferentes letras, con subrayados
contradictorios, pero irreverente y autónomo”.
Eso que
estábamos haciendo, ¿era una práctica hegemónica occidental? No me parece. Si
el conocimiento es situado, lo hicimos como podíamos en ese momento histórico,
y esas luchas ayudaron a abrir el espacio para que emergieran más sujetos
políticos, mas demandas, más feminismo. Un feminismo que estaba
desestabilizando, como se dice ahora, al “sujeto abstracto masculino” y no
creo que lo hiciéramos “reproduciendo las cegueras
coloniales”. Decir eso es dejar a las feministas negras e indígenas fuera de
esta historia, como si no hubieran participado y no hubiesen tenido nada que
ver con las luchas y las conquistas que nos trajeron hasta acá. En nuestra
región no todo fue una movida de mujeres blancas acomodadas. En varios de
nuestros países y desde principios del Siglo XX, fueron las obreras anarquistas
y feministas, las sindicalistas, las mujeres de los movimientos populares,
quienes levantaron el debate social sobre la igualdad.
¿En que
feminismo estas? Si hubiera un feminismo de las confundidas yo estaría en ese… Sé
que a veces es necesario clasificar para entender la realidad, ¿pero hasta qué
punto llegar con la clasificación? ¿hasta que cada una de nosotras
todas esté o se sienta nombrada?
El desafío
es que no confundamos diversas con distintas. La continuidad feminista existe y
es imparable porque hemos logrado cambiar la subjetividad de la gente y hay que
seguir acumulando fuerza, imaginación, alianzas y poder. Por eso los
reaccionarios, reaccionan. Quieren tirar abajo todo porque a ellos se les está
cayendo la estantería. No saben cuántos feminismos hay, pero saben que si no
paran a las feministas “El patriarcado se va a caer”.
9. Y finalmente
Al terminar
el Foro de Huairou, previo a la Conferencia de
Beijing la Declaración de América Latina y el Caribe decía:
“[…] nadie nos regaló
nada, detrás de cada negociación (eso que ahora se dice “lobby”), detrás de cada conquista, están las reuniones de
autoconciencia, las marchas infinitas, las discusiones eternas, los análisis
académicos y las intuiciones brillantes; está la lucha de Juana por su terreno,
la de Julieta en la Universidad y la de Sonia en el batey. La de María Elena
cayendo asesinada por los que no querían su paz; la de Margot parada en
cualquier esquina de la gran avenida, la de Ana enamorándose de Irene y la de
Domitila en las minas que ojalá ya no haya en el Siglo XXI. Está la
confrontación y el paciente diálogo. Y están, claro que están, las horas
robadas al sueño por los sueños, los amores perdidos y los conquistados, las
rupturas y las complicidades. Fuimos miles y somos miles las que participamos
de esta continuidad. (Preparación conjunta bajo la conducción de Lucy Garrido)”
(Vargas, 2024: 162).
Y ahora,
somos millones.
Bibliografía
AFM - Articulación Feminista Marcosur
(2022). “10 tesis para abordar los
debates y las políticas hacia la sociedad de los cuidados”. Disponible en: https://www.mujeresdelsur-afm.org/10-tesis-para-abordar-los-debates-y-las-politicas-hacia-la-sociedad-de-los-cuidados/
[09/03/2025].
Cotidiano
Mujer (2019). Apuntes sobre el pensamiento y la acción feminista en la
región: la AFM en la CEPAL. Montevideo, Uruguay: Cotidiano Mujer. Disponible en: https://www.mujeresdelsur-afm.org/wp-content/uploads/2019/05/Apuntes-sobre-el-Pensamiento-y-la-Acci%C3%B3n-Feminista-en-la-Regi%C3%B3n-La-AFM-en-la-CEPAL.pdf [09/03/2025].
Bárcena, Alicia ( 2014). “Palabras de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)”. En: Conferencia
Magistral del Presidente de la República del Ecuador, Rafael Correa Delgado, CEPAL. Disponible en: https://www.cepal.org/sites/default/files/speech/files/140514-visitarafaelcorrea_a_cepal.pdf [09/03/2025].
