Hackeando el patriarcado II:
El patriarcado responde con la guerra cognitiva
para hackear a las mujeres
Hacking the Patriarchy II: Patriarchy responds with
cognitive warfare to hack women
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Montserrat Boix |
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Mujeres
en Red - España |
Resumen
Inspiradas
por las consignas ciberfeministas y el reto de hackear al patriarcado
utilizando la Internet. Nuestras ancestras sufragistas ya eran conscientes del
valor de la información y la comunicación. Además de luchar en la calle
publicaron sus argumentos en revistas y periódicos. La idea de la comunicación
como derecho humano resultó revolucionaria en los años 90 y la democratización
de las TIC generaron una nueva esperanza. La Internet fue clave para el
activismo feminista. Pero los avances en el siglo XX han generado una respuesta
que no habíamos previsto. Junto a las violencias físicas cotidianas afrontamos
la nueva violencia digital. Forman parte de una nueva estrategia de reacción
patriarcal que ha desencadenado la guerra cognitiva contra las mujeres.
Palabras clave: ciberfeminismo, hacktivismo feminista,
violencia digital, guerra cognitiva, comunicación y derechos humanos.
Abstract
Inspired by cyberfeminist
slogans and the challenge of hacking the patriarchy using the Internet. Our
suffragette ancestors were already aware of the value of information and
communication. In addition to fighting in the streets, they published their
arguments in magazines and newspapers. The idea of communication as a human
right was revolutionary in the 1990s and the democratization of ICTs generated
new hope. The Internet was key to feminist activism. But advances in the 20th
century have generated a response that we had not anticipated. Alongside
everyday physical violence, we face the new digital violence. They are part of
a new strategy of patriarchal reaction that has unleashed cognitive warfare
against women.
Keywords: cyberfeminism, feminist hacktivism, digital
violence, cognitive warfare, communication and human rights.
1. Introducción
La “Cuarta Ola del
Feminismo” se caracteriza por el uso masivo de internet y de las redes sociales
para la defensa de los derechos de las mujeres, por combinar el activismo
digital con la acción colectiva en la calle, por poner el foco en el acoso y la
violencia sexual. La filósofa española Alicia Miyares
señala que esta cuarta ola recupera a las mujeres como sujeto político del
feminismo (Miyares, 2018). En España dio inicio con
la masiva protesta de “El tren de la libertad” (2014) para evitar una regresión
legal del derecho al aborto, en América Latina el movimiento Ni una menos que
surge en Argentina en 2015 se expande por todo el continente. El punto de
partida del uso de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación)
como estrategia de empoderamiento de las mujeres surgió a principios de los 90
y se consolidó en la IV Conferencia sobre la Mujer celebrada en Beijing en
1995. Primero con listas de distribución por correo electrónico, con webs y
después con blogs se abrió un universo de posibilidades. Nos inspiró la
práctica del
ciberfeminismo social (Boix, 2002) y el hacktivismo feminista (Boix,
2003) de hackear al patriarcado (Boix, 2006) utilizando las tecnologías para hacer frente al
sistema patriarcal que parecía se estaba debilitando por el avance de los
derechos humanos y los derechos de las mujeres en el mundo.
Sin embargo, lejos de lograr
hackearlo, el patriarcado no solo se ha fortalecido,
sino que ha descubierto la “puerta trasera del sistema” para hackear a las
mujeres y está respondiendo de la manera más virulenta con las armas utilizadas
en los conflictos del siglo XXI desencadenando una guerra cognitiva contra las
mujeres (Boix, 2025).
Al conocido uso de la fuerza
a través de las múltiples violencias físicas contra las mujeres se suma el
desarrollo de nuevas estrategias híbridas que utilizan la comunicación como
principal campo de batalla. Mientras crece la violencia digital contra las
mujeres y las niñas, nos enfrentamos a la disputa del relato, a la fabricación
de fakenews con información falsa o incompleta
utilizando el potencial de inmediatez de internet, las redes sociales y los
algoritmos de la Inteligencia Artificial generativa. Se está intentando poner
en duda incluso el “ser mujer”.
Entre los propósitos de esta
guerra, no solo está frenar el avance de los derechos individuales y colectivos
de las mujeres, sino provocar el retroceso de los mismos y alejar cada vez más el
cambio civilizatorio por el que estamos luchando, que traería un nuevo sistema
de relaciones de poder, de organización social y de los roles que rigen la
cultura, las mentalidades y el comportamiento de los sexos (Valcárcel, 2023).
Tomar conciencia de esta
nueva realidad, recordar la historia colectiva, reforzar los sistemas de alerta
y organizar la defensa en todos los ámbitos se ha convertido para las mujeres
en una prioridad.
2. Comunicación y nuevos paradigmas
El objetivo de este texto es
reflexionar sobre comunicación, sobre cómo las mujeres hemos utilizado las TIC
desde sus inicios en los años 90, del papel que ha jugado internet y las redes
digitales en momentos clave de nuestra historia reciente en el marco de lo que
ya se denomina “Cuarta Ola del feminismo”, porque la experiencia debe servir de
impulso para afrontar el complejo futuro que se presenta. También poner sobre
la mesa los desafíos para las mujeres que nos permita afrontar los nuevos
paradigmas en el que nos sitúa la Inteligencia Artificial y los retos de la
agenda feminista en el terreno comunicacional.
Hemos recorrido un largo
trecho y adquirido experiencia. Partimos del optimismo con el que iniciamos la
creación de los primeros espacios digitales. Esperábamos que nos permitieran
tener por fin voz en la década de los años 90 cuando los medios de comunicación
tradicionales ignoraban a las mujeres como fuente de información y como
protagonistas de lo que contaban (Boix, 2001b). La IV
Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en Beijing (1995) lanzó un mensaje
clave: el empoderamiento de las mujeres pasaba por la estrategia de gestionar
la comunicación y las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación).
Así lo empezamos a poner en práctica.
La Internet fue un altavoz.
Aprendimos a usarlo. Lo utilizamos para conocernos y coordinarnos en luchas
estratégicas. Ya en 2009, con la defensa del derecho a decidir sobre el aborto
creamos “Las Linces responden a los
obispos”[1]
en respuesta a una campaña episcopal española (El Correo Gallego, 2009) en la
que por primera vez las feministas españolas descubrimos el potencial de las
redes sociales con Facebook y el uso de blogs.
Otro hashtag histórico en el
marco de la denuncia de la violencia contra las mujeres y las niñas en red es #BringBackOurGirls
lanzado para reclamar el regreso de las 270 estudiantes nigerianas de Chibok secuestradas el 14 de abril de 2014 por el grupo
terrorista Boko Haram. Fue
lanzado por un abogado desde Nigeria, Ibrahim M. Abdullahi
para llamar la atención internacional sobre el caso y secundado por la entonces
primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama, la activista paquistaní Malala, la actriz Angelina Jolie, o la modelo Cara Delevigne. La campaña en las redes sociales tenía como
precedente la realizada con #Kony 2012 considerada la causa humanitaria “más
potente definida a nivel global”, una campaña impulsada para capturar al líder
de los rebeldes ugandeses Joseph Kony denunciado como
responsable del secuestro, la tortura y la explotación de decenas de miles de
niños ugandeses (Arroyo, 2014).
Las ONGs
tenían ya experiencia en las campañas, ya entonces virales, organizadas en las
redes sociales. ¿Quién no recuerda la campaña contra la lapidación de Amina Lawal organizada por Amnistía Internacional, que en 2002
logró el apoyo de un millón de firmas digitales, un 60 % procedentes de España?[2] Y
ello a pesar de que organizaciones locales como Baobab pidieron el cese de la
campaña internacional de cartas de protesta sobre el caso porque estaba
interfiriendo negativamente en la defensa de Amina para salvar su vida[3].
Si a principios del 2000 se
había introducido ya la estrategia de utilizar internet y las posibilidades de
la tecnología en las luchas sociales y se había demostrado su eficacia ¿debe
sorprendernos que estas herramientas se hayan convertido en el preciado
objetivo de control no solo del marketing sino también de quienes tienen como
objetivo la utilización de las entonces llamadas “nuevas tecnologías” para
incidir y condicionar el pensamiento individual y colectivo?
La sociedad civil, las
mujeres, aprendimos a marchas forzadas. Organizamos formación para utilizar las
herramientas. Crear webs, blogs, utilizar las redes sociales, en un principio
Facebook y Twitter, después vídeos a través de YouTube. A ser usuarias
incorporamos el reto de ser protagonistas del desarrollo tecnológico en el diseño
de herramientas y aplicaciones. Pocas mujeres formaban parte de la élite que
estaba pensando y desarrollando la tecnología. Algunas nos sumamos a la defensa
del software libre y el conocimiento libre, pero en general no abundaba la
reflexión sobre el peligro de las grandes corporaciones mediáticas y la
estrategia del control del neoliberalismo en el desarrollo tecnológico.
Mientras tanto, seguimos
utilizando las herramientas que teníamos a nuestro alcance y apostando por
políticas y leyes que acompañaban el proceso. En España en 2007 se aprobó la
ley de Igualdad efectiva de mujeres y hombres. En América Latina, la “Ley de
Penalización de la Violencia contra las Mujeres” en Costa Rica y la Ley contra
el Feminicidio y otras Formas de Violencia contra la Mujer aprobada en
Guatemala en mayo de 2008 fueron países pioneros en este tipo de legislación.
El desarrollo de leyes en
los diferentes países no evitó la impunidad del ejercicio de la violencia
contra las mujeres en sus diferentes formas y denunciada desde hacía décadas.
En 1975 Susan Brownmiller
ya había publicado “Contra nuestra voluntad. Hombres, mujeres y violación” (Brownmiller, 1975) y previamente las feministas del
Movimiento de Liberación de las Mujeres de Estados Unidos ya habían identificado la
relación entre poder, sexualidad y sometimiento de las mujeres utilizando todo
tipo de violencias[4].
El movimiento #MeToo
recupera este espíritu de denuncia logrando una amplificación histórica gracias
a la utilización de las redes sociales.
A raíz de las denuncias de
abuso sexual contra el productor de cine Harvey Weinstein
la actriz, productora y activista estadounidense Alyssa
Milano publica en la red social twitter el 15 de octubre de 2017 el mensaje If you’ve been sexually harassed
or assaulted write ‘me too’ as a reply to this tweet. El tuit
fue secundado desde Hollywood (Sini, 2017), utilizado
más de 200.000 veces el mismo día y tuiteado más de medio millón de veces al
día siguiente, rompió las fronteras culturales y gracias al efecto vírico de
las redes sociales se extendió a casi un centenar de países[5].
En España en noviembre de
2017 surge la campaña con el hashtag #Yositecreo a raíz del juicio de La Manada
sobre el caso de una violación múltiple a una joven de 18 años durante las
Fiestas de San Fermín el 7 de julio de 2016 conocido como “El caso de La
Manada” y como respuesta a la estrategia de la defensa indagando en la vida de
la víctima para intentar demostrar que no tenía ningún trauma (Núñez Puente y
Fernández Romero, 2019).
Con la perspectiva del
tiempo, sabemos que estos movimientos de denuncia a través de las redes
sociales han sido un punto de inflexión para la visibilidad de la violencia
estructural que sufren las mujeres con la violencia sexual como hecho
cotidiano. Pero debemos ser conscientes de que han sido también el punto de
inflexión que ha abonado el sentimiento de malestar y la inseguridad de muchos
hombres que el patriarcado está utilizado para desencadenar una ofensiva global
contra las mujeres en el mundo. Vemos cómo se están utilizando estas
herramientas contra las mujeres. La violencia digital es solo la punta del
iceberg. No nos estamos enfrentando a la suma de hechos aislados provocados por
la “manosfera”, la ultraderecha, los “incel” o faunas
similares. Nos enfrentamos a una acción global.
3. De donde venimos. Comunicación
mujeres y derechos
Cuando se celebró en México,
en 1975, el Año Internacional de la Mujer que impulsó una agenda de acción
global para mejorar la situación de las mujeres en el mundo, el objetivo
central del encuentro fue que los gobiernos “se comprometieran también” en atender los problemas que mantenían a
las mujeres en desventaja. Se debatieron las prioridades con dos ejes en la
agenda: derechos sexuales y reproductivos y justicia social y económica. En la
III Conferencia Mundial de la Mujer celebrada en Nairobi en 1985 se situó el
empoderamiento como una estrategia impulsada por las mujeres que podía usarse
para enfrentar las desigualdades de género (Posada Kubissa,
2020).
En las siguientes citas
internacionales la agenda de las mujeres en comunicación ganó terreno hasta
llegar a la IV Conferencia de la Mujer que se celebró en Beijing (China) en
1995 en la que se sitúa como uno de los ejes centrales la relación entre el
“empoderamiento de las mujeres” y la comunicación identificada como “área estratégica para cambiar las relaciones
de desigualdad entre los géneros, o en su defecto para reforzar y perpetuarlas”.
El foro no gubernamental en el que participaron los movimientos feministas
permitió la articulación feminista mundial. Las tecnologías sirvieron para
apoyar, tejiendo redes de mujeres (Boix, 2001b).
El proceso no fue casual,
sino fruto del trabajo y el desarrollo de propuestas de las mujeres desde la
sociedad civil. La confluencia de estas redes catalizó sinergias en Beijing (Burch, 2000). En la Plataforma de Acción de Beijing la ONU
reconoció que la comunicación era un área estratégica para la defensa de los
derechos de las mujeres y la apropiación del espacio público. Las TIC
(Tecnologías de la Información y la Comunicación) se identificaron como
herramientas clave para ello y se apuntó la vinculación de las nuevas
tecnologías como forma de empoderamiento (Ibídem). Desde entonces, la
apropiación de las tecnologías por parte de las mujeres está incorpora a la
agenda feminista internacional para seguir avanzando (Boix,
2024b).
Históricamente, las
feministas hemos sido conscientes del valor de las palabras, de gestionar la
comunicación, del valor del periodismo, de la necesidad de escribir. Olimpia de
Gouges en Francia escribió la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana en 1791,
Mary Wollstoncraft en Inglaterra la Vindicación de los derechos de la mujer
(1792), Flora Tristan sumó el socialismo a la lucha
por los derechos de las mujeres y escribió La
emancipación de la mujer (1845), En Inglaterra Lydia E. Becker y Jessie Boucherett fundaron el Women's Suffrage Journal (El
Periódico del Sufragio de las Mujeres) en 1870.
Juana Manso (1872-1967)[6]
escritora, maestra y periodista argentina exiliada en Brasil, fue también
pionera. Precursora feminista en Argentina, Brasil y Uruguay editó entre 1852 y
1854 O Jornal das Senhoras,
el primer periódico feminista de Latinoamérica.
En 1897, cuatro décadas
después, en Francia, la actriz, periodista y sufragista Marguerite
Durand fundó el periódico feminista La
fronde un diario elaborado por mujeres en su totalidad, que publicaba
escritos sobre política, literatura, educación y trabajo, defendía los derechos
de la mujer y asumía las reivindicaciones específicamente feministas. Poco
antes, en 1882 la periodista francesa Hubertine Auclert utilizó por primera vez el término “feminismo” con el significado que se
utiliza en la actualidad. También reclamó el uso en femenino de palabras como
“testigo”, “abogado”, “elector”, “diputado” para que las mujeres pudieran
imaginar que podrían serlo algún día.
En octubre de 1976 se
publicó el primer número de la revista Fem[7].
La idea de tener un medio de comunicación de y para mujeres se gestó en 1975 en
un viaje a Morelia que hicieron Alaíde Foppa -secuestrada y asesinada en Guatemala en 1980- y
Margarita García Flores. A lo largo de su historia, la revista trató los temas
de la agenda feminista: el aborto, el trabajo doméstico, los estereotipos, el
hostigamiento en el empleo, el feminicidio, la participación de las mujeres en
política o su contribución al arte, la ciencia y al deporte (De La Rosa, 2007).
México, que acababa de
acoger la Conferencia Mundial del Año Internacional de la mujer, estaba en
plena ebullición. Las revistas fueron vehículos importantes para difundir el
objetivo político del feminismo como movimiento social y esclarecer al mismo
tiempo el programa político-cultural feminista (Sánchez Kuri, 2013).
El Informe de la Conferencia
Mundial del Año Internacional de la Mujer de México (1975) convocada por
Naciones Unidas había dedicado un capítulo, el 19, a “La mujer y los medios de difusión” señalando entre otras
cuestiones,
“[…]
la importancia de la comunicación de masas (radio, televisión, cine, prensa,
revistas, folletos, etc.) en la determinación de actitudes y valores de la
comunidad y del cambio social” apuntando cómo estos medios tendían a “reforzar
y presentar una imagen de la mujer estereotipada, degradante e inmoral,
particularmente en función de la comercialización de bienes de consumo”
(Naciones Unidas, 1976: 108).
Por cierto, que esta primera
declaración de 1975 ya denuncia la práctica sistemática de violencia contra las
mujeres y las niñas en el punto 28: “Las mujeres de todo el mundo deben unirse
para eliminar las infracciones de los derechos humanos que se cometen contra
mujeres y muchachas por ejemplo: violaciones, prostitución, agresión, crueldad
mental, matrimonios entre niños, matrimonios por la fuerza y el matrimonio como
una transacción comercial” (Ibídem: 7). También, en el punto 26, incluye un objetivo que quizás en la
actualidad sería más difícil de consensuar en el contexto político
internacional: “La mujer y el hombre, juntos, deben eliminar el colonialismo,
el neocolonialismo, el imperialismo, la dominación y ocupación extranjeras, el
sionismo, el apartheid, la discriminación racial, la adquisición de territorios
mediante la fuerza y el reconocimiento de tal adquisición, pues dichas
prácticas infligen incalculables sufrimientos a las mujeres, a los hombres y a
los niños” (Ibídem). Aprovecho este
momento para señalar la importancia de acudir y poder consultar fuentes
directas, algo especialmente relevante en este siglo XXI en el que la
distorsión y manipulación de conceptos e ideas son frecuentes en el marco de la
desinformación y pugna de relatos al que nos enfrentamos.
Que la comunicación es un
asunto estratégico mundial de primer orden se hace ya visible con la
publicación en 1980 por parte de la UNESCO del Informe McBride
“Voces múltiples, un solo mundo” y
las reacciones que generó. Redactado por una Comisión Internacional para el
Estudio de los Problemas de la Comunicación analiza el papel de los medios de
comunicación y su influencia social, advierte sobre el monopolio y la
concentración de la propiedad de los medios de comunicación como amenaza para
las democracias, el papel de los estados y gobiernos en la gestión de la
comunicación además de señalar el derecho a la información y la comunicación es
un derecho fundamental de los individuos y colectividades y que la información
no puede ser tratada y manipulada como mercancía. También pone el foco en la
interacción entre comunicación, tecnología y cultura (Quirós, 2005)[8].
La comisión estaba presidida
por el irlandés Seán MacBride,
activista por los derechos humanos, fundador de Amnistía Internacional, Premio
Nobel de la Paz en 1974 y formada por 16 miembros, entre ellos Hubert Beuve-Mery, fundador del
periódico Le Monde, y el escritor
colombiano Gabriel García Márquez, más tarde premio Nobel de Literatura. La
única mujer que participó en el grupo fue la canadiense Betty Zimmerman, que además es la única con experiencia en medios
de comunicación electrónicos. Por cierto, al parecer del centenar de informes
que la comisión solicitó, solo uno, el de Zimmerman,
se refirió al papel de la mujer en los medios de comunicación.
Sobre los retos…
“¿Los medios de comunicación son instrumentos que
las mujeres podemos utilizar para avanzar la causa de la igualdad de género en
la sociedad o es que la comunicación constituye en sí mismo un terreno de
disputa social en cuyo caso, nuestro reto sería disputar espacios de
apropiación y de poder dentro de la comunicación y también disputar sentidos y
orientaciones, algo que sería una condición para alcanzar la igualdad? ¿son dos
enfoques contradictorios o son complementarios?”,
planteaba desde Ecuador la
comunicadora Sally Burch (2008), referente
internacional en la lucha por la democratización de la información, la
investigación sobre comunicación y género y en la lucha por el reconocimiento
del derecho a la comunicación como derecho humano, además de representante de
la sociedad civil en la Cumbre de la
Sociedad de la Información (2003-2005) y miembro del Foro Social Mundial (Burch, 2008).
Es la propia lógica del modelo de comunicación donde predomina el poder
corporativo y patriarcal, la mercantilización de los contenidos mediáticos, el
mercado publicitario, lo que impide mayores transformaciones en los contenidos
denuncia Burch (2022) que en la actualidad participa
en el foro Internet Ciudadana y
reflexiona sobre la privatización de los datos y la Inteligencia Artificial.
3.4. Hacia
Beijing 95 pasando por Bangkok y Toronto
En 1995, en la declaración
final de la Conferencia de Beijing, la ONU reconoció oficialmente que la
comunicación era un área crítica para la defensa de los derechos de las mujeres
y la apropiación del espacio público (punto J de la Declaración). Las TIC
(Tecnologías de la Información y la Comunicación) se identificaban ya como
herramientas clave para ello.
Sally Burch
fue coordinadora en el periodo de 1993-1995 del Programa de Mujeres de APC
(Asociación para el Progreso de las Comunicaciones), pionero en proponer a las
organizaciones de mujeres la vinculación a las nuevas tecnologías como forma de
empoderamiento.
Tras los debates y las citas
presenciales en la Conferencia Women Empowering Communication (Bangkok,
febrero 94), la reunion regional de América Latina y
el Caribe en el Encuentro Regional de Comunicación de Género (Quito, abril 94)
y el Simposio Internacional de la UNESCO sobre "Mujeres y Medios: el
Acceso a la expresión y la decisión" (Toronto, marzo 95) llegó el fruto de
la declaración de Beijing (septiembre 1995) con la hoja de ruta sobre mujeres,
comunicación y tecnología.
En América Latina las
periodistas feministas habían impulsado medios propios. En 1981 nace la agencia
de información Fempress de ámbito latinoamericano,
creada por las periodistas chilenas, Adriana Santa Cruz y Viviana Erazo, exiliadas
en México huyendo de la dictadura de Pinochet. En 1988 nace también en México
CIMAC (Comunicación e Información de la Mujer A.C) para generar y publicar
información con perspectiva de género. Su primera directora fue Sara Lovera
pionera en el periodismo en defensa de los derechos de las mujeres. En 2005
asume la dirección la periodista y activista feminista Lucía Lagunes cofundadora de la Red Nacional de Periodistas.
Imprescindible mencionar también a Gloria Bonder en
Argentina que en 1999 coordinó el Foro Regional UNESCO Mujeres, Ciencia y
Tecnología en América Latina[9].
3.5. Activismo feminista en red
Entre 1993 y 1995 se crean
las primeras redes electrónicas de mujeres con el apoyo de servidores
alternativos ideados con el objetivo de utilizar lo que entonces llamábamos
“nuevas tecnologías” para apoyar las acciones de los movimientos sociales. La
red de APC Mujeres (Asociación para el Progreso de las Comunicaciones) desde
Ecuador y desde México impulsa las primeras redes digitales de trabajo que
confluirán en Beijing 95, punto de inflexión en el uso de las nuevas
tecnologías por parte de las mujeres (Boix, 2001a).
Han pasado ya dos décadas
desde que en el año 2001 escribí mi primer texto sobre tecnología y mujeres, el
“Manual sobre el uso del ordenador y la
Internet. Historia sobre las redes internacionales de mujeres en la Internet” que
también incluye los inicios de Mujeres en Red, espacio pionero en internet con
información sobre derechos de las mujeres que creé en 1997 (Ibídem). En 2002
desarrollé el concepto de ciberfeminismo
social (De Miguel y Boix, 2002) cuando
la filósofa Ana de Miguel me situó ya entonces -ahora lo ha vuelto a hacer- en
el reto de escribir y poner palabras a las experiencias que estábamos viviendo
a través de Mujeres en Red, la web
sobre derechos de las mujeres que creé en 1997 experimentando sobre las
posibilidades de las TIC en este terreno. Inspirada por los hacklabs
con la experiencia desde Lavapiés (Madrid) en el Cielito Lindo, el contacto con el movimiento hacktivista
impulsado por Ricardo Domínguez, miembro del Crítical
Art Ensemble y la Guerrilla Zapatista en el
ciberespacio, escribí en 2003 Hacktivismo Feminista (Versión BETA1). Y en 2006 de
nuevo con la provocación de Ana de Miguel que dirigió el monográfico sobre
feminismo en España de la Revista Labris escribí Hackear el patriarcado: La lucha contra la
violencia hacia las mujeres como nexo cuyo título ha generado
posteriormente amplia literatura e incluso algún relato épico sobre las mujeres
y la tecnología (Boix, 2006).
Hemos vivido tiempos con la
ilusión del avance en el reconocimiento de los derechos de las mujeres y el
feminismo como motor para el activismo, con las redes tejidas con el apoyo
tecnológico de la Internet como soporte y altavoz.
En España la movilización
del Tren de la Libertad[10]
(2014) en defensa de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y
contra la reforma de la ley del aborto que implicaba un retroceso en derechos,
demostró que el feminismo tenía capacidad de ocupar la calle. En 2015, el grito
de Ni una menos[11] en denuncia por el asesinato de la
adolescente Chiara Páez se extiende desde Argentina
no solo a otros países de Latinoamérica sino también a Europa y Asia.
Las redes en internet fueron
claves para la movilización global. El movimiento MeToo[12]
en 2017 marca una nueva dimensión de las protestas que suman lo individual y lo
colectivo. En 2019 un colectivo feminista de Valparaíso en Chile lanza la
performance “Un violador en tu camino”
que se hace viral, reproducida por movimientos feministas en todo el mundo con
acciones compartidas a través de las redes sociales[13]. De
nuevo la violencia contra las mujeres, el acoso, la violencia sexual, en el
foco de la denuncia y los poderes del Estado como responsabilidad. Dos décadas
antes, la organización “Justicia para Nuestras Hijas”[14] creada
en 2002 en la ciudad de Chihuahua iniciaba la denuncia pública en México de las
mujeres desaparecidas o asesinadas que desde la década de los 90 se empezaba a
conceptualizar como feminicidio a partir de los casos de Ciudad Juárez. También
las redes en la Internet sirvieron para difundir una información que los medios
de comunicación tradicionales silenciaban de manera sistemática[15].
4. Guerra cognitiva contra las mujeres
Las últimas décadas del
siglo XX fueron clave para el avance de los derechos de las mujeres en todo el
planeta aunque en unos países más que en otros. En Arabia Saudí, por ejemplo,
las mujeres todavía no gozan de todos los derechos como ciudadanas. Pudieron
votar por primera vez en las elecciones municipales de 2015 pero están lejos de
tener posibilidades reales de participación en las tomas de decisión del país.
Desde la toma de poder de
Kabul en agosto de 2021 del movimiento talibán los derechos de las mujeres y
niñas afganas han experimentado un grave retroceso, afrontando la prohibición
incluso de poder estudiar.
El feminicidio y la
violencia sexual contra las mujeres es una práctica habitual en numerosos
puntos del planeta. La impunidad agrava la situación. Sudáfrica, la República
Democrática del Congo, El Salvador, Honduras, Jamaica… también tienen altos
porcentajes la India y México. La violación no solo se utiliza como arma de
guerra en los países oficialmente en conflicto. No podemos olvidar que en
Europa el asesinato de mujeres es práctica cotidiana. En España en 2024 la
Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género contabilizó 47 mujeres asesinadas
por violencia de género (en manos de sus parejas y exparejas). La plataforma
feminicidio.net registró un total de 94 feminicidios y otros asesinatos de
mujeres cometidos por hombres. También en España, en 2024 se registraron hasta
el cuarto trimestre de 2024 5.206 denuncias por violación, una cifra poco
indicativa de la situación real de agresiones sexuales dado que con frecuencia
este tipo de agresiones continúan sin denunciarse.
La compra de los cuerpos de
las mujeres está normalizada en todo el mundo… prostitución vientres de
alquiler. La pornografía se ha convertido en un modelo de relación para los
jóvenes que normaliza la violencia sexual, la humillación, la falta de
consentimiento o las relaciones de poder desiguales. El neoliberalismo sexual
convierte en mercancía los cuerpos de las mujeres, de las jóvenes, incluso de
las niñas (de Miguel, 2015) Los medios de comunicación son especialmente
cómplices al actuar como agentes normalizadores de la mercantilización de las mujeres
en sociedades formalmente igualitarias, en concreto de aquellos medios dirigidos
a jóvenes y que definen sus líneas editoriales como transgresoras denuncia la
investigadora Irene Otero Pérez (2023: 143).
“La “transgresión” representa un capital simbólico
clave en la venta de contenidos a jóvenes. Por otro, que la transgresión
mediática es, en realidad, una representación de la transgresión integrada en
los valores del sistema y acorde a la titularidad y a los intereses privados de
los medios que la reproducen. Para lograr esta simulación, se utilizan
discursos evocadores de la lucha social y la retórica de la disidencia sexual
que, como se expone, carecen de un análisis profundo de opresión de género o
clase”.
A las violencias físicas
cotidianas se añade la persuasión que tiene como sutil o no tan sutil campo de
batalla el ámbito digital. Al territorio físico de la guerra tradicional, que
tiene el uso de la fuerza como principal valor, se suma ahora la modalidad de
guerra del siglo XXI: la guerra cognitiva contra las mujeres.
La guerra cognitiva se
refiere a un tipo de conflicto que tiene como objetivo principal influir en el
pensamiento, las emociones, los juicios y en última instancia el
comportamiento, de individuos, grupos o naciones. No se centra en la
destrucción física o directa, sino en manipular la mente para lograr objetivos
estratégicos. Señala la socióloga Irene León (2025: 19):
“Para
llevar a cabo esos propósitos desestabilizadores de la mente y los
comportamientos esta guerra acude a un enfoque multidisciplinario donde
intervienen la comunicación, la neurociencia, la sociología y una diversidad de
componentes de tipo no cinético, tales como operaciones psicológicas,
operaciones de información y operaciones cibernéticas”.
Tiene como prioridad moldear
la forma en que las personas perciben la realidad, toman decisiones y actúan,
explotan las vulnerabilidades de la mente humana (sesgos cognitivos, valores,
creencias, emociones). Se utilizan herramientas y tácticas diversas
aprovechando las estrategias desarrolladas ya en las conocidas como “guerras
híbridas” que incluye la desinformación, la propaganda selectiva, la
manipulación de narrativas, la explotación de las redes sociales, la ingeniería
social y potencialmente las tecnologías basadas en la Inteligencia Artificial.
Entre las tácticas
detectadas pueden identificarse además de la elaboración de fake
news, la resignificación y ocupación de conceptos
como el de la propia definición de feminismo que se está sustituyendo por
elementos del movimiento queer (Miyares, 2022).
Las redes sociales y los
nuevos productos digitales son los grandes aliados de esta guerra cognitiva;
sin embargo, no debemos olvidar que la red, la Internet, es el medio para
divulgar, pero no es el lugar donde se produce el discurso (Rodríguez Rejas,
2025).
Las estrategias de
desinformación han existido siempre, pero mensajes que antes podían tardar años
en consolidarse y rendir su fruto ahora pueden llevarse a cabo en cuestión de
minutos, con resultados mucho más tangibles y a un coste ridículo. Por otro
lado, no solo cualquiera puede lanzar su propia operación cognitiva, sino que
actores organizados y bien financiados tienen la capacidad de mantener las
campañas durante periodos ilimitados, repitiendo los mismos mensajes una y otra
vez, introduciendo pequeñas variaciones y alternando medios y vectores para
transmitirlos (Iriarte, 2025).
El aumento del protagonismo
de las mujeres en el espacio público de los últimos años, sumado a las
denuncias públicas, ha generado el diseño de estrategias que convergen y que
tienen como objetivo no solo doblegar a las mujeres, sino excluirlas de nuevo
del espacio público más allá de las resistencias antifeministas identificadas
tras la eclosión del movimiento feminista desde 2017 (Pérez Tirado, 2023).
4.1. La ultraderecha y la explotación
estratégica de la guerra cognitiva contra las mujeres
Los movimientos de
ultraderecha han sabido capitalizar el miedo y la inseguridad de los varones
-no solo de los jóvenes- utilizando estrategias y tácticas de la guerra
cognitiva.
Influir y moldear la opinión
pública con las creencias y los valores de la sociedad en línea con su
ideología, explotar las vulnerabilidades cognitivas con difusión de
desinformación y noticias falsas diseñadas para apelar emociones como el miedo,
la ira o el resentimiento, explorar sesgos cognitivos como el sesgo de
confirmación buscando información que refuerce sus creencias preexistentes,
simplificar narrativas complejas para hacer más atractivas y fáciles de digerir
son prácticas habituales de los movimientos de ultraderecha.
La reafirmación de roles de
género y de la familia tradicional, el control de la sexualidad, la respuesta y
resistencias al auge del feminismo de los últimos años logran conformar un
“enemigo común”, un “enemigo simbólico” que moviliza a su base electoral cada
vez más amplia. Argumentos antifeministas se suman a narrativas xenófobas y
racistas que alimentan al monstruo y le ayudan a crecer.
Los algoritmos en las redes
sociales diseñados para la polarización y el enfrentamiento favorecen la
dinámica que actúa especialmente contra las mujeres y contra la población
desfavorecida.
4.2. Violencia digital
La violencia digital es una
de las principales armas utilizadas en la guerra cognitiva contra las mujeres.
En los últimos años, se constata el crecimiento de la violencia digital contra
las mujeres, jóvenes y niñas especialmente alimentada por ciertos algoritmos de
IA. Este tipo de violencia, afecta especialmente a la participación de las
mujeres en el espacio público (Gómez Cruz 2023).
Irene Khan
relatora especial de Naciones Unidas para la Protección del Derecho a la
Libertad de Expresión denuncia la práctica de lo que denomina “desinformación
de género” “un subtipo de violencia de género que entraña el uso de relatos
falsos o engañosos basados en el género y el sexo contra las mujeres a fin de
disuadir a las mujeres de participar en la esfera pública” (Naciones Unidas,
2021: 8). En este informe explica que la desinformación de género “combina la falsedad, la intención maliciosa
y la coordinación” de ataques y “promueve discursos centrados tanto en el sexo
como en la raza” (Ibídem). “(Des)Informadas online” (2021) sobre el
Estado Mundial de las Niñas publicado en 2021 por Plan Internacional, señala “cómo la desinformación y la información
errónea online afecta a la vida, el aprendizaje y el liderazgo de las niñas,
adolescentes y mujeres jóvenes” (Plan Internacional, 2021: 2).
Las mujeres con voz e
influencia en el espacio público están siendo víctimas de furibundos ataques
utilizando las redes sociales para intimidarlas y silenciarlas. Algunas se han
visto obligadas a defenderse en los tribunales. Están especialmente en el foco
periodistas, activistas y políticas (Parlamento Europeo, 2021)[16].
La violencia digital es una
forma de violencia contra las mujeres agravada por las características del uso
de las tecnologías de la información y la comunicación que potencian el
anonimato y la dificultad de rastreo, la rapidez y el alcance masivo, la
permanencia y replicabilidad de los contenidos y tienen un impacto psicológico
severo.
Para afrontarlo, una de las
principales claves es la sororidad con las mujeres víctima de la violencia
digital siendo conscientes de que “si nos tocan a una, nos tocan a todas” (Boix, 2024a)
5. Respuesta feminista: tecnología,
datos e inteligencia artificial
Las primeras décadas del
siglo XXI nos sitúan en un nuevo escenario que nos exige mayor conciencia y
acción.
Frente a la guerra
cognitiva, como señala la socióloga Irene León urge el despliegue de iniciativas de alerta temprana, acciones
preventivas y estrategias de resiliencia (León 2025).
Es imprescindible activar
mecanismos de defensa.
Ya no cabe la excusa de que
no lo vimos venir. Por acción u omisión formamos parte y tenemos
responsabilidad en las decisiones que cada día se toman en contextos que nos
parecen lejanos y que no lo son. No podemos quedar a merced de las grandes empresas
tecnológicas.
“Si hace veinte años
estábamos viendo cómo nos vinculamos y aprovechamos de Internet como factor
democratizador de la comunicación, hoy nuestra preocupación es más bien cómo
impedir que las tecnologías digitales se vuelvan un factor de privatización de
la comunicación, a través de las grandes plataformas. Los espacios donde nos
comunicamos, nos organizamos, nos educamos y donde trabajamos están totalmente
controlados por esas grandes plataformas corporativas”,
reclama Sally Burch (2022) de nuevo en la vanguardia de la reflexión
sobre los desafíos y los avances en la agenda por democratizar la Internet
desde el movimiento Internet Ciudadana.
Las nuevas Tecnologías de la
Información y la Comunicación nos sitúan en primera fila de la vida en tiempo
real, pero la información que nos ofrecen está sesgada, fragmentada y sin
contexto. Reclamar el contexto de la información y analizarlo como previo a
nuestros posicionamientos y a la toma de decisiones es vital. Recuperar la
memoria histórica nos ayudará a entender mejor los contextos.
Se acumulan más datos que
nunca, pero apenas tenemos datos públicos y en su mayoría quedan en manos de
las corporaciones tecnológicas que los venden al mejor postor sin que apenas
nadie lo cuestione. Es fundamental exigir la supervisión de las bases de datos
que alimentan las aplicaciones digitales y que afectarán, entre otras cuestiones,
al diseño de las políticas públicas (Dones en Xarxa,
2025). Datos que deben estar desagregados por sexo[17] y deben
ser patrimonio, añade Burch de la comunidad que los
genera (Burch, 2022).
Los algoritmos están
decidiendo ya una parte importante de nuestras vidas y lo hacen sin que
exijamos conocer cómo se han creado. Sabemos ya que uno de los principales
peligros de la Inteligencia Artificial está en los sesgos que genera, entre
ellos sesgos sexistas y racistas, pero asistimos pasivamente a la creación del
nuevo escenario y nos dejamos invadir por la sensación de impotencia sin
reclamar ética y control legal para estos procesos.
En el informe “Una inteligencia artificial alineada con los
derechos de las mujeres” (Dones en Xarxa, 2025) se
realiza un amplio análisis sobre el impacto de la Inteligencia Artificial en
los derechos de las mujeres. Incluye además de las cuestiones sobre algoritmos
en las redes sociales y la gestión de los datos, la incidencia de nuevo de la
brecha digital de género, el impacto en situaciones de violencia machista y la
falta de mujeres en el diseño de la IA que se está construyendo. Recomiendo la
lectura completa del informe que planea propuestas y recomendaciones, entre
ellas: actuaciones en las bases de datos, incluir supervisión humana,
garantizar transparencia, promover equipos profesionales con criterio social
que puedan afrontar los problemas de sesgos, la producción de datos abiertos,
generar IA para abordar retos sociales o establecer una regulación para
garantizar la privacidad de las personas usuarias y mejorar su confianza en las
herramientas de IA.
Muchas de estas propuestas
pueden asumirse a nivel individual, pero es clave no olvidar la fortaleza que
nos ofrece la resistencia colectiva y organizada. Lo recuerda la escritora de
ficción y ensayista Belen Gopegui
Durán en su novela Te siguen (2025). Somos conscientes de que nos siguen
pero frente a los intentos de control y manipulación siempre hay margen no solo
para la reacción sino para la acción.
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[1] Todavía puede consultarse el blog que se creó para la
campaña en https://laslinces.blogspot.com/2009/03/las-linces-van-responder-los-obispos.html [01/03/2025].
[2] La campaña en favor de Amina Lawal
impulsada desde España sirvió no solo para aumentar la conciencia ciudadana
sobre la situación de las mujeres en Nigeria sino como poderoso reclamo para
aumentar la afiliación en España a Amnistía Internacional. El 60 % de las
firmas de adhesión a la campaña que recibió Amnistía Internacional procedió de
España. Véase la información en El País, 8 de octubre de 2002, disponible en: https://elpais.com/sociedad/2002/10/09/actualidad/1034114401_850215.html [01/03/2025].
[3] Desde Mujeres en Red se realizó un llamamiento para
cesar con la campaña internacional de cartas de protesta pidiendo la
coordinación de las campañas internacionales con las organizaciones locales de
defensa de los derechos humanos. Amnistía Internacional hizo caso omiso de la
petición siguiendo adelante con la campaña internacional que repercutió en un
aumento considerable de adscripciones a la ONG. Véase la nota de Mujeres en
Red: https://www.mujeresenred.net/nigeria-baobab.html [01/03/2025].
[4] En 1963, la periodista
independiente Gloria Steinem se hizo especialmente
popular entre las feministas tras escribir un diario mientras trabajaba
encubierta como Conejita de Playboy en el Club Playboy, que se publicó en dos
partes en los números de mayo y junio de la revista Show. Se pude ampliar la información en Segunda Ola del feminismo
en EEUU, disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Segunda_ola_del_feminismo_en_EEUU [03/03/2025].
[5] En wikipedia se puede
conocer los detalles del movimiento con amplias referencias en trono al proceso
internacional que se generó.Véase: https://es.wikipedia.org/wiki/Me_Too_(movimiento) [01/03/2025].
[6] Véase: https://es.wikipedia.org/wiki/Juana_Manso [11/03/2025].
[7] Revista Fem. Wikipedia https://es.wikipedia.org/wiki/Fem_(revista) [11/03/2025].
[8] Quirós Fernando; El Informe McBride
25 años después: propuesta que el Primer Mundo se negó a aceptar.
[9] Recomiendo revisar las biografías de todas ellas para
conocer los detalles de una lucha por los derechos de las mujeres en América
Latina disponibles en Wikipedia.
[10] El tren de la libertad. Wikipedia https://es.wikipedia.org/wiki/El_tren_de_la_libertad [09/03/2025].
[11] Ni una menos. Wikipedia https://es.wikipedia.org/wiki/Ni_una_menos [09/03/2025].
[12] #MeToo Wikipedia https://es.wikipedia.org/wiki/Me_Too_(movimiento) [09/03/2025].
[13] Un violador en tu camino. Wikipedia https://es.wikipedia.org/wiki/Un_violador_en_tu_camino [09/03/2025].
[14] Justicia para nuestras hijas. Wikipedia https://es.wikipedia.org/wiki/Justicia_para_nuestras_hijas [09/03/2025].
[15] Algunas de estas acciones contra el feminicidio están
recogidas en los textos de Hackeando el patriarcado (Boix, 2006).
[16] “Lucha contra la ciberviolencia de género”. De un
vistazo. Pleno - Diciembre de 2021 Puede consultarse en: https://www.europarl.europa.eu/RegData/etudes/ATAG/2021/698830/EPRS_ATA(2021)698830_ES.pdf [13/03/2025].
[17] Es preocupante constatar la falta de datos
desagregados por sexo, incluso en bases de datos públicas. La ausencia de estos
datos condicionará el desarrollo de políticas de apoyo que afronten la
desigualdad entre mujeres y hombres.