Deshominem, hombres contracorriente: una investigación-creación

en torno a la reflexión de masculinidades no hegemónicas

 

Deshominem, cross-current men: a research-creation around the reflection

of non-hegemonic masculinities

 

 

Maria Cecilia Hernández Ocampo

Paula Andrea Barreiro Posada

Edisson Arbey Mora

mcecilia.hernandez@udea.edu.co

paula.barreiro@udea.edu.co

edisson.mora@udea.edu.co

Universidade de Antioquia - Colombia

Universidade de Antioquia - Colombia

Universidade de Antioquia - Colombia

 

 

Recibido:   29-02-2024

Aceptado:  19-06-2024

 

 

Resumen

Este artículo se aproxima a las experiencias de masculinidades no hegemónicas en un contexto universitario con el objetivo de indagar sobre el reto que supone para los varones desafiar las expectativas y los roles históricamente asignados a ellos. Apoyándonos en la metodología de investigación-creación, buscamos comprender a qué nos referimos cuando hablamos de masculinidades no hegemónicas, y cómo se construyen en el día a día entre varones de la comunidad universitaria, entendiendo así qué efectos tienen aún en la conformación de nuestras sociedades. Esta investigación forma parte de un proyecto de la Universidad de Antioquia (Colombia, 2021-2022) y su resultado es una miniserie documental web cuyo arco narrativo exhibe el proceso de toma de consciencia, deconstrucción y reconstrucción permanente de masculinidades diversas.

Palabras clave: masculinidad no hegemónica, estudios de género, violencia de género, investigación-creación, serie documental.

 

Abstract

This article approaches the experiences of non-hegemonic masculinities in a university context, to investigate the challenges faced by men with the expectations and roles that have historically been assigned to them. Based on the research-creation methodology, we seek to understand what we mean when we talk about non-hegemonic masculinities and how these are built on a daily basis among men in the university community, thus understanding what effects they still have on the formation of our societies. This research is part of a project at the University of Antioquia (Colombia, 2021-2022), its result is a web documentary miniseries, whose narrative arc exhibits the process of awareness, deconstruction and permanent reconstruction of diverse masculinities.

Keywords: non-hegemonic masculinity, gender studies, gender violence, research-creation, documentary series.

 

 

1. Introducción

 

 

A partir de una iniciativa académica, entre la Dirección de Bienestar Universitario y  la Fundación Universidad de Antioquia, se pone en marcha la propuesta “Promotores del Bienestar”, en el año 2021, y que convoca a la comunidad de la Universidad de Antioquia (Medellín, Colombia), para que realice proyectos investigativos, de producción audiovisual y concientización que tuvieran como eje la no discriminación y la abolición de las violencias basadas en género (VBG).

La convocatoria demandaba propuestas en tres líneas temáticas: Herramientas para el empoderamiento femenino e identidades de género, Desnaturalización de las violencias cotidianas y Resignificación de masculinidades. Una de las propuestas ganadoras fue “Objetores del patriarcado: hombres contracorriente”, un proyecto de investigación-creación que se enmarcó en la tercera línea temática mencionada: Resignificación de masculinidades, y que tuvo como propósito presentar experiencias de vida de varones, que dentro del sistema patriarcal hegemónico y heteronormativo, sufrieron violencias, con relación a sus formas de configurar la masculinidad de una manera distinta y diversa.

Para esta investigación-creación realizamos una mini serie documental web con una temporada de cinco capítulos de entre cinco y ocho minutos cada uno[1]; una campaña de sensibilización, difusión y pedagogía en redes sociales y un conversatorio con los protagonistas de la serie, abierto a toda la comunidad universitaria y con transmisión en directo vía YouTube. El equipo investigador-creador estuvo conformado por dos profesoras y un profesor, integrantes del Comité de Género de la Facultad de Comunicaciones y Filología de la UdeA, tres estudiantes del pregrado en Periodismo y tres estudiantes del pregrado en Comunicación Audiovisual y Multimedial.

En el presente texto, exponemos las discusiones e indagaciones que surgieron en el ejercicio de la investigación-creación con foco en la realización de la serie documental, a la que denominamosDeshominem: hombres contracorriente[2].

En el rastreo de antecedentes que aborden masculinidades no hegemónicas en estudiantes universitarios en Colombia, implementando la investigación-creación para la realización de piezas audiovisuales, no hallamos estudios coincidentes. En cambio, encontramos esta relación entre metodología y tema, mayoritariamente en campos como la danza (Galindo y Montes, 2023 y Carmona, 2021), el audiovisual de no ficción (Bustos y Martínez, 2019), el teatro y el performance (Sainz de Baranda, 2022 y Buitrago, 2019). No obstante, estas iniciativas no se centran en nuestro objeto de interés: estudiantes universitarios, ni en nuestro propósito de comprender los trayectos de construcción y deconstrucción de las masculinidades.

Por otra parte, encontramos algunos contenidos audiovisuales de ficción y no ficción, con mayor reconocimiento que explícita o implícitamente abordan y problematizan el asunto de las masculinidades. Entre otros, encontramos: No soy un hombre fácil (Eleonore Pourriat, Francia, 2018), Todas las mujeres que conozco (Xiana do Teixeiro, 2018, España), Chevalier (Jennifer Siebel Newsom, Estados Unidos, 2015).

 

 

2. Problematizar la masculinidad hegemónica

 

 

Un primer paso para avanzar hacia la exploración y la investigación-creación de las masculinidades no hegemónicas y diversas es la comprensión de los conceptos “masculinidad” y “masculinidad hegemónica”. En dicha búsqueda evidenciamos que estas nociones aparecen como indisolubles de imaginarios como: la masculinidad es exclusiva e irrenunciablemente de los varones, la masculinidad es una noción natural o asociada a lo biológico, y la masculinidad no está relacionada con las mujeres.

Con más de setenta años de historia, los estudios y las teorías de género ofrecen definiciones diversas de la masculinidad, aunque todas ellas similares en su esencia. Por ejemplo, López y Güida (2000: 8), afirman que, aunque pareciera que existen distintas masculinidades según la cultura de la que se esté hablando, lo cierto es que todas nos remiten hacia un modelo hegemónico.

Por su parte, Connell y Messerschmidt (2021) rastrearon el origen del concepto y afirman que se dio alrededor de 1980. Explican que la primera vez que se enunció fue en el contexto del informe de un trabajo de campo que abordaba la inequidad social en escuelas secundarias de Australia (Kessler et al., 1982). Posteriormente, se expuso “en una discusión conceptual relativa a la construcción de las masculinidades y la experiencia de los cuerpos de los hombres” (Connell, 1983); y en un debate sobre el “rol de los hombres en las políticas laborales australianas (Connell, 1982: 34)”.

Para estos autores, hablar de masculinidad hegemónica es, en su comprensión más extendida, abordar “un sinónimo modernizado del antiguo ‘machismo’” (Connell y Messerschmidt, 2021: 34). Bajo ese significado, la tipificación de hombre y masculinidad se puede asociar a estereotipos de género tales como no expresar afectos y privilegiar lo racional, no expresar dependencia, tener mucho deseo sexual, dirigido exclusivamente a las mujeres, ser proveedor, cultivar el honor, privilegiar la acción por sobre la palabra, ejercer una paternidad distante (FLACSO, 2016).

En este mismo sentido, Fabbri (2009), pone en tensión tres formas en las que se aprende a ser hombres: los medios de comunicación, los grupos de amigos varones y el rechazo a lo construido culturalmente como lo “femenino”; estas maneras siguen reproduciendo un patrón de subordinación con lo femenino, pero también sigue enraizando unas manifestaciones de lo masculino que son nocivas y que perpetúan los modelos de que los hombres deben tener una dominación de todos los aspectos de la vida: personal, social y cultural.

Lo que tradicionalmente se entiende como “lo masculino” conlleva una serie de características que a menudo se asumen como inherentes a los varones y no como construidas culturalmente. La heterosexualidad, la homofobia, la homosocialidad (la relación entre “pares”), la renuncia a lo femenino, el control de las mujeres y de otros hombres, la despreocupación por las decisiones reproductivas, son solo algunos de los rasgos que enuncian diversidad de autores y autoras acerca de la construcción de la masculinidad como modelo hegemónico (López y Güida, 2000: 10).

Asimismo, lo masculino hegemónico también implica roles, actitudes y actividades exclusivas de los varones. Tal y como señala Oviedo (2018), por un lado, se exige a los hombres una serie de materiales simbólicos e imaginarios y, por otro lado, se les prescriben “límites innegociables” (2018: 2), tales como no tener miedo, ser proveedor, activo, fuerte, responsable y autónomo.

Por otra parte, atendiendo al llamado de alerta que hacen Barbero y Morcillo (en Cornell y Messerschmidt, 2021: 32) al respecto de no pasar de largo por la noción de “hegemónico”, comprendemos este concepto en franca coincidencia con ambos autores cuando explican que:

 

“Al igual que varias autoras feministas piensan el género como un interrogante sobre el sistema de atribuciones simbólicas basadas en la diferencia sexual que legitima las desigualdades, el concepto hegemonía fue construido por Gramsci como una noción metodológica, “como una forma de pensar la compleja interconexión entre consenso y coerción, y no como una descripción de una forma concreta de poder”. La clave del concepto, entonces, radica en las posibilidades que ofrece para interrogar cómo el género, la raza, la clase, la sexualidad, otros marcadores sociales y los rasgos de la personalidad, son utilizados a nivel individual, relacional y social para legitimar (o cuestionar) la jerarquización y complementariedad del orden de género hegemónico, a nivel global, regional y local”.

 

La tensión entre el consenso y la coerción de “ser hombre”, conlleva una discusión al respecto de la noción de poder. Para Parrini (2002: 3, citando a Kaufman) la subjetividad masculina se sostiene en el poder y en la lucha por conquistarlo, asunto que configura una masculinidad que podríamos llamar violenta, cuya evidencia emerge en los históricos “clubes de hombres” como las pandillas, las barras bravas, la milicia, etc. Masculinidad que, además, se constituye en fuente de dolor “por tratarse de ilusiones de omnipotencia imposibles de lograr” (Oviedo, 2018: 3).

 

“[...] ahora, no solo las mujeres han salido mal libradas a raíz de la construcción hegemónica de la masculinidad. Los hombres han pagado un precio muy alto por el privilegio de tener el control y ser dueños de la fuerza y del poder, en la medida en que deben cumplir con un perfil que prohíbe su sensibilidad, y que no necesariamente corresponde con la auto-identificación de los hombres” (Oviedo, 2018: 2).

 

De esta manera, se pone de manifiesto la necesidad de investigar, crear y actuar sobre un modo único  de ser hombre que inflige dolor a otras personas y a sí mismo, de problematizar la comprensión y la aceptación social de este tipo de masculinidad y sus efectos individuales y culturales, y de aportar a la visibilización de las formas diversas de lo masculino.

 

 

3. Muchas razones para investigar las masculinidades diversas

 

 

Para autores como el escritor argentino Sergio Sinay (2006) la masculinidad que entendemos como hegemónica se convierte en fuente de toxicidad tanto para hombres como para mujeres y tiene la potencia de derivar en situaciones agresivas o de fatalidad. La forma más evidente en que se materializa este tipo de masculinidad es la violencia: contra las mujeres, contra otros hombres, contra sí mismos y contra el ambiente. La violencia se ha convertido en la forma por excelencia que tienen los hombres para solucionar sus conflictos, tanto familiares como mundiales (ONU Mujeres. 2018: 11).

Una mirada superficial a las cifras de distintos tipos de violencia en el mundo nos da un panorama general de la relación que existe entre la masculinidad hegemónica y la propensión a asumir riesgos y roles propiamente violentos. Por ejemplo, en diversos países y años, particularmente en América Latina (región en la que tiene lugar el estudio que se presenta en este artículo), las cifras de perpetradores de violencia son superiores en hombres que en mujeres, pero también lo son las tasas de mortalidad por asuntos asociados al cuidado y al autocuidado como el suicidio, la desnutrición, los accidentes de tránsito, las sobredosis y ciertas enfermedades, o relacionados con escenarios violentos como delincuencia, riñas y el asesinato, son superiores en hombres que en mujeres, tal y como se detalla en los datos que se enuncian a continuación.

Según un informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), cada hora perdieron la vida 52 personas en el mundo durante 2021. El estudio detalla que:

 

“Los hombres son las víctimas y los perpetradores más probables de homicidio, ya que constituyen 81 % de todas las víctimas de homicidio y 90 % de los sospechosos en contacto formal con la policía por homicidio. Sin embargo, las mujeres experimentan un mayor riesgo de violencia en el hogar. Aunque constituyen 19 % de las víctimas de homicidio en total, representan 54 % de todos los homicidios en el hogar y 6 6% de todas las víctimas de homicidios cometidos por la pareja” (ONU, 2023a).

 

Un reporte del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (2021), señala que durante 2021 en Colombia se cometieron 13.233 homicidios, de los cuales 12.242 corresponden a víctimas masculinas, es decir, el 92,51 %. Por su parte, para 2022, tal y como indica el portal DatosMacro, Colombia presentó 13.108 homicidios intencionados, con 12.113 víctimas varones y 995 víctimas mujeres. Esta tendencia se conserva al revisar diferentes años en distintas décadas. Los datos revelan la exposición permanente de los hombres a escenarios de riesgo y violencia.

Sumado a ello, también son los varones los mayores perpetradores. Con respecto a las mujeres asesinadas, el informe de Forensis (Ibídem) destaca que en más del 30 % de los casos, el agresor es la pareja de la víctima, y la Organización Mundial de la Salud (2021), señala que una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja o expareja y casi el 40 % de los feminicidios son cometidos por la pareja de la víctima. El observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe de Naciones Unidas publicó que en esta región, en 2021, al menos 4.473 mujeres fueron asesinadas por razones de género (ONU, 2022), y en 2022 4.050 fueron víctimas de feminicidio (ONU, 2023b).

Recordemos que la masculinidad hegemónica promulga la superioridad del varón sobre las mujeres y sobre otros hombres y cuerpos feminizados, lo que implica una actitud permanentemente temeraria y riesgosa, por parte de los hombres, en búsqueda de ejercer poder y control. Tal y como indica ONU Mujeres (2018), la visión tradicional del hombre lo ubica en la posición de asumir riesgos y evitar la apariencia de debilidad, asunto que, en definitiva, afecta su integridad y la de terceros.

Ejemplo de lo anterior son las cifras de suicidio marcadamente superiores en hombres (2.689 casos en Colombia en 2021, de los cuales el 81,03 % fueron hombres). Asimismo, la conducción temeraria de vehículos es otra manifestación de la actitud temeraria que exige la masculinidad; según Forensis (2021) de los 31.850 casos de accidentes de tránsito reportados, el 23 % produjeron muertes (7.477 personas fallecidas). De este porcentaje de casos fatales, el 83 % (6.171 casos) corresponde a varones.

Las cifras son elocuentes, pero ahondar en ellas no corresponde al alcance de este artículo ni de la investigación. Son solo una muestra de la necesidad de estudiar y discutir sobre la masculinidad hegemónica y la violencia asociada a ella, poniendo  en evidencia la existencia y los trayectos de otras formas de lo masculino como formas no violentas de ser varón.

 

 

4. ¿Cómo indagar por las masculinidades no hegemónicas desde la investigación-creación?

 

 

Enfocarnos en las masculinidades diversas en contraste con las hegemónicas o tradicionales nos permite desde un inicio identificar el asunto a indagar. A partir de un enfoque de género, la masculinidad es entendida como una construcción social y por ende no comprende  una forma única de expresión. Desde allí nos posicionamos en esta investigación -creación: es decir, alejándonos de  posturas que la intentan definir desde miradas esencialistas y biologicistas.  Entendemos que desde este enfoque de género  se  nos facilita buscar y encontrar posibles deconstrucciones de la masculinidad.

Para adentrarnos a los posibles caminos de deconstrucción de una sola masculinidad hegemónica, optamos entonces por la metodología de la investigación-creación. En el 2014, distintas instituciones académicas colombianas de arte, diseño y arquitectura impulsaron el reconocimiento de la investigación-creación como modelo para la generación de nuevo conocimiento en el marco de la Política Pública de Ciencia, Tecnología e Innovación (Madero y Ballesteros, 2021). Así como la investigación tradicional, los procesos de investigación-creación -en algunos ámbitos llamada investigación artística- también pueden generar nuevo conocimiento, desarrollo tecnológico e innovación, transferible al sector social, cultural y productivo, especialmente al de las industrias creativas y culturales (Minciencias, n.d).

Al momento de indagar por asuntos con perspectiva de género consideramos pertinente optar por la mencionada investigación-creación, puesto que este tipo de abordaje  suele buscar el progreso y la posibilidad de combatir muchos de los grandes desafíos sociales (Buitendijk, Simone y Maes, Katrien, 2015). De acuerdo con Pérez Sedeño (2008), se hace necesaria una epistemología alternativa para la generación de nuevo conocimiento con enfoque de género: “Si el patriarcado está enclavado en la estructura misma de la sociedad, las formas de producir conocimiento que desde esta lógica emerjan, también estarán teñidas por la forma patriarcal” (citada en Schongut, 2012: 31). En este sentido, los estudios feministas han ofrecido innovadoras pautas promoviendo que se hable al respecto a través de un discurso proveniente de las mujeres en plural, abriendo la posibilidad no solo de nuevas creencias sino además de un conocimiento propio.

En sintonía con lo anterior, nuestro proyecto buscó la realización de una pieza serial audiovisual, fruto de la investigación-creación, como base para indagar por las masculinidades no hegemónicas de los personajes centrales de la serie. Estos varones, se autodefinieron como seres que vivían una masculinidad no hegemónica y en permanente construcción. El grupo de la presente investigación accedió a las experiencias de estos varones gracias a un proceso de convocatoria abierta, en la que había como único requisito la autopercepción y el pensamiento crítico frente a la forma de vivir su masculinidad; teniendo en cuenta categorías como el rol, la posición social y el carácter, ampliamente descritos por autoras como Kate Millett (1969) y enunciado durante las consultas previas con el asesor temático[3]. Los personajes que componen la pieza audiovisual, pertenecientes a la comunidad universitaria, narraronn con su propia voz sus diversas formas de ser hombres y de vivir sus masculinidades divergentes.

Contar la historia personal y con ello contribuir a la construcción de una naciente memoria colectiva sobre las nuevas masculinidades como campo de estudio, requiere atravesar– por parte de los sujetos– y acompañar– por parte de quienes les investigan– procesos personales profundos. Estos procesos exigen, desde los sujetos investigados, autorreflexión y comprensión de sí mismo para adquirir la capacidad de interpretar sus vidas en su entorno y cómo éste permeó o detonó otras formas de ser hombre. Por parte de quienes condujeron la investigación, este proceso requirió de un acompañamiento cercano que  permita una adecuada clasificación y jerarquización de los hechos de manera que puedan expresar la experiencia vital que les fue compartida, por medio de una narración y –en nuestro caso– una puesta en escena documental coherente con los hallazgos encontrados.

Por último, la delimitación de nuestra investigación está dada por el marco que ofrecen tres interrogantes principales: ¿a qué nos referimos con masculinidades no hegemónicas? ¿Cómo se construyen este tipo de masculinidades divergentes en comparación con las hegemónicas? y, por último, ¿cómo se presentan y desenvuelven las masculinidades no hegemónicas en el día a día?

 

 

5. Metodología

 

 

Para el presente proceso optamos por la investigación-creación para obtener dos resultados puntuales:

 

(1) un proceso sistemático y creativo de innovación que permita ser replicado –o ser punto de partida– por nuevas propuestas del ámbito de las comunicaciones o con objetivos similares;

 

(2) una obra audiovisual reflexiva. Como es bien sabido en la investigación-creación, no sólo nos sentimos impulsados(as) a producir una pieza u obra que generara nuevo conocimiento, sino que nos interesamos por impactar a terceros por medio de un proceso del que puedan apropiarse en futuros proyectos. Con lo anterior, afirmamos que la obra no es el fin único de la investigación-creación, el proceso también forma parte importante de ese resultado final cuando lo que se quiere es que, precisamente, la obra sea generadora de un conocimiento.​

 

En la investigación-creación la palabra creación no está exclusivamente asociada a la pieza terminada, sino que, además, se vincula con los procesos de producción, las dinámicas de interacción y las experiencias que genera (Bonilla Estévez et al., 2018: 283). En este caso, la práctica forma parte del proceso investigativo al mismo tiempo que la producción de la obra es permeada por el conocimiento teórico. Así pues, los resultados que persigue una investigación-creación, son producto de una interdependencia entre la obra y el conocimiento surgido de procesos investigativos.

La pregunta central de nuestro proyecto se articuló en la pieza creativa final – una mini serie web documental denominada Deshominem– gracias a un proceso de reflexión que a medida que fue avanzando fue revelando respuestas, pero también nuevas inquietudes frente al objeto de estudio y sus preguntas iniciales. Lo anterior bajo el supuesto de que, si uno de los objetivos de la investigación científica es llegar a conclusiones objetivas y verificables, en la investigación-creación se busca “abrir posibilidades, sugerir interpretaciones y cuestionar certezas” (Bonilla Estévez et al., 2018: 285). De modo que, al haber optado por la investigación-creación nos propusimos extender los horizontes planteados por el paradigma positivista al propiciar un espacio para la existencia de esos otros tipos de conocimientos.

De acuerdo con Borgdorff (2007), la práctica artística se califica como investigación cuando cumple con tres requisitos: ​

 

1.    Proponer ampliar el conocimiento y la comprensión a través de una investigación original​.

2.    Plantear preguntas pertinentes para el contexto en que se produce​.

3.    Emplear métodos apropiados para el estudio del proceso creativo que llevan a la producción de obra.

 

Como vemos, para la investigación-creación no solo son de suma importancia la obra o la pieza final, sino también el proceso. Igualmente es relevante el contexto en el que se desenvuelven los hechos a indagar. Tomando en cuenta lo anterior, diseñamos un proyecto en 4 etapas, cada una lo suficientemente flexible para dejarse permear por los hallazgos creativos que fueran emergiendo.

En primera medida –y para tener un cierto control del contexto a indagar– delimitamos el proyecto a la población estudiantil de la Universidad de Antioquia, tomando ventaja de lo grande y diversa que es como un verdadero universo. Contamos con el apoyo de la Facultad de Comunicaciones y Filología, aprovechando que quienes formulamos el proyecto pertenecemos al Comité de Género de la Facultad, pero no cerramos el alcance a esta unidad académica y buscamos, desde un inicio, a los personajes de nuestra serie documental en todas las dependencias de la institución. Adicionalmente, convocamos el recurso técnico del Centro Integrado de Laboratorios de la Facultad, llamado 1012|L@b y de estudiantes de los programas de Comunicación Audiovisual y Multimedial (CAM) y Periodismo.

Los y las estudiantes fueron protagonistas en el desarrollo del proyecto, pues tuvieron voz y voto para sugerir caminos y encontrar formas creativas adecuadas de abordar a los protagonistas de la serie documental. Para la ejecución de la propuesta se aprovecharon técnicas, métodos, procesos e instrumentos propios de la investigación periodística, la realización audiovisual y la comunicación digital, enmarcadas bajo la premisa de hacer investigación-creación. Las 4 etapas en las que se desarrolló el proyecto fueron:

 

1. Convocatoria

 

Durante esta fase del proceso se llevó a cabo una convocatoria abierta a estudiantes de la Facultad de Comunicaciones y Filología para integrar el grupo que, de la mano de los y las integrantes del Comité de Género, desarrollarían el proyecto de investigación-creación.

 

2. Información e Investigación-creación

 

Teniendo la reportería como método de investigación periodística. Se rastrearon fuentes documentales, audiovisuales y periodísticas (principalmente reportajes, noticias y podcast), que aportaran rigurosidad académica y veracidad al contenido de la pieza a crear. Asimismo, se identificaron expertos en estudios de género y masculinidades no hegemónicas, docentes y activistas, que, como asesores temáticos, aportaron al análisis del contexto y las particularidades de las masculinidades en la ciudad y en la universidad.

Durante esta etapa los asesores temáticos se reunieron con el equipo del proyecto para discutir sus posiciones y darnos luces con relación a las perspectivas sugeridas para abordarlo en la serie. La temática central trabajada en estas sesiones con expertos fue las masculinidades no hegemónicas, sus procesos de emergencia y construcción, los procesos individuales que conlleva la deconstrucción y la reconstrucción de la identidad y la caracterización posible de estas masculinidades como identidad.

Como resultado de la información obtenida a través de la lectura y la conversación con expertos, se dio inicio al proceso de creación. Desde esta etapa comenzamos a imaginar los posibles personajes que pudieran ser protagonistas de cada capítulo de la serie, teniendo claro que, al tratarse de un documental, éstos debían ser hombres reales dispuestos a contarnos sus propias historias. Con base en esto se ejecutó un proceso de pre-reportería de personajes que fue bastante útil durante las fases de preproducción y producción de la mini serie documental.

Gracias a este proceso simultáneo de ir consultando fuentes y expertos (as), a la par que se iban imaginando los posibles personajes idóneos, se estableció la viabilidad de las historias y de los capítulos para la serie, así como la disponibilidad y la voluntad de los entrevistados. Esto también nos permitió diseñar la estructura general de la serie documental, eligiendo los ejes narrativos de cada capítulo, el arco dramático, los personajes y los temas a enfocarnos en cada episodio, y, en general, evaluar la factibilidad de realizar cada historia en el universo de la serie.

Para la pre-reportería utilizamos instrumentos tales como mapas de fuentes, archivo de fuentes documentales, encuestas y entrevistas en profundidad. En esta segunda etapa de información e investigación-creación, logramos hallar y confirmar la participación de los seis personajes, con sus historias, para cada capítulo de la serie.

 

3. Desarrollo de la serie web documental

 

Esta fase contempló los procesos propios de preproducción, producción y posproducción de la pieza audiovisual: escritura de guiones para las entrevistas con base en lo hallado en la fase de pre-reportería y propuesta de referentes audiovisuales, propuesta arte, propuesta tratamiento sonoro y visual, scouting de locaciones, desglose de producción y presupuesto, plan de rodaje, grabaciones, colorización y montaje.

Precisamente por tratarse de un proceso de investigación-creación, esta etapa no fue lineal como se espera que sea una realización audiovisual en el medio. Mientras íbamos avanzando, encontramos nuevas preguntas y apreciaciones frente a lo que como equipo queríamos plasmar en cada episodio, estas apreciaciones surgieron de los mismos personajes a entrevistar para la serie, lo que dio lugar a que repensáramos algunos enfoques temáticos que no teníamos contemplados. Asimismo, como parte del proceso periodístico, pero también propio de la creación audiovisual, en esta fase se llevaron a cabo tareas de clasificación y jerarquización de la información y del material obtenido durante el rastreo, la investigación y la grabación.

Por último, fue en esta etapa que el personal del 1012|L@b se vinculó al proyecto con sus recursos técnicos y tecnológicos óptimos para el rodaje de lo que, finalmente, resultó en 5 capítulos, cada uno con una duración de entre 5 y 8 minutos. Este personal también aportó un diseñador gráfico que, en conjunto con una integrante del equipo realizador, y con base en la pre-reportería, creó la identidad visual y sonora del producto final.

 

4. Difusión y socialización pedagógica de la pieza creativa y sus temáticas

 

Para esta última etapa se diseñó y ejecutó una estrategia de divulgación y sensibilización apropiada para la serie web documental y de las temáticas que allí se abordaron. Lo anterior se efectuó de dos formas:

 

(1) aprovechando los canales virtuales oficiales de los que dispone la Facultad de Comunicaciones y Filología y la Universidad de Antioquia para alojar allí los 5 episodios de la serie, tomando en cuenta que el público objetivo dentro y fuera de la serie era la comunidad universitaria, y

(2) los resultados obtenidos, no solo de la pieza creativa sino de todo el proceso de investigación-creación, se socializaron desde un propósito pedagógico y mediante un evento de orden académico y artístico.

 

Dada la sensibilidad de algunos temas que se abordaron en la serie, y la necesidad de instalarlos en nuestra institución desde la perspectiva reflexiva y crítica enfocada en la propuesta de soluciones a problemáticas y violencias de género muchas veces invisibilizadas, el evento contó con la participación de los personajes de los 5 episodios y la moderación de Analú Laferal. Siendo esta una reconocida artista y activista trans que se centra en el cuerpo como territorio en disputa, quien se encargó de hacer las preguntas disruptivas y reflexivas durante el conversatorio. Adicionalmente en este evento, y desde la parte artística, se hicieron intervenciones musicales relacionadas con la temática tratada. La socialización contó con la presencia de, al menos, 100 personas.

De acuerdo con Borgdorff (2007), metodológicamente la investigación-creación emplea métodos experimentales y hermenéuticos que generan procesos y productos singulares. El proceso y los resultados de nuestro proyecto responden a la anterior afirmación, permitiendo que la indagación por las diversas formas de masculinidad no hegemónica que coexisten en la Universidad de Antioquia se analizara reflexivamente a través de la creación de una obra que puede trascender la comunidad universitaria, puesto que los temas allí tratados no son exclusivos de la institución.

 

 

6. Desarrollo

 

 

Como mencionamos anteriormente, producto del trabajo de campo y de las discusiones surgieron cinco capítulos de una miniserie documental web. El arco dramático se centró en las narrativas de seis hombres de la Universidad que reflexionan al respecto de cómo han vivenciado sus masculinidades a lo largo de la vida. Estos capítulos presentan, en las voces de sus protagonistas, una mirada por procesos: construcción, consciencia, deconstrucción y reconstrucción de las masculinidades, por ende, cada uno se nombra de acuerdo a este proceso o etapa en las que estos personajes configuran las formas en las que deciden diariamente ser “hombres”.

Así pues, presentamos en cada capítulo un análisis de lo que subyace en las reflexiones de sus protagonistas. Cabe aclarar, además, que como parte de la propuesta estética de los capítulos los nombres de los participantes no se publican en las intervenciones, pues interesa más una construcción de sus identidades desde sus voces y expresiones. Ese mismo artificio se mantendrá a lo largo de este análisis, por lo que iremos citando a los protagonistas sin indicar sus nombres.

 

6.1. Capítulo 1. Deshominem

 

Imagen 1. Capítulo 1

 


Fuente: extraída de la serie documental Deshominem. Hombres contracorriente.

 

Las implicaciones, las formas de ser hombre y las maneras en las que socialmente se construye la masculinidad en nuestros entornos culturales son lo que constituye este primer capítulo. Aquí se narran esas formas hegemónicas que se heredan culturalmente para responder a los mandatos de lo que debe ser un hombre.

En ese sentido, los protagonistas nos cuentan cómo debe ser ese comportamiento: ser fuerte, dominante, mostrarse como peligroso para el otro, ser la figura protectora del hogar, tener todo bajo control, ser líder, no preocuparse por la imagen corporal, ser tosco…En fin, un sinnúmero de parámetros que implica que el hombre siempre debe demostrar su virilidad y supremacía.

Rita Segato (2003: 38) plantea que “[…] si el lenguaje de la femineidad es un lenguaje performativo, dramático, el de la masculinidad es un lenguaje violento de conquista y preservación activa de un valor”. Por ende, el hombre está obligado, desde su niñez a responder a este mandato, siendo la sociedad, quien vigila esta forma de masculinidad impuesta. Sin embargo, también se plantea que este paradigma al que se asiste no es siquiera una elección, se hace per se.

Al respecto plantean dos de los protagonistas que “No hay un conocimiento consciente del ser hombre.” (2:26, Protagonista 1), y que “No existe una guía para meterse en el mundo de la masculinidad.” (3:08, Protagonista 2), es decir, hay un mandato al que se obliga y que se regula desde todos los puntos de vista posibles, para que no se tergiverse esa supremacía de lo patriarcal, pero, además, que debe vigilarse y regularse, pues,

 

“Lo peligroso del sistema patriarcal es que irradia todos los aspectos de la vida, es decir, generalizando y universalizando las hegemonías masculinas desde un lugar absolutista y perpetuando los preceptos que normalizan los roles, las conductas y las relaciones, por tanto, configuran sociedades que refuerzan discursos y prácticas que reproduce la supremacía masculina.” (Brito, Basualto y Flores, 2002: 25)

 

Igualmente, uno de los puntos recurrentes en la narrativa es que los hombres no pueden expresar sus sentimientos de ninguna manera pues: “[…] pareciera que el amor, los hombres sólo pueden expresarlo en lugares privados.” (2:30, Protagonista 3). En ese aspecto, también estos hombres empiezan a mostrar quiebres en las formas en que se constituyen esas maneras hegemónicas de lo masculino, y justo tiene que ver con la expresión de sentimientos como parte de asumir eso de ser hombre desde otras aristas.

  Es así como uno de los personajes narra: “[…] a mí me parece absurdo que uno como hombre no pueda tener miedo, no pueda tener miedo de salir al centro a las 10 de la noche porque qué miedo, me van a atracar […].” (3:15, Protagonista 4), y afirma más adelante, “Yo, si tengo que llorar, lloro” (3:40, Protagonista 4). Como se ve, a partir de estos cuestionamientos y acciones es que se empieza a pensar, por ejemplo, en masculinidades más sensibles y que se van desmoldando de lo socialmente arraigado.

 

6.2. Capítulo 2. Inconsciencia

 

Imagen 2. Capítulo 2

 


Fuente: extraída de la serie documental Deshominem. Hombres contracorriente.

 

Siguiendo la línea del anterior capítulo, el segundo episodio aborda de manera más profunda esas formas de ser hombre que se imponen y se norman, pero también los personajes nos hablan de los comportamientos que la sociedad les impone y que, al no responder a ellos, les crean conflictos. “Yo, de niño, tenía ciertos comportamientos muy afeminados, por decirlo así, y mi mamá siempre era encima de mí, ‘usted no puede ser así, usted no puede llegar a ser como sus tíos, usted tiene que ser diferente, porque si usted llega a ser así, no vuelve a mi casa, se olvida que tiene mamá.” (1:04, Protagonista 4).

A este respecto, las formas de lo que se considera normal frente al ser hombre se deben regular y volver al cauce, no se puede salir de él. Incluso, algunos de los protagonistas enuncian que asisten a esas formas de regulación de manera inocente, casi inconscientemente, para poder “adaptarse” a eso que se le pide y que debe ser un hombre: “Todavía para mí es difícil saber quién soy yo, pero es porque vos desde muy niño empiezas a reprimirte y es como si uno moldeara una versión de ti, una mala versión de ti, porque al final uno no puede negar lo que es.” (1:34, Protagonista 5).

Incluso con formas de discriminación ocurre lo mismo. Así lo expresó uno de los protagonistas: “Me pegaban, me decían mariquita, y yo, por ejemplo, no sabía qué era mariquita, yo no sabía muchas cosas que ellos me decían.” (3:14, Protagonista 2). En ese sentido, plantean Brito, Basualto y Flores (2002: 25) que:

 

“Esta normalización ha permeado, a través de dispositivos de vigilancia y dominio, las trayectorias de vida de hombres, mujeres, niñas y niños, dejando huellas indelebles en los cuerpos, rostros y relaciones, las que están supeditadas en los ámbitos públicos y privados. En este paradigma, los cuerpos femeninos y feminizados son los que experimentan la subordinación del poder orgánico y estructural de manera explícita o solapada, de tal modo, que se les pretende corregir -porque se les considera un error- a través de los diversos espacios sociales, los que se manifiestan en roles y funciones adscritas por género. Es así, que las formas de designar quedan fijas e inmutables en roles subalternos que persisten y se transmiten por las porosidades de los sistemas que conspiran con la ideología patriarcal.”

 

Sin embargo, siguiendo este planteamiento, esas mismas porosidades que se empiezan a escapar a la ideología del mandato hegemónico de la masculinidad son a las que asisten estos protagonistas, pues reflexionan y construyen estados de fuga en sus vidas para plantear otras miradas frente a esa masculinidad, y así lo enuncian: “Pues no me cuestioné si era hombre, pero sí si era ‘ese’ hombre.” (4:19, Protagonista 2) (refiriéndose a tener novia desde pequeño, ser de brazos grandes, deportista); y otro dice, “[…] he interiorizado mucho que las personas somos distintas y que yo era un hombre distinto, pero eso nunca me generó un conflicto.” (4:27, Protagonista 4); “[…] la construcción que yo he hecho de mí, me ayuda a identificarme como un hombre, una masculinidad, digamos, poco normativa.” (4:34, Protagonista 1).

Queda claro en estas narrativas que estos protagonistas empiezan a des-anquilosar un modelo hegemónico de ser hombre y apuestan a otras formas de serlo. Unas formas que se preocupan más por sus historias personales, por cómo lo asumen como individuos y no a lo que deben asistir social o culturalmente. Estas voces nos empiezan a mostrar que el discurso unívoco de lo masculino se desglosa para dar cabida a expresiones más plurales en las formas de llevar a cabo lo que se considera el ser hombre.

 

6.3. Capítulo 3. Conciencia

 

Imagen 3. Capítulo 3

 


Fuente: extraída de la serie documental Deshominem. Hombres contracorriente.

 

En este proceso de ir tomando conciencia de las formas de crear masculinidades los protagonistas reconocen un aspecto fundamental en su configuración: la mirada que les ha otorgado la universidad. Primero, como un espacio para tomar conciencia y estar desde su construcción de masculinidad, porque lo reconocen como un lugar diverso: “Creo que la U es un espacio muy diferente, más diverso, que permite múltiples formas de ser, una lógica muy interesante porque le permite a uno abrirse a muchas experiencias […].” (0:33, Protagonista 6). Pero también porque posibilita reconocer dicha diversidad: “La universidad me ayudó tanto a desfigurar ese concepto, […] pues todos somos tan diferentes.” (1:00, Protagonista 4). Y segundo, como posibilidad de transformación desde la formación académica: “Tal vez un espacio más retador, pero también un espacio que me regaló palabras para yo ponerlas a conversar con todo lo que venía transitando.” (1:18, Protagonista 7).

Como consecuencia, estos hombres empiezan a estructurar otras formas de lo masculino en las que redefinen aspectos sobre sus corporalidades, performatividades, roles sociales, actuaciones, estilos de vida, sentimientos: “Entonces un mostrarse frágil y que apenas está entendiendo, eso también es un aspecto que puede notarse traidor, porque muestra la fragilidad del hombre muestra que también el hombre está susceptible a cambiar.” (2:34, Protagonista 7).

Este mostrarse frágil es un aspecto que implica que esa acepción de hombre hegemónico, que no podría mostrar sus sentimientos, es un cambio que se hace necesario para construirse desde otra orilla de lo masculino. Incluso, algunos se identifican con otros sujetos en algunos aspectos no tan comunes: “Me sentía diferente cuando era niño, porque hoy en día hay muchas personas que se pueden parecer a mí en todos los aspectos, tanto en lo físico como en lo comportamental.” (2:52, Protagonista 4).

Estas otras identificaciones, según nos relata uno de los protagonistas, las encuentran además en otros campos: “Creo que desde la literatura también se me ha presentado mucho esa figura, y es el las posibilidades de vida que hay, que uno no está condenado a ser lo que a uno le dijeron que tenía que ser, y uno lee una historia y uno dice, no estoy condenado a tener esta vida, también puedo tener esta vida que leo.” (5:42, Protagonista 7).

Como se evidencia en estas narrativas, los protagonistas disponen diferentes medios para poder tener estados de conciencia y proyectar esas otras maneras de su masculinidad. Las búsquedas son muy particulares, pues van desde lo literario, pasando por el vestuario, las formas de comportamiento, el demostrar sentimientos, etc. Esto hace que se construyan masculinidades diversas, no hegemónicas, o que rompen estereotipos de lo que siempre se ha presentado como ser hombre en una sociedad como la nuestra.

 

6.4. Capítulo 4. Deconstrucción

 

Imagen 4. Capítulo 4

 


Fuente: extraída de la serie documental Deshominem. Hombres contracorriente.

 

La deconstrucción también debe pensarse como un proceso de ponerse en crisis, de confrontación, pero implica la posibilidad de algo distinto. Esto es justamente lo que configura este cuarto capítulo de la serie: un espacio de crisis y posibilidad. La primera voz narrativa abre este episodio, precisamente con esa expresión de la crisis: “Todo espacio de ruptura siempre termina siendo un espacio formativo, porque hace que la persona se cuestione, y una ruptura y un dolor no es necesariamente un dolor físico, pero que si uno se siente muy cómodo en su existencia no se va a cuestionar, digamos cómo lleva la vida […] toda ruptura siempre implica un dolor.” (0:30, Protagonista 3).

El dolor forma parte de este proceso, sin embargo, una vez superado, permite un reconocimiento de sí, una mirada sobre sí, que es más amable y amorosa, como lo expresa otro de los protagonistas: “Ha sido doloroso pensar que algún día, por un segundo, tuve confrontaciones con lo que era me duele pensarlo, me duele pensarlo, y decirme ve, en algún momento tuviste confrontaciones con lo que eras, y ya tanto que te amas, tanto que te respetas, tanto que te valoras, tanto que te quieres […].” (2:16, Protagonista 6).

Este “ponerse en crisis y superarla” en estas historias de vida, tiene que ver con abandonar ciertos preceptos de la masculinidad hegemónica para poder potenciar otras maneras de reconocerse como hombres, desde otras consideraciones y percepciones, que tienen que ver más con sus individualidades, con sus experiencias y formas de ver el mundo. En ese sentido, plantean Asensi y Ribalta (2004: 16), disertando sobre Derrida, que “la deconstrucción hay que inventarla siempre, a cada paso, sin cesar, de ahí su enorme potencialidad creativa. Sus estrategias son contextuales, locales, y lo que es válido para un contexto quizá no lo sea para otro”.

Siguiendo este precepto de deconstruir lo masculino uno de los protagonistas enuncia que, “[…] hablarme como hombre es importante, primero para reconocer que hay otras formas de ser hombre, que no están siempre ligadas a las formas patriarcales, y que uno como hombre que busca pensar y transitar otras formas de masculinidad, todavía no se tiene resuelto.” (1:56, Protagonista 7). Es decir, se trata de una constante invención y reinvención, un devenir que incluso, muchas veces, ni desde lo social y hegemónico tiene un asidero claro en las praxis cotidianas, pero que a partir de estas búsquedas se empiezan a reflexionar sobre ellas.

A este respecto, otro de los personajes indica que cuando lo empiezan a determinar por no corresponder a una especie de “estándar” de lo masculino y lo nombran de otra manera, es que se hace necesario pensar que la masculinidad se conforma de múltiples variables y que no es unívoca, “A mí ese significante me empezó a molestar, y yo decía: es que yo no soy igual a un pelao[4], como yo no soy igual a una orientación sexual, o sea, uno es un cúmulo de cosas. Pero cuando a uno le dicen, cuando a uno le centran la identidad en un término, justamente uno dice eso: no necesito que me terminen.” (3:39, Protagonista 7). Siguiendo esta línea de la indeterminación, y del devenir en el ser hombre, muchos de los personajes hacen hincapié en que es algo movedizo, transitorio, que no siempre perdura en el tiempo, debido a que:

 

“Lo que hoy puede ser una resistencia mañana puede no serlo, y lo que hoy puede ser una técnica de control mañana puede ser un espacio para la resistencia, entonces en esa medida uno no puede creer que eso ya está determinado que no se puede cambiar, no si tiene que haber una posibilidad, usted puede construir otras formas de ser hombre, tiene que cuestionarse, por ejemplo, por qué sí, por qué no, construir una ética de la existencia, quizás.” (5:16, Protagonista 3)

 

La deconstrucción de la masculinidad no tiene una sola vía, cada sujeto la va construyendo y decide qué de esos estándares de lo masculino subvertir, renunciar, rehacer y adoptar. Es claro, además, que, si bien este proceso nunca se completa, estas personas ya han tomado una vía de reflexión al respecto para tejer otras formas de lo masculino. Finalmente, “Lo que sí que está claro es lo que la deconstrucción busca: poner patas arriba el discurso metafísico, logo céntrico o falogocéntrico allí donde se presente: en la filosofía, en el arte, en la política, en el Derecho, en la sexualidad” (Asensi y Ribalta, 2004: 16).

 

6.5. Capítulo 5. Reconstrucción

 

Imagen 5. Capítulo 5

 


Fuente: extraída de la serie documental Deshominem. Hombres contracorriente.

 

Finalmente los protagonistas de estas historias son conscientes de que ahora construyen, habitan, configuran otras figuras de la masculinidad, que ejercen unas masculinidades distintas y diversas. De acuerdo con nuestros personajes, estas formas de masculinidad pueden verse como: “Un hombre dual.” (1:43, Protagonista 1), “[…] no binario.” (2:25, Protagonista 6), un género que fluye, que incluso, pasa por una indeterminación, por una masculinidad en devenir, que se sigue construyendo y que todavía no se tiene tan claro, que todavía no han solucionado eso de “ser hombre”: “Yo podría decirles que la masculinidad es como cada quien quiera vivirla.” (1:05, Protagonista 4).

Al llegar al quinto capítulo de la serie, notamos cómo algunos de los protagonistas se perciben como hombres más empáticos, con relación a una masculinidad hegemónica que se instaura en lo social y cultural como una obligación. Algunos expresan: “Yo me siento hombre por los privilegios que he vivido, pero también por las obligaciones que se me han impuesto.” (1:08, Protagonista 7); “[…] cuando uno se pone a ver ese mundo, cuando se pone a ver que hay personas que la están pasando mal también por cuestiones de esas masculinidades, uno se vuelve más sensible a este mundo, uno se vuelve más comprensible.” (2:59, Protagonista 2).

Asimismo, devuelven al mundo su encargo social, la forma en que los otros deben hacerse cargo de que la masculinidad se construye y se presenta de diversas formas, comprometiendo a los otros frente a esa diversidad, “Yo me siento hombre con relación a la sociedad, porque esa es una etiqueta que yo le dono al mundo, yo le digo al mundo soy hombre, y que ellos ya hagan el tipo de relaciones que quieran con eso […]  al otro lo comprometo a que solucione qué es un hombre.” (1:18, Protagonista 7).

En esa misma medida algunos reconocen que en su masculinidad también habita lo femenino, o más bien, eso que se relaciona con lo femenino, como el cuidado de otros o de sí, ya que muchas veces lo masculino es tosco y no cuida, incluso, de sí mismo. Muchos de los protagonistas reconocen que el deconstruir no es un proceso totalitario ni definitivo, no es irse de un extremo al otro, es un continuo deconstruir en un lado para construir en el otro. Uno de ellos lo enuncia como más que una resistencia, una invitación: “Lo que me llena de gracia a través de la indumentaria es una posición de ofrecimiento, yo no quiero llamarlo resistencia, yo quiero que la sugerencia, la invitación, sea a empezar a retirar con afecto vocabularios que generan más violencia.” (5:37, Protagonista 6).

Finalmente, siguiendo esa línea de la masculinidad como constante construcción-deconstrucción, queda allí la invitación a pensar la huella de aquello que va quedando en el deseo y la corporalidad, como un constante imperativo que recuerda que la cuestión de las masculinidades no es sólo discursiva sino también de actuación: “Uno cómo des-escribe el cuerpo, uno cómo le dice al cuerpo no se comporte así, no sienta de esa manera, el desaprendizaje no puede ser un discurso que uno crea que solucione cualquier cosa, no, el tema de decirle a uno olvide memoria, transforme memorias […]” (6:23, Protagonista 7).

 

 

7. Conclusiones

 

 

Por décadas los estudios feministas han convertido el campo y la construcción del género femenino en un objeto de análisis frecuente y reconocido. En contraste, el abordaje de las múltiples posibilidades de construcción del género masculino ha sido menos reconocido por un público fuera de la academia. Siendo el “hombre” (varón) el individuo que a lo largo de la historia ha tenido agencia y poder, podría considerarse que el estudio de su construcción de género no requiere pensarse, que está dado y completo como un sujeto que no es un devenir.

Tal y como indica Nuñez Noriega (2016: 21), “a menudo, en los propios estudios de género de los hombres [el término “hombre”] aparece como un término obvio, evidente por sí mismo”. Sin embargo, estudios como el presente reflejan la complejidad de dicha construcción.

La masculinidad no está escrita en piedra y tampoco es una sola; se hace urgente un mayor análisis desde posturas no hegemónicas, no sólo para saldar una deuda cultural, sino también para contribuir a la visibilización del amplio espectro de masculinidades que cambian de manera orgánica junto con lo que se va esperando de ellas, pues si bien se habla de una “masculinidad hegemónica” en muchos de los estudios, también queda claro que ésta, en cada contexto social y cultural, se entiende y construye de manera particular (Azpiazu, 2017 ).

La investigación-creación de la que damos cuenta en este artículo, fue una plataforma para explorar creativa y audiovisualmente las configuraciones de las masculinidades en jóvenes universitarios. Aunque los sujetos abordados comparten un entorno que los acoge y contiene, como lo es la universidad, provienen de distintos lugares del país, entre ciudades principales, intermedias y pequeños poblados. Gracias a esto, el presente estudio permite revelar sin tapujos cómo las formas de crianza y el entorno de crecimiento impactan en la manera de ver el mundo desde lo masculino.

Los personajes de la miniserie nos permitieron evidenciar que la masculinidad está en constante evaluación y reconfiguración, pues lo que les fue enseñado en contraste con lo que han ido construyendo, se encuentra en tensión permanente y, en ocasiones, constituye motivo de crisis de todo tipo, desde existencial hasta vocacional.

Asimismo, este trabajo buscó instalar una discusión académica, cultural y política en la Universidad de Antioquia, espacio en el que esta conversación apenas era incipiente en el momento de la publicación de la serie. Finalmente, la posibilidad queda aquí planteada para que otros proyectos también exploren estas experiencias y puedan contribuir no sólo a reducir las violencias de género y contra las mujeres, sino también a proporcionar nuevas miradas frente a los estudios de género.

Optar por una investigación-creación para este tipo de análisis permitió no sólo un acercamiento creativo al objeto de estudio, sino que arrojó como resultado una pieza audiovisual singular con un alto contenido reflexivo que facilita la difusión alternativa de conocimiento a un público más amplio. La miniserie documental que se ha desarrollado puede constituir un punto de partida para futuras investigaciones, dado que el abordaje creativo y la metodología, como en todo proyecto de investigación-creación, son replicables.

 

 

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[1] La serie completa se encuentra alojada en el canal de YouTube de la Facultad de Comunicaciones y Filología de la Universidad de Antiqouia: https://bit.ly/3muroKW [6/04/2024].

[2] El nombre Deshominem fue elegido por el equipo del proyecto después de una discusión creativa que buscaba integrar las nociones de “hombre” y “desconfiguración” o “deconstrucción”.

[3] Una de las etapas de la investigación contempló la conversación con especialistas, profesores y activistas en asuntos de género. El profesor y activista Guillermo Correa, nos ofreció las categorías enunciadas como punto de partida para la elección de los personajes.

[4] Chico muy joven.