Bareiro, Line (2019). Apuntes sobre el pensamiento y
la acción feminista en la región: la AFM en la CEPAL. Disponible en: https://www.mujeresdelsur-afm.org/wp-content/uploads/2019/05/Apuntes-sobre-el-Pensamiento-y-la-Acci%C3%B3n-Feminista-en-la-Regi%C3%B3n-La-AFM-en-la-CEPAL.pdf
[09/03/2025].
Celiberti, Lilian (2023). “L’onda feminista”. En: Agenda Geopolitica,
(21), pp. 38-40. Disponible en: http://www.fondazioneducci.org/wp-content/uploads/2023/01/Agenda-Geopolitica-n.21-gennaio-2023.pdf [09/04/2025].
Celiberti, Lilian (2019). “Cuerpos
indisciplinados y resistencias al poder”. En: Christiane
Ribeiro Gonçalves y Marcos Antonio Monte Rocha (Coords.). Feminismos descoloniais
e outros escritos feministas”. Coleção Género, Cultura e Mudança.
Fortaleza, Brasil: Expressão Gráfica, pp. 121-133.
Celiberti, Lilian (2018). Notas para la
memoria feminista, Uruguay 1983-1995. Montevideo, Uruguay: Ed. Cotidiano
Mujer. Disponible en: https://beta.cotidianomujer.org.uy/wp-content/uploads/2021/09/Notas-para-la-memoria-feminista.pdf [09/03/2025].
Garrido,
Lucy (2020). “A 25 años de
Beijing. El hexagrama de la continuidad”. En: Revista Bravas, (11).
Disponible en: https://www.revista-bravas.org/beijing-lucy-garrido [12/03/2025].
Garrido,
Lucy (2018a). “Retos pendientes para garantizar el acceso a la salud sexual yreproductiva, y para cerrar las brechas de género”. En: III
Conferencia de Población y Desarrollo. Disponible en: https://crpd.cepal.org/3/sites/crpd3/files/presentations/panel_2_lucygarrido.pdf
[12/03/2025].
Garrido,
Lucy (2018b). “Feminismo innominado”. En: Teorías en movimiento: reflexiones
feministas en la Articulacion Feminista Marcosur. Recife, Brasil: Soscorpo,
pp. 167-172. Disponible en: https://soscorpo.org/wp-content/uploads/Teorias_em_movimento_Ed_SOS_Corpo.pdf
[12/04/2025].
Garrido, Lucy (1995).“El
hexagrama de la continuidad”. En: Cotidiano Mujer, III Época, (21), pp.
8-9. Disponible en: https://archive.org/details/CotidianoMujer3eraEpocaN21Diciembre1995/page/n11/mode/2up [12/03/2025].
Guzmán, Vicky; Infante Erazo, Mariela y Ramírez Palominos,
Javiera (2024). Huellas de futuro: El
campo feminista en Chile. Chile: Corporación Humanas.
IDEA
Internacional (2019). El estado de la democracia en el mundo y las Américas
2019. Confrontar los Desafíos, Revivir la Promesa. Estocolmo: Instituto
Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral. Disponible en: https://www.idea.int/sites/default/files/publications/el-estado-de-la-democracia-en-el-mundo-y-en-las-americas-2019.pdf [09/03/2025].
Vargas, Virginia (2024). 50
años de feminismos en América Latina y el Caribe: Reflexiones a 30 años de la
Declaración y Plataforma de Acción de Beijing. ONU Mujeres. Disponible en: https://lac.unwomen.org/sites/default/files/2024-12/50feminismos-alc-declaracionbeijing_29nov24_1.pdf [09/03/2025].
Naciones Unidas
(1995). “Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer, 1995”. Disponible en: https://www.un.org/es/conferences/women/beijing1995#:~:text=La%20Declaraci%C3%B3n%20y%20Plataforma%20de%20Acci%C3%B3n%20de%20Beijing%20establece%20una,La%20mujer%20y%20la%20salud [09/03/2025].
[1] Actualmente no es posible acceder a la
cita porque el sitio web original de revista (www.revistabravas.org) fue jaqueado y nunca se pudieron
rescatar los primeros números. A partir del número 16 la web pasó a ser www.revista-bravas.org